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martes, 20 de noviembre de 2012

Meditando en Filipenses 2


Meditando en Filipenses 2


Ejercicio de Vida Espiritual Personal.
Meditando en La Epístola de San Pablo a los Filipenses capítulo 2
Escoja una frase para meditar en ella cada día y repita esta frase en su mente en diferentes momentos durante el día. Sea sensible a la guía que el Espíritu de Dios traiga a su vida en este tiempo. Si el Señor le lleva a un tiempo de adoración, confesión, intercesión o consagración de su vida, tome los pasos de obediencia que Él le indique.

A continuación una selección de frases.

“… no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (2:4)
Una de las más grandes transformaciones que hace Dios en el ser humano cuando lo salva y lleva en crecimiento a la madurez espiritual, es quitar su egoísmo y en su lugar producir un genuino interés por otros. Dejando atrás las contiendas y la vanagloria; el corazón del creyente se llena de un afecto entrañable y en humildad considera a los hermanos para servirles.

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (2:5)
El máximo ejemplo para el creyente es Cristo Jesús, quien se humilló a sí mismo, no mirando por lo suyo propio sino por lo de los demás. Se entregó hasta lo sumo, y es su vida en nosotros que nos ha de llevar a una vida de servicio humilde.

“Dios también le exaltó hasta lo sumo.” (2:9)
Cristo se humilló y Dios le exaltó hasta lo sumo. Y es a Cristo exaltado a quien servimos. El servicio es parte de nuestra adoración. Que en su nombre se doblen nuestras rodillas.

“ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (2:12)
El cristiano obediente se ocupa de servir al Señor con reverencia y diligencia, no tomando a la ligera la voluntad de Dios.

“Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” (2:13)
Todo servicio de adoración a Dios es producido por Dios mismo en nuestros corazones. De él proceden el deseo y la acción de obediencia para llevar a cabo su voluntad, él nos ha dado vida y nos presenta las oportunidades de servicio de acuerdo a su sabiduría.

“…resplandecéis como luminares en el mundo.” (2:15)
La vida santa, sencilla y humilde resplandece en medio de un mundo de maldad, superficialidad y rivalidades. La vida de la comunidad cristiana se ha de distinguir así como la luz en las tinieblas.

Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros.” (2:17)
El apóstol Pablo nos enseña a servir con gozo hasta el sacrificio por otros. Servir a Dios con alegría porque es a Dios a quien se sirve, pero también por el gozo de ver el desarrollo espiritual en los creyentes.

“…pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros.” (2:20)
Pablo nos pone a Timoteo como ejemplo de buen ánimo y sinceridad en el servicio a otros. No por obligación, ni por ganancia material, ni con intereses ocultos, ni con desgano. Pablo podía ver a una nueva generación de ministros de Cristo con ánimo y sinceridad en su servicio por la iglesia de Dios.

tened en estima a los hermanos que son como él; porque por la obra de Cristo estuvo próximo a la muerte…” (2:29-30)
Ahora, nos pone de ejemplo a Epafrodito como un hermano que sirve al Señor aunque tenga que poner su vida en el servicio. Todos consumimos nuestra vida en algo, a algo nos entregamos con pasión. Tengamos en estima a quienes ponen su vida en servicio para la obra de Cristo.


Recuerde realizar este ejercicio de vida espiritual:
      1. Con fe.
Sabiendo que el Señor usará su palabra y la obra del Espíritu Santo para su crecimiento y madurez cristiana.

      2. Con humildad.
Humildad delante de Dios, sabiendo que nada de lo que usted realicé le hace merecedor de la bondad de Dios. Y en humildad delante de los hombres, sabiendo que nada de lo que usted realice le hace mejor que alguna otra persona.

      3. Con perseverancia.
Pues al querer disciplinarse diariamente para meditar en las Escrituras es muy probable que sea tentado a desistir o que la misma inclinación, de nuestra naturaleza, a ser perezosos en cuanto a los asuntos espirituales nos lleve a abandonar el ejercicio. Persevere.

Que la gracia del Señor sea contigo y que tu vida sea fortalecida espiritualmente en estos días.

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