“…con esperanza debe arar
el que ara,
y
el que trilla,
con esperanza [debe trillar]
de recibir del fruto.”
1 Corintios 9:10
Desde el inicio (arar) hasta el final (trillar), toda la jornada ha de ser hecha con esperanza.
La esperanza no modifica las condiciones de la tierra, ni de la semilla, ni del ambiente; pero sí hace una diferencia en el que ara y el que trilla.
Trabajar con esperanza da ánimo, aliento, perseverancia, gozo, paz, en medio de todas las labores y dificultades que pudieran presentarse.
Trabajar con esperanza, es reconocer nuestra finitud. No todo está en nuestras manos y hemos de esperar de la buena mano de Dios su bendición.
La esperanza, te ayuda a no renunciar, no desmayar cuando todo parezca inútil.
Al final... hay fruto.
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