“Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan,
que estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que no sean
pendencieros, sino amables, mostrando toda
mansedumbre para con todos los hombres.
Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes,
extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en
malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor
para con los hombres, nos salvó, no por obras de
justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el
lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el
cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para
que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la
esperanza de la vida eterna.
Palabra fiel
es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los
que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y
útiles a los hombres.” (Epístola de San Pablo a Tito, capítulo 3)
El trasfondo: Sobre la sociedad cretense.
Glotones ociosos, reprobados en cuanto a toda buena obra, malas
bestias.
Ambiente hostil. La mansedumbre se expresa en un medio hostil.
La responsabilidad: Mostrar toda mansedumbre para con todos los hombres.
“una gracia arraigada en el alma cuyas expresiones se dirigen en
primera y suprema instancia a Dios. Es aquél temple del Espíritu en el cual
aceptamos su trato hacia nosotros como bueno, y por ende lo hacemos sin quejas
ni resistencias… El corazón humilde es el único que también es manso y que como
tal, no pelea con Dios ni lucha o contiende con Él. Esta mansedumbre, no
obstante, siendo primero que todo una mansedumbre completa para con Dios,
también es de tal carácter ante los hombres, incluso los hombres malvados, en
vista de que ellos en cierto sentido, con los insultos y prejuicios que
infligen, son permitidos y empleados por Dios con el fin de disciplinar a sus
elegidos” (W.E. Vine)
Notemos los absolutos: toda, todos.
El recordatorio: La condición de su vida antes de conocer el evangelio.
El agente
transformador: El Dios
Trino, Su bondad, amor, misericordia, regeneración, salvación, renovación,
justificación, herencia y esperanza.
El ejemplo de Jesucristo –
“Yo Pablo os ruego por la mansedumbre y ternura de
Cristo…” (2ª Corintios 10:1)
“…he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador,
humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” (Zacarías
9:9)
“…aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón…” (Mateo 11:29)
La Misión: Ocuparse en buenas obras.
Vivir de tal manera, que
sin resentirnos con las personas, seamos libres para realizar actos genuinos de
virtud que beneficien a los demás, provenientes de un corazón amoroso investido
de poder del Espíritu Santo.
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