"...porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón" (1 Samuel 16:7)
Dios le dijo estas palabras al profeta Samuel cuando iba a ungir al nuevo rey de Israel.
Samuel decía para sí mismo, al ver al hijo mayor de Isaí: "de cierto delante de Jehová está su ungido"
pero Eliab no era el escogido por Dios, aunque Samuel lo veía de buena presencia.
Cuando pasaron todos sus hijos, Isaí dijo: "Queda aún el menor, que apacienta las ovejas"
Y ése fue el elegido por Dios, David, aunque su padre solo pensara en él como el menor y que no era necesaria su presencia.
Mas delante, su hermano Eliab cuando lo encontró preguntando en el campamento de batalla, le dijo: "Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido."
Eliab pretendía saber las intenciones de David.
Luego, el rey Saúl, viendo lo que está delante de sus ojos, le dijo a David que no podía ir a pelear contra el gigante: "...porque tú eres muchacho".
Y cuando el guerrero filisteo lo vió, "le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer."
Tanto el profeta Samuel, como Isaí, Eliab, el rey Saúl y el gigante Goliat; veían lo que estaba delante de sus ojos... y lo que veían era menospreciable desde la perspectiva humana. Pero Dios estaba viendo el corazón.
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