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miércoles, 7 de noviembre de 2012

La Comida en la Celebración


La Comida en la Celebración

Empezaremos diciendo que la celebración es adoración. Comemos para la gloria de Dios y proclamamos su bondad para con nosotros. 

Participamos de la celebración cuando disfrutamos de la vida y el mundo en comunidad, confiando en la grandeza, belleza y bondad de Dios. Enfocamos nuestra vida y el universo como la obra de Dios y su regalo para nosotros. 

Celebramos cuando nos juntamos con otros que conocen a Dios, para comer, cantar, bailar y contar historias acerca de lo que Dios ha hecho por nosotros.

En la celebración, la comida cumple un propósito especial. En algunas ocasiones la misma comida contiene simbolismos muy importantes como lo es cuando tomamos la Santa Cena o Cena del Señor. Pero en otras ocasiones no tiene un simbolismo especial, pero resulta muy importante para hacer de la ocasión de la celebración, un momento importante.

Ahora que se aproxima el tiempo de celebración de la navidad, la comida nos hace saber que es un tiempo especial, que tenemos algo que celebrar por lo grande y trascendente que es. Así que cuando saboreemos los exquisitos platillos navideños, pensemos en la bondad de Dios para con nosotros al mandarnos a su Hijo unigénito.

La comida también cobra especial relevancia cuando la compartimos con alguien. Celebramos juntos, compartiendo algo especial en nuestras vidas. Cuando los israelitas celebraban, ellos acostumbraban regalar comida a sus vecinos, porque nadie, por muy pobre que estuviera podía dejar de celebrar algo tan importante, no importaba que no tuviera comida, sus vecinos le regalaban para que pudiera celebrar al igual que ellos con exquisitos platillos. En medio de tantas adversidades o situaciones desfavorables en la vida, ellos sabían que el gozo sagrado era la cura para la desesperación.

Deshonramos a Dios cuando dependemos demasiado del placer pero también cuando evitamos completamente el placer. La celebración hace nuestras tristezas más pequeñas y la bondad de Dios llega a ser más real.

La comida es tan importante en la celebración, que en el cielo tendremos un banquete, no porque necesitemos de alimento, sino por el placer de celebrar. Claro sin el exceso de la glotonería.

Celebremos enfocándonos en la bondad de nuestro gran Dios y compartiendo nuestro pan con otros, con alegría y sencillez de corazón.

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