Salmo 89
“Tú aplastaste a Rahab como a uno herido de muerte;
Esparciste a tus enemigos con tu brazo poderoso” (v. 10)
Cuando los israelitas atravesaban por dificultades, como
guerras contra imponentes ejércitos; ellos clamaban al Señor y traían a la memoria
un episodio especial de su historia: La salida de Egipto, el éxodo era el
evento cumbre de su pasado que alumbraba su presente y llenaba de esperanza su
futuro.
“Rahab” es una forma de referirse a Egipto, también
relacionado con un monstruo mítico que gobernaba los mares, infundiendo temor a
los navegantes. Rahab, poéticamente, les recuerda que ellos eran esclavos en
Egipto, un imperio atemorizante que parecía invencible; pero que fue “herido de
muerte” por el brazo poderoso del Señor (algo que se celebra en el Cántico de
Moisés – Éxodo 15)
Ellos fueron salvados por el Señor fuerte y misericordioso
en el pasado; y ahora hacen memoria de ello, sabiendo que como fue en el pasado
puede ser en su situación presente. Aunque ahora sean llevados cautivos a Babilonia
y el río sea el Éufrates, El Señor Dios poderoso y misericordioso es el mismo y
puede salvarles. Aunque ellos están siendo castigados justamente por su pecado
y su abandono del pacto de Dios; han de volverse a Él en arrepentimiento, pues Él
es amplio en perdonar.
El poema, no solo nos lleva a hacer memoria, sino que además
expresa una carga emocional intensa. Algo que solo el que fue salvado lleva
impreso profundamente en su alma. Así, el salmo, une pensamiento y sentimiento
en esta frase y nos invita a recrear un momento histórico.
Hacer memoria es un ejercicio espiritual que se hace en el
presente, sobre un hecho del pasado. Mi invitación hoy, es a que usted haga
memoria de la obra de Cristo en la Cruz, llevando nuestros pecados sobre el
madero y resucitando al tercer día para nuestra salvación.
Llegado el cumplimiento del tiempo, nuestro Señor
Jesucristo, derrotó de una vez y para siempre a “Rahab”. Él nos ha traído una
salvación tan grande, este es un hecho histórico donde se fundamenta nuestra fe
y el cual estamos llamados a recordar constantemente con aprecio y admiración
por nuestro poderoso y misericordioso Salvador.
Puede ser que, al momento, nuestras circunstancias parezcan
sombrías, temibles y desesperanzadoras; incluso pudiéramos llegar a pensar que
Dios nos ha abandonado; y es entonces que hemos de recordar: “Tú aplastaste a
Rahab como a uno herido de muerte” o en palabras del apóstol Pablo: “Cristo es
el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además intercede por
nosotros”.
Y al hacer memoria, fortalezca su fe en el Señor, que su
corazón se llene de esperanza para lo que haya de enfrentar en el futuro,
aunque parezca algo invencible, descansando en nuestro poderoso y
misericordioso Jesús. Y si ha pecado, vuelva a Él en arrepentimiento sabiendo
que Él es amplio en perdonar.
José Luis García Antonio
IBUC
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