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martes, 20 de noviembre de 2018

Honras fúnebres


Honras fúnebres de un creyente fiel

Estimada es a los ojos de JehováLa muerte de sus santos. Salmo 116:15

Introducción
En la poesía hebrea hay una forma particular de expresar honra por alguien cercano cuando muere, y es escribiendo una poesía en un formato que se llama “metro que cojea”; donde el último verso de cada párrafo, tiene una sílaba menos. Así, el poema ya no tiene la rima perfecta, ya no tiene la métrica exacta, pues algo falta, esto es para mostrar como hará falta en la vida la persona que ha partido y ahora duerme en el Señor.

Lectura: Salmo 1
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,     Ni estuvo en camino de pecadores,     Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche.Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.No así los malos, Que son como el tamo que arrebata el viento.Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, Ni los pecadores en la congregación de los justos.Porque Jehová conoce el camino de los justos; Mas la senda de los malos perecerá.

Algunas personas crecen y desarrollan sus vidas en justicia; y son, como nuestro hermano, semejantes a un árbol plantado junto a un río, un árbol grande y vigoroso, con mucho follaje, que ofrece sombra a todo aquél que viene agotado del camino. Un árbol con mucho fruto, buen fruto y abundante fruto. Y todo el que está a su alrededor es bendecido a su sombra; sean familiares, amigos o simplemente personas que ocasionalmente le conocieron y disfrutaron de su amistad por un poco de tiempo.

Tal vez, no cumplan con los parámetros de éxito que este mundo marca… pero desde la perspectiva divina, es decir, desde el punto de vista de Dios, él los llama: ¡BIENAVENTURADOS!

Ese era nuestro hermano, un hombre bienaventurado.

Porque cuando se tiene una comprensión adecuada de la esperanza futura que nos ofrece Jesucristo, esto nos lleva a una visión de esperanza para la vida aquí en la tierra.

Y la vida aquí en la tierra deja de ser una penosa actividad, no es ya un afán sin sentido, ni un valle de lágrimas; sino nuestro lugar para manifestar la vida de Dios. La vida corporal no carece de valor simplemente porque va a morir. Porque sabemos que Dios la elevará de nuevo para que sea una nueva vida. Una nueva vida que empieza a manifestar aquí, ya en esta vida presente.

Esa vida de Dios se manifiesta como un fruto de justicia, de bondad, de amor, de gozo, para la gloria de Dios, pero también para bendición del prójimo.

Creemos en la vida después de la muerte y por ello mismo, creemos en la vida antes de la muerte. Una vida que merece ser vivida, disfrutada, y donde hemos de servir a Dios con todo el corazón y con toda el alma. Una vida donde vale la pena amar sacrificialmente, no es en vano. Al hacerlo, honramos a Dios… y a sus ojos, es muy estimada la muerte de sus santos, los guarda y recibe en su reino con amor.

Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Mateo 25:21

La salvación de Dios tiene que ver con el ser humano completo, no solo con sus almas, sino también con el cuerpo. Y creemos que ahora, nuestro hermano está en presencia del Señor, pero un día, también su cuerpo, será resucitado para unirse a su alma y así estar para siempre con el Señor.
Ya goza en presencia del Señor, pero eso no es todo. Esperamos la resurrección.

La salvación tiene que ver con el tiempo presente también. Aunque esperamos una salvación futura, completa, total… pero también sabemos que esta salvación ya está obrando en nosotros hoy en día, en medio de esta vida presente. Una salvación que obra en nosotros, transformándonos más a la imagen de Jesucristo, y una salvación que también obra a través de nosotros, llevando a otros el Evangelio de Cristo, proclamado con palabras y modelado con buenas obras.

El poder del mal ha sido vencido de forma decisiva y contundente en la obra de Cristo en la Cruz, en su muerte y resurrección, ha derrotado al Maligno y deshecho sus obras. Y ha iniciado la nueva creación en cada una de las personas que han depositado su confianza en Él. El reinado del cielo ha empezado en este mundo, llevando su salvación a las personas y a través de personas.

Ahora, la gente conoce lo que es estar cerca de un justo. Es como estar a la sombra de un árbol frondoso. Es como estar junto a una lámpara en medio de una noche oscura. Es como probar un bocadillo bien sazonado con sal.

Ahora conocen lo que es la vida en el Evangelio.

Ahora, consideremos de dónde proviene esta clase de vida justa manifestada por nuestro hermano.
Esto fue debido a que: Un día,
El sembrador salió a sembrar; y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. (Marcos 4:3-8)
El sembrador es Cristo. La semilla sembrada es la palabra de Dios, el Evangelio. El Evangelio que dice que hemos pecado delante de Dios y estamos condenados, pero que en Cristo hay perdón y salvación si venimos a él.

Los diferentes tipos de tierra, son nuestros corazones, nuestras vidas.

Algunos, sin poner atención a la palabra de Dios, son como la tierra del camino, la semilla se queda en la superficie y luego satanás se la lleva.

Otros, con un corazón endurecido por el pecado, son como la semilla sembrada entre pedregales, crece rápido, pero sin profundidad de raíz, pronto se seca, al salir el sol, no resiste.

Unos más, son como la tierra con espinos, aunque reciben la palabra de Dios, las riquezas y los afanes de esta vida, ahogan la palabra sembrada y esta no fructifica.

PERO
Hay unos que son como buena tierra. Donde la palabra del Señor cae y florece, crece y lleva fruto abundante.

Nuestro hermano, un día, recibió la palabra de Dios y creyó.
Luego, su vida fructificó.
Dios, le llama bienaventurado.

Y ahora, tú también puedes ser bienaventurado, gracias a Cristo. [presentación del evangelio]

Bienaventurado: Afortunado, feliz. Que sabe de qué trata la vida, la puede disfrutar aquí en la tierra, sin ser atrapado por los deleites temporales. Goza la vida y todo lo que viene de la buena mano de Dios… pero su confianza y sentido de todo, está en Dios mismo.

Hoy honramos la vida justa vivida delante de Dios. Y agradecemos a Dios por el tiempo de vida de nuestro querido hermano.

Hoy pedimos al Señor, que fortalezca y bendiga a su familia… porque sabemos que ahora su poema “cojea” y ya no hace la rima perfecta.

Igualmente, rogamos que la paz del Señor sea con sus padres, hermanos, cuñadas, sobrinos, suegros, tíos, primos y demás familiares.

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