La Gracia y la Elección
"...ha quedado un remanente escogido por gracia..." (11:5)
Dios en la eternidad, soberanamente eligió por gracia, esto es, sin ningún merecimiento humano, sin prever en ellos algo bueno o digno que le llevara a realizar su elección.
La Gracia y la Justificación
"...siendo justificados gratuitamente por su gracia." (3:24)
La justicia de Dios se ha revelado y ha declarado justos a los impíos por medio de Jesucristo, y esto, por pura gracia, sin merecimiento humano (si acaso pudiera darse). El hombre ha sido objeto solamente de la gracia de Dios. Esta gracia es de Jesucristo, pero ya había sido testificada por la ley y los profetas, y ahora se ofrece a los hombres, en Cristo. Esto es algo que "choca" con nuestra manera de pensar en la que creemos que Dios debiera de justificar a los justos, a los buenos; pero él dice que ¡justifica al impío! Nada bueno encontró en aquellos a quienes justifica, sino por gracia les declara justos, como lo pueden atestiguar los ejemplos de Abraham y David, y esto es motivo de felicidad y bienaventuranza.
"Por tanto, es por fe, para que sea por gracia..." (4:16)
Para que la justificación sea por gracia, entonces ha de ser recibida por fe, ya que la fe no comporta ninguna obra humana, es independiente de cualquier ritual, como la circuncisión. No importa la clase de obra que el ser humano pueda llegar a realizar o las leyes que pueda llegar a cumplir, nada es suficiente, solo la gracia de Dios es suficiente.
"...abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre..." (5:15)
La gracia de Dios es abundante y suficiente, y es para los muchos; los muchos murieron y la gracia de Dios abundó mucho más para los muchos. Es sumamente importante resaltar que el único medio para recibir la gracia de Dios es por Jesucristo, por la gracia de un hombre.
La Gracia y la Vida Libre de Pecado
"...¿perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?" (6:1)
La gracia de Dios sobreabundó para librarnos del pecado, no para que nos entregáramos a él. La gracia de Dios nos da la capacidad para vivir una vida agradable a Dios, en otro tiempo no teníamos otra elección mas que perseverar en el pecado.
"...el pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia." (6:14)
Ahora, en Cristo, nos es provista la capacidad para resistir al pecado; la gracia de Dios no solo permitió el que fuéramos librados de la condenación del pecado sino también del poder diario del pecado, para vivir para Dios y presentar a él nuestros miembros como instrumentos de justicia, de manera que nos presentemos de una vez y para siempre a Dios.
La Gracia y el Ministerio
"...y por quien recibimos la gracia y el apostolado..." (1:5)
Es por Jesucristo por quien dice el apóstol Pablo que recibió la gracia y el apostolado. Todo ministerio es un don de Dios, no somos llamados por hombres o para propósitos humanos; tampoco somos llamados por merecimientos propios, sino por la gracia de Dios. Que nadie piense de sí, más de lo que debe pensar. Y que nadie piense de la obra del ministerio, como de un imperio para gloria personal.
"...teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada..." (12:6)
Dios es quien nos ha otorgado, por gracia, los dones espirituales, para que podamos desarrollar el servicio que él desea, de él proviene la capacidad y ésta no tiene que ver con algo que nosotros hallamos hecho para obtenerla, como una vida "super espiritual", sino por gracia de Dios.
"...os he escrito... por la gracia que de Dios me es dada." (15:5)
La gracia de Dios es la base para el ministerio, para la autoridad y las exhortaciones necesarias. Sin la gracia de Dios no hay respaldo para la autoridad del apóstol; ésta es algo que le fue dada, él no la obtuvo, sino le fue dada. Un error que hemos de evitar en el ministerio, es el pensar que nosotros nos hemos ganado la autoridad en la iglesia de Dios, el enseñorearnos de otros y saciar nuestra sed de poder. Dios nos guarde de ello.
La Gracia y la Bendición
"Gracia y paz a vosotros..." (1:7)
No existe bendición mayor que ser objeto de la gracia de Dios en Jesucristo. la mayor bendición a la humanidad la tenemos en Jesucristo, porque, así como en Adán la humanidad tuvo un día negro, en Jesucristo resplandece la luz y por él tenemos esperanza.
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