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lunes, 13 de enero de 2014

La gloria de nuestro Señor Jesucristo manifestada en su carácter

Iglesia Bíblica Unidos en Cristo
“…para que el mundo crea.” Juan 17:20-23
12 de enero de 2014.
José Luis García Antonio.
El glorioso carácter de nuestro Señor Jesucristo
Introducción
Muchas personas pretenden la gloria, ya sea por sus hechos o por su carácter; algunos han sido célebres por su misión al dar libertad o traer tiempos de paz a una comunidad; otros lo han logrado por sus escritos o sus obras de arte; otros son recordados por su aporte a la ciencia y la tecnología. Sin embargo, no muchos logran ser gloriosos mientras viven en este mundo.
Nuestro Señor Jesucristo es verdaderamente glorioso, es más, él es incomparable, tanto por sus obras, sus palabras y su carácter. Hoy veremos la gloria de nuestro Señor Jesucristo manifestada en su carácter. Su carácter mostrado en las Escrituras según se puede apreciar en su vida y obra y en los relatos que hacen de él las personas que estuvieron a su alrededor.
Existen muchas cualidades o virtudes de las que pudiéramos hablar en relación a nuestro Señor Jesucristo, pero hoy quisiera enfocarme en las virtudes que resalta José M. Martínez en su Curso de Formación Ministerial: Cristología Básica – contemplando la gloria de Cristo.[1]

La gloria de nuestro Señor Jesucristo mostrada en lo glorioso de su carácter
·         Ausencia de pecado
Pasajes a considerar: Juan 8:46; 10:32; 18:23; 1ª Pedro 2:22; 1ª Juan 3:5; Lucas 23:4; 23:40-41; Mateo 27:4
¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?
Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?
Juan 8:46
Ni siquiera los opositores a Jesucristo podían acusarle de pecado. Le conocían, lo habían estado escuchando, incluso con la sola intención de atraparlo en alguna palabra o mala enseñanza. Y sin embargo no podían encontrar algo malo de qué acusarle.

Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre;
¿Por cuál de ellas me apedreáis?
Juan 10:32
No solo no le podían acusar de palabra alguna, sino tampoco de obra alguna. Él era sin pecado de palabra o de obra. ¿De qué le podían acusar?, ¿de andar haciendo bien a la gente?

Jesús le respondió: Si he hablado mal, testifica en qué está el mal;
y si bien, ¿por qué me golpeas?”
Juan 18:23
Cuando se encontraba en un juicio injusto, le interrogaban para tratar de hallar algo de qué acusarle. El Señor Jesús le dice al sumo sacerdote, si quieres pregunta a la gente, todos saben lo que enseño, nunca me he escondido sino que he enseñado en las sinagogas y en el templo a plena luz del día.

“el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca.”
1ª Pedro 2:22
El apóstol Pedro, haciendo un llamado a los creyentes a seguir las pisadas de Jesús, dijo, que Jesús nunca pecó ni engañó a nadie.

Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados,
y no hay pecado en él.
1ª Juan 3:5
El apóstol  Juan también afirma que Cristo no pecó.

Y Pilato dijo a los principales sacerdotes, y a la gente:
Ningún delito hallo en este hombre.
Lucas 23:4
El mismo Pilato, después de que habían azotado a Jesús con la finalidad de hacerle confesar algún crimen, tuvo que reconocer que Cristo era inocente.

Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo:
¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?
Nosotros, a la verdad, justamente padecemos,
porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos;
mas éste ningún mal hizo.
Lucas 23:40-41
También uno de los ladrones que fue crucificado al lado del Señor, reconoció la inocencia del Señor.

diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente…
Mateo 27:4
Hasta el mismo Judas, quien traicionó a Jesús, devolvió las monedas reconociendo que había entregado a un inocente.

·         Espiritualidad genuina
Pasajes a considerar: Mateo 23:23-28
 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino,
y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe.
Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.
¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato,
pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.
¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato,
para que también lo de fuera sea limpio.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
porque sois semejantes a sepulcros blanqueados,
que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos,
mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.
Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres,
pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
Mateo 23:23-28

La vida espiritual del Señor Jesús era sin ostentación, no hacía las cosas para buscar gloria o alabanza de los hombres. Muchas veces se apartaba para tener un tiempo de genuina comunión con el Padre.
Apartado en silencio para orar, pero sin promover el ascetismo, ya que luego volvía a estar en compañía de otros. Sin hipocresías, no se mostraba como un vaso limpio solo por fuera, sino también por dentro.

·         Fidelidad
Pasajes a considerar: Hebreos 3:1-6
“Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial,
considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión,
Cristo Jesús;
el cual es fiel al que le constituyó,
como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios.
Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste,
cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo.
Porque toda casa es hecha por alguno;
pero el que hizo todas las cosas es Dios.
Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo,
para testimonio de lo que se iba a decir;
pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros,
si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.
Hebreos 3:1-6

Jesús fue fiel, confiable al Señor. No abandonó la misión aunque todos lo abandonaron. La exhortación del pasaje a que nosotros también podamos hacer firme nuestra profesión. Hemos sido llamados a ser un cuerpo, una iglesia local y si queremos  valorar este llamado es necesario que atendamos a nuestra salvación, que nos congreguemos, que sirvamos bajo la autoridad de la iglesia y conforme a los dones que el Señor nos haya dado. Que seamos fieles al Señor, no como Jesús quién es digno de mayor gloria, sino como Moisés, como siervo en la casa de Dios. Y al final decir, siervos inútiles somos, pues lo que debimos hacer, hicimos.


·         Humildad
Pasajes a considerar: Mateo 11:29
Llevad mi yugo sobre vosotros,
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón;
y hallaréis descanso para vuestras almas;
Mateo 11:29
Cristo no era soberbio como los maestros duros que ataban cargas pesadas en los hombros de los hombres. Él es humilde y tierno, y nos ofrece una vida de descanso para nuestras almas.


·         Valor
Pasajes a considerar: Lucas 9:51

“Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba,
afirmó su rostro para ir a Jerusalén.”
Lucas 9:51
Aunque el Señor era humilde, aun así era valiente, decidido y enfrentaba con valor toda situación y a persona. Pero en especial, su valor se ve claramente en su determinación para ir a la cruz, menospreciando todo para cumplir con la misión que tenía del Padre celestial.

·         Serenidad y dominio propio
Pasajes a considerar: Isaías 53:7
“Angustiado él, y afligido, no abrió su boca;
como cordero fue llevado al matadero;
y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció,
y no abrió su boca.”
Isaías 53:7
Observamos y nos maravillamos de la serenidad de Jesús en los momentos de mayor aflicción por parte de sus acusadores. Golpes, burlas, azotes, maldiciones… y el profeta lo compara a un cordero llevado a los trasquiladores.

·         Compasión
Pasajes a considerar: Mateo 9:36; Lucas 7:11-17; Hebreos 4:15

“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas;
porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.”
Mateo 9:36

Veía las multitudes de una manera diferente a como acostumbramos verlas hoy en día en nuestras comunidades urbanas. Nosotros hemos llegado a ver sin compasión, tratando de ser indiferentes a tanta gente. Pero para el Señor nadie era insignificante. Él los veía con compasión y les hablaba y enseñaba. Los veía con compasión y les daba de comer. Él los veía un rebaño que necesitaba de un pastor.

“Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín,
e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud.
Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad,
he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda;
y había con ella mucha gente de la ciudad.
Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores.
Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron.
Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate.
Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar.
Y lo dio a su madre.
Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios,
diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros;
y: Dios ha visitado a su pueblo.
Y se extendió la fama de él por toda Judea,
y por toda la región de alrededor.”
Lucas 17:11-17

¡Qué compasión! Ve a una mujer viuda con su único hijo muerto. Ya sin nadie y sin heredero. Y el Señor le consuela y le entrega a su hijo vivo.
“Porque no tenemos un sumo sacerdote
que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,
sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza,
pero sin pecado.”
Hebreos 4:15
Los creyentes hebreos estaban siendo tentados a abandonar al Señor, estaban atravesando un tiempo de debilidad, y el escritor les anima a llegar delante de Dios en oración, sabiendo que él es compasivo.

·         Abnegación
Pasajes a considerar: Romanos 15:3; 2ª Corintios 8:9; Juan 10:18

“Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo…”
Romanos 15:3
Ni siquiera él se agradó a sí mismo. Es un llamado a la abnegación por el bien del hermano. A negarnos a nosotros mismos por causa de Cristo. Para edificación, para soportar, para cuidar lo que Cristo compró con su sangre. Para tratar de traer a otros para Cristo.

“Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo,
que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico,
para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.”
2ª Corintios 8:9
Él se negó a sí mismo, y por él somos enriquecidos. Ahora nosotros podemos negarnos, claro en mucha menor medida, y bendecir a otros, tal vez no enriquecerlos, pero sí que la abundancia de unos supla la escasez de otros.

“Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo.
Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar.”
Juan 10:18
Su entrega fue total y fue voluntaria. Se negó a sí mismo sin que nadie le quitara la vida.

Conclusión.
Nuestro Señor Jesucristo es glorioso y esto lo podemos observar en su carácter, en ningún otro ser humano se puede encontrar tanta belleza.
En primer lugar, él es perfecto para ser presentado como el cordero sin mancha y sin contaminación en expiación de nuestros pecados. El perfecto Hijo de Dios, se hizo pecado por nosotros. (2ª Corintios 2:21)
En segundo lugar, por su obediencia, nosotros podemos ser obedientes. Él es nuestra justicia al creer en él. Delante del Padre celestial somos justificados en Cristo. Por la obediencia de uno, los muchos somos hechos justos. (Romanos 5)
En tercer lugar, Jesucristo es el modelo para todo ser humano. Los creyentes somos transformados por la gracia de Dios, con la obra del Espíritu Santo a semejanza de nuestro Señor Jesucristo.
.
Caminemos con Cristo con toda diligencia para tener un carácter semejante al de él, para la gloria de Dios.




[1] MARTINEZ, J. (2003) Cristología básica. Contemplando la gloria de Cristo. Editorial Clie. Barcelona, España. 207 p.

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