Sola Gratia. Solo por Gracia
Efesios 2:4-9
Introducción
Hace algunos años se celebró en Inglaterra un congreso de
religiones con la idea de reunir expertos en diferentes religiones y
compararlas. Al preguntarse si el cristianismo tenía algo particular que no
tuviera ninguna otra religión pensaron en la encarnación, en la resurrección,
pero encontraron que en otras religiones se mencionaban. Cuando llegó a la
reunión C.S. Lewis, sin pensarlo dos veces dijo: "¡Ah! eso es fácil, es
el concepto de la gracia". Después de una breve discusión los expertos
tuvieron que concluir que ciertamente en ninguna otra religión Dios ofrece su
amor y su salvación completamente gratis, de forma incondicional. Solamente en
el cristianismo se da esa condición.
La calidad de nuestras obras
Poco tiempo después de la caída del hombre, vemos que la
raza humana se corrompió a un grado tal que Dios se vio en la necesidad de
juzgar a todo el planeta (Génesis 6:5) " Y
el Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y
que toda intención de los pensamientos de su corazón era
sólo hacer siempre el mal." Desde que Adán y Eva
desobedecieron a Dios, el ser humano evidencia suficiente de la maldad de su
corazón. Isaías, un hombre de gran rectitud, cuando se vio ante la presencia de
la santidad de Dios dijo: "¡Ay de mí! Porque perdido estoy, pues soy
hombre de labios inmundos y en medio de un pueblo de labios inmundos habito,
porque han visto mis ojos al Rey, el Señor de los ejércitos." Isaías
6:5. Más adelante, en el Nuevo
Testamento Pablo dijo: "Todos se han desviado, a una se hicieron
inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno."
(Romanos 3:10). Todas las facultades del
hombre están afectadas por el pecado; su mente, corazón, emociones y voluntad,
y por tanto todas sus obras están teñidas de maldad; a esto se le llama
depravación total.
La Gracia y la Justicia de Dios frente a las obras del
ser humano
La Gracia de Dios es aquel atributo por medio del cual él
nos concede lo que no merecemos. Algunos definen la gracia simplemente como el
favor inmerecido de Dios. Esto puede verse a la luz de la justicia de Dios, que
es otro de sus atributos, y la parte de su carácter que garantiza que su ley
santa sea cumplida, y que a la vez asegura que lo que fue bien hecho sea recompensado
y lo mal hecho castigado a su debido tiempo. Así pues, la salvación es un
regalo de Dios; es un don otorgado por gracia. La gracia excluye la posibilidad
de que las obras de los hombres puedan contribuir en algo para su salvación.
Como dice Romanos 11:6: "Y si es por gracia, ya no es por obras; porque
en tal caso la gracia ya no sería gracia". (NVI) Las obras excluyen la
gracia, y viceversa. De ahí la afirmación de las Escrituras "Solo por
gracia": Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor
por nosotros, 5 nos dio vida con Cristo, aun cuando
estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!"
(Efesios 2:5)
La razón de nuestra salvación
La razón por la que Dios decidió salvarnos no radica en
nosotros, sino exclusivamente en la benevolencia de su Ser. Las motivaciones de
nuestra salvación se describen en Efesios 2:4-5:
4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, 5 aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados).
Las tres palabras subrayadas: misericordia, amor,
gracia, están íntimamente relacionadas con nuestra salvación. La gracia es
recibir aquello que no merezco. No merezco estar en el cielo, pero la gracia de
Dios me da la entrada a su presencia. La misericordia es no recibir lo que sí
merezco: la condenación. Pero por creer el testimonio del evangelio ya no
iremos a condenación. Todas las criaturas han sido receptoras de la gracia
común de Dios desde el mismo momento de su creación; nada ni nadie obligó a
Dios a crearnos, pero él quiso compartir su amor con nosotros. Los ángeles no
caídos han sido receptores de su gracia, pero al no haber pecado no han sido
receptores de su misericordia. Esto nos lleva a señalar que el hombre ha sido
receptor tanto de la gracia como de la misericordia, si ha recibido la salvación.
Nosotros tenemos dificultad para concebir una salvación por gracia porque
estamos muy acostumbrados a pagar por todo lo que hacemos. Y Dios obra así por
causa de su gran amor que tiene características sorprendentes: Su amor es
incondicional, es eterno, es dadivoso o altruista, es incomprensible. Perdernos
de este amor es morir eternamente. C.S. Lewis decía al respecto:
“Si alguien me abandona, yo sufro; pero si yo abandono a Dios, él sufre, pero no porque yo lo haya abandonado sino por lo valioso de lo que yo estoy perdiendo.”
Las características de la gracia de Dios
La gracia de Dios es inmerecida: Los seres humanos no
hemos hecho nada para ser considerados merecedores de la gracia impartida sobre
nosotros.
La gracia de Dios es común y es especial: La gracia
común es aquella que reciben todos los seres humanos independientemente de que
sean creyentes o no. Es la que hace que el sol y la lluvia caigan sobre buenos
y malos. La gracia especial es el bien que algunos reciben de parte de Dios
como se dice de Naamán el sirio: Y
muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de
ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio" (Lucas 4:27-29).
La gracia de Dios es soberana: Dios le dijo a Moisés:
"Yo haré pasar toda mi bondad delante de ti, y proclamaré el nombre
del Señor delante de ti; y tendré misericordia del que tendré
misericordia, y tendré compasión de quien tendré compasión” (Éxodo 33:19).
El hombre se irrita cuando ve la gracia soberana de Dios en acción, como cuando
los judíos se enojaron contra Jesús cuando le habló de la sanación de Naamán el
sirio, y la alimentación de la viuda de Sarepta (Lucas 4:25-29). Aun cuando el
ser humano en su orgullo no lo tolera, la gracia de Dios es soberana.
Tomado del libro Enseñanzas que Transformaron el Mundo por
Dr. Miguel Núñez; Por Carlos Astorga T.
No hay comentarios:
Publicar un comentario