Enferma de
amor – por distanciamiento
Ejercicio de observación en un pasaje poético – Cantares 5:2-8
[ayudando a mis estudiantes a observar un pasaje]
“Yo dormía, pero mi corazón velaba”
O sea, ¡dormía, pero velaba!
Si estuviéramos observando un texto de tipo discurso, diríamos
que eso es un sinsentido, si dormía no velaba. Pero en la poesía, eso es
posible, es decir, esto es permitido, en ocasiones la poesía hace uso de
aparentes contradicciones para expresar sus sentimientos y atrapar nuestra
atención.
Entonces, ¿qué quiso decir?, ¿qué sentimiento está
expresando? Tal vez, que se fue a dormir preocupada porque su amado aún no
llegaba.
¡Una voz!
Todo lo cambia, una voz. Una voz altera su sueño. Solo una
voz basta. Pero no cualquier voz...
¡Mi amado toca a la puerta!
Ábreme, hermana mía, amada mía, paloma mía, perfecta mía
Y ¿qué dice esa voz? Ábreme- es su amado- Se refiere a ella
con amor, con cariño, con deseo, con admiración.
pues mi cabeza está empapada de rocío, mis cabellos empapados de la
humedad de la noche.
Tal vez era el pastor mencionado antes, y andaba fuera de
noche cuidando las ovejas.
Me he quitado la ropa,
¿cómo he de vestirme de nuevo?
He lavado mis pies,
¿cómo los volveré a ensuciar?
Parece que ella tiene buenas razones para no abrirle. Su
amado ha llegado en un momento inoportuno.
¿No le va a abrir? - ¡No me esperaba esa respuesta!
Creí que él era su deleite
Entonces, es verdad que esa experiencia de deleite de la que
hablaban en el capítulo 2, no es una experiencia continua en la vida, sino algo
que ocurre por tiempos, como en “Picos o cumbres”
¿Su amado que le responderá?
¿Intentará convencerla de que se levante abrir?
Mi amado metió su mano por la abertura de la puerta
¡Eso!, si quiere entrar, va a insistir, no se dará por
vencido tan pronto
y se estremecieron por él mis entrañas.
Entonces ella se compadece de su amado.
Ya nada importa más que él... no importa si se ha de
ensuciar los pies, la compasión le mueve.
Yo me levanté para abrir a mi amado; y mis manos destilaron mirra,
y mis dedos mirra líquida, sobre los pestillos de la cerradura.
Se levanta a abrirle... por amor. Destilando su perfume...
de buena gana. No como molesta, sino con delicadeza, compasión y amable.
¡Ya era hora!... se hizo la difícil...
[Hay un énfasis en el aroma del amor]
Abrí yo a mi amado, pero mi amado se había retirado, se había ido
🤦🏻
¡Se fue!
Pero ¡cómo!... ella es su amada... él es su amado... ¡son el
uno para el otro!...
PERO
Tal vez solo ha sido una mala noche.
Tras su hablar salió mi alma.
¡Wow!, ¡Qué intensidad!, ¡Qué deseo!, ¡Qué anhelo!
Lo busqué, y no lo hallé; lo llamé, y no me respondió.
Su voz alteró su sueño... pero la falta de su voz, ahora le
turba el alma.
Hay ocasiones, en que el que busca, no halla y el que llama,
no recibe respuesta.
Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, me golpearon y me
hirieron; me quitaron de encima mi chal los guardas de las murallas.
¡Que qué!
¿La golpearon? O ¿está expresando su culpa?
¿Le dieron una paliza, confundiéndola con un malhechor? O ¿está
atormentada por no haberse levantando al llamado de su amado?
Yo os conjuro, oh hijas de Jerusalén, si encontráis a mi amado, qué
le habéis de decir? Que estoy enferma de
amor.
Pide ayuda a las doncellas para que encuentren a su amado y
le den un mensaje: que estoy enferma de amor.
Separada de su amado, esperando.
Amor y culpa.
Anhelo intenso.
¿Lo volverá a ver?
En esta escena, ella parece indispuesta y en primera
instancia no le abre la puerta a su marido.
No es como la escena del huerto donde le dice a su marido
que venga a un huerto abierto y dispuesto para él, sino que ahora está en una
habitación cerrada con llave.
Ahora no es primavera - sino que es de noche.
Ahora no está con el canto de las aves, sino que se
encuentran en la noche fría y húmeda.
Parece como que en la vida matrimonial hubiera tiempos
primaverales, pero también noches frías; tiempos para andar en el huerto y
horas para estar encerrados en casa, metidos en cama y que nadie moleste.
Muy intensas las expresiones: Tras su hablar salió mi alma.
Y díganle: Que estoy enferma de amor
Notemos el ANHELO
una expresión de DESEO
Las doncellas de nuestros días tal vez le dirían: déjalo
ir... ya encontrarás otro.... ya volverá... un clavo saca a otro clavo... Tú no
lo necesitas… pues ni modo... no hubo compatibilidad.
Y tal vez, algunas doncellas más espirituales le dirían: Tú
estás completa en el Señor... a libertad fuiste llamada... una creyente
piadosa, no se enferma de amor.
PERO
Ella anhela, desea, espera, recuerda, busca... a su amado con
toda el alma.
Aunque la ciudad tenga muralla y vigilantes... sin su amado,
ahora, ella se siente desprotegida [sin su manto]
No importa la distancia, sino el distanciamiento entre ellos.
El amado pudiera haber salido de la ciudad amurallada... o tal vez, estar en el
establo durmiendo... o durmiendo con el perro, en el sillón de la sala... o al
otro lado de la cama... el asunto es que ahora están distanciados.
Pudiéramos decir que él tenía razón - pues estaba afuera
mojado.
Pudiéramos decir que ella tenía razón - pues estaba ya
acostada.
PERO, ahora, no importa quién tenga razón... la razón y las
excusas sobran... ahora hay anhelo, deseo profundo por regresar.
¿Por qué las relaciones más bellas,
intensas y profundas de pronto se nos escapan, y se produce el distanciamiento?
Inevitablemente volvemos los ojos al Edén, y los extendemos,
en esperanza, hacia el reino del Mesías. [ahí está el Evangelio - observemos
bien]
1.
Lo
relacional. Esta capacidad para amar y disfrutar la vida en comunión viene
de Dios. Nuestro Dios es un Dios personal y relacional que nos ha dotado de esa
capacidad, y anhelo de comunión. El amor viene de Él. Este amor a la amada o al
amado, está dentro de nuestra experiencia espacio-temporal. Es disfrutable, o
en su caso, pudiera ser disfrutable.
2.
El
distanciamiento. Es algo que entró en el mundo con la caída; pues antes
Adán y Eva vivían en comunión. Además, nos habla de que algo se nos escapa, de
que esto no debería ser así. Podemos percibir que no era el deseo de Dios,
aunque muchas veces parece que no lo podemos evitar... de alguna manera, nos
complicamos nuestra existencia, nos distanciamos de aquellos a quienes
amamos... parece inevitable.
3.
El anhelo.
Aún y cuando nos distanciamos, podemos percibir que hay en nosotros un anhelo
por la reconciliación... o en dado caso, por una oportunidad para empezar de
nuevo. De alguna manera, nos damos cuenta de que vale la pena intentar,
esforzarse, la relación parece valiosa... y hasta sagrada. Aunque no sabemos
cómo, tenemos una esperanza o deseo de restauración.
Sabemos que la relación
matrimonial es solo para esta vida, no para el porvenir. Así que, de alguna
manera, la restauración en Cristo, hemos de esperarla en alguna medida en esta
vida. Hay algo que El Evangelio del Señor opera en nosotros para este tiempo.
No pensemos que todo se resolverá en el cielo.
Y en este tiempo, una relación de
amor, respeto, honra -> modela el evangelio y apunta hacia un amor más
excelente, el de Cristo por su iglesia.
Mientras, como la amada, podemos
celebrar eso que llama estar enferma de amor.
Cuando está disfrutando de su
amado [2:5] se dice enferma de amor. Cuando el amado está lejano [5:8] también
dice que está enferma de amor. ¡Eso se celebra!
Ahora, observemos cómo el ritmo
de la poesía nos ha llevado a un punto que notamos que no es el final... hace
falta algo más... qué sucederá después... Nos ha llevado a un punto de anhelar,
desear, esperar, ahora estamos expectantes... nos ha atrapado y ha sacado a
flote aún nuestro propios deseos y sentimientos.
De alguna parte ha de venir la
ayuda... porque ya hemos hecho lo que podíamos... en este caso ella pide ayuda
a las doncellas.
Tal vez, alguna de ellas, vea a su amado y le lleve su mensaje.
Tal vez, alguna de ellas, vea a su amado y le lleve su mensaje.
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