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miércoles, 10 de mayo de 2017

Salmo 27



Salmo 27: Salmo de David

1Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?
Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?
Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos,
Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.
Aunque un ejército acampe contra mí,
No temerá mi corazón;
Aunque contra mí se levante guerra,
Yo estaré confiado.
Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré;
Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida,
Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.
Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal;
Me ocultará en lo reservado de su morada;
Sobre una roca me pondrá en alto.
Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean,
Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo;
Cantaré y entonaré alabanzas a Jehová.
Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo;
Ten misericordia de mí, y respóndeme.
Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro.
Tu rostro buscaré, oh Jehová;
No escondas tu rostro de mí.
No apartes con ira a tu siervo;
Mi ayuda has sido.
No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación.
10 Aunque mi padre y mi madre me dejaran,
Con todo, Jehová me recogerá.
11 Enséñame, oh Jehová, tu camino,
Y guíame por senda de rectitud
A causa de mis enemigos.
12 No me entregues a la voluntad de mis enemigos;

Porque se han levantado contra mí testigos falsos, y los que respiran crueldad.
13 Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová
En la tierra de los vivientes.
14 Aguarda a Jehová;
Esfuérzate, y aliéntese tu corazón;
Sí, espera a Jehová.

Salmo 27

Introducción
Himnos del pacto
“La ignorancia o desprecio del Pacto mata el entender los Salmos; pero el reconocimiento del mismo te pone en la mano la clave de su conocimiento.”

“¡Yo me declaro vuestro Rey, Yo establezco un Pacto con vosotros y Yo levanto mi Morada en medio de vosotros!”

“El culto debería demostrar lealtad a su Aliado y Rey divino en toda su vida, pues el Señor otorgaría a su pueblo una vida buena en todos los sentidos.”

¡Vivir en el Pacto de Dios!
Acerca de esto enseña la Torá. A esto llamaban los Profetas; y de esto cantaban y se lamentaban los Salmos.

Resuena desde los Salmos el eco de la enseñanza de Moisés acerca de la demanda real y contractual del Señor en y sobre toda la vida de Israel.

¡Cuantísimo amaron los justos en Israel la Morada de Dios (tercer tema capital de la Torá)… y supieron llorar cuando no podían subir al templo.

No es un libro puramente religioso
¡Nunca leas los Salmos desligados de la historia de Israel, como la encuentras descrita en la Torá y en los libros de los Profetas! Aunque no puedas datar con precisión un salmo, jamás los leas como versículos generalmente religiosos. Considéralos siempre como reacciones inspiradas por el Espíritu de Dios. Primero como reacciones a palabras fundamentales de Dios, y a hechos escritos en la Torá, y, segundo, como reacciones a posteriores acciones de Dios con Israel en el período de los profetas.

Los justos
Ante el Señor, la justicia de los justos desemboca en el respeto amoroso que desplegaban por él. Su “temor del Señor”, manifestado desde su aversión a ídolos y comidas sacrificiales en los montes; y demostrado por su celo para observar la pureza y santidad que el Señor deseaba de su pueblo bajo el Pacto de Horeb.
Y ante los hombres, la justicia de los justos se manifestaba desde: su amor al prójimo, su respeto a la mujer de su prójimo, su derecho, su propiedad, su pan, sus vestidos, su dinero, su causa o pleito; en una palabra, en toda su vida.
Por consiguiente, hablando prácticamente, la justicia de los justos es una palabra sinónima de ese amor, tanto a Dios como a los hombres.
Como la justicia del justo indica fidelidad al pacto de Dios desde el lado humano, así la justicia de Dios significa fidelidad a ese Pacto desde el lado de Dios. Usándola para referirse a Dios, la justicia también puede ser otra palabra para significar: ayuda, demostración de amor y obra de misericordia.
También puedes recordar las bienaventuranzas de nuestro Salvador. En ellas habla acerca de los pobres de espíritu, los que lloran, los mansos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de limpio corazón, los pacificadores, los que padecen persecución. Todas estas expresiones se refieren a la misma clase de personas, a saber, los justos.

Con esto no queremos afirmar, que todos los justos siempre viven todas las cosas en la misma medida.

Aquí abajo facilitamos un sumario de todas esas palabras y expresiones. Las tomamos de la versión Reina-Valera 1960:
Los rectos,
el oprimido,
el menesteroso,
el pueblo humilde,
el pobre,
el débil,
los rectos de corazón,
los piadosos,
los fieles,
los limpios,
la descendencia justa,
los santos,
los que son rectos de corazón,
los humildes,
el necesitado,
tu siervo,
los sencillos,
los buenos,
todos los que en ti se esconden,
quienes aman tu nombre,
quienes conocen tu nombre,
quienes te buscan,
aquellos que entre los perseguidores se
esconden en tu diestra,
todos los que te esperan,
quienes guardan su pacto y sus testimonios,
quienes aman tu salvación,
los que andan irreprensiblemente,
el hombre que confía en ti,
el hombre que teme al Señor,
el que se goza de corazón en sus
mandamientos,
quienes andan en la Ley (Thorá) del Señor,
los que guardan sus testimonios,
los que buscan de todo corazón,
quienes andan en sus caminos,
los pobres de Sión,
todos los que le aman,
los contritos de corazón,
los pobres en espíritu,
los mansos de la tierra,
los fieles en la tierra.
otros pueden poseer toda clase de riquezas, pero “el SEÑOR es mi heredad”, Dt. 10: 9, 18: 2.

El ani (menesteroso, se deriva, como palabra, de anah: ser encorvado, combo, desdichado)
De la misma raíz se deriva la palabra anaw (humilde). También ésta señala al pobre como un encorvado, tanto ante Dios como a los ojos de las gentes.

Pobreza, enfermedad, postergación, impugnación y opresión son naturalmente también fenómenos generalmente humanos. También paganos e incrédulos pueden hablar de ello. Pero estas cosas no fueron tratadas así en los salmos. En éstos, esas formas de sufrimiento están en una luz muy concreta. Cuando los salmistas se lamentaban de la pobreza, de la opresión de los blasfemos, de los mentirosos, de los opresores, de los hoyos y lazos, traen estos asuntos ante la presencia de Dios como dolor que, según lo expresó el Salvador, les sobrevenía por causa de la justicia.

Nuestro Salvador llamaría a esto: “llevar la cruz”. Llevar la cruz es sólo el dolor que soportamos “por causa de la justicia”, por causa de nuestra lealtad para con Dios y su causa, por amor de Cristo, “sin causa”, Sal. 25: 3, 44: 22, Ro. 8: 36. Todo el otro dolor o sufrimiento que tenemos en común con el mundo incrédulo, es consecuencia del pecado y castigo del mismo.

El Libro de los Salmos es el libro de los himnos de los justos sufrientes.

Cuando oímos de cristianos perseguidos, nos inclinamos a dolernos con ellos. Pero nuestro Salvador les felicitó. No a pesar de su persecución, sino porque eran perseguidos: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”, Mt. 5:10.

Característico de los justos es que, por lo que respecta a su propio derecho, encomendaban su causa, en apelación suprema, al SEÑOR, y oraban: “Disputa, oh Jehová, con los que contra mí contienden”, Sal. 35:1.

El himnario del remanente

“Decid al justo que le irá bien, porque comerá del fruto de su trabajo (para él promesas de salvación). ¡Ay del impío! Mal le irá, porque según las obras de sus manos le será pagado” (para él anuncios de juicio), Isaías 3:10-11.


Los malos en los Salmos

Cuando en Israel un necio decía: “No hay Dios”, con ello negaba, que Dios ve y advierte y pide cuentas a los hombres.

Naturalmente que Dios existe, pero no se ocupa de nuestras prácticas, -decían. Por tanto, los impíos ciertamente no eran ateos.

Sí, a veces esos impíos incluso andaban por ahí hablando con la boca llena acerca del Pacto. Pues en el Salmo 50 también leemos esto: “Pero al malo dijo Dios: ¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes, y que tomar mi pacto en tu boca?, v. 16.

Este retrato de los impíos adquiere rasgos aún más claros si después analizamos cómo la Torá y los Profetas hablan de ellos: exactamente igual que los Salmos; o para resumirlo con palabras de Pablo: “(Hombres) que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella”, 2 Ti. 3: 5.

Eso señala también el apóstol Judas cuando escribe: “Porque algunos hombres han entrado (en la iglesia) encubiertamente, (...) hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. (...). Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho”, Judas vs. 4 y 16.

La palabra rasj a proviene originalmente de la esfera de la justicia, y literalmente significa: el culpable.

Así el sadiq o justo que frente a Dios estaba (en pie) en su derecho, puesto que se atenía al Pacto de Dios, mientras que el rasj a o impío no lo hacía, y por eso venía a ser culpable ante Dios.

Asimismo, colocaremos revueltos todos estos sinónimos tomados de la versión Reina-Valera:
Los pecadores,
los transgresores,
los hacedores de injusticia,
los malos,
los malvados,
los malhechores,
los malignos,
los apóstatas,
los equivocados,
un pueblo sin virtud,
los enemigos de Jehová
los enemigos,
los adversarios,
los odiadores,
los necios,
los insensatos,
los sin razón,
los sin razón entre el pueblo,
los altivos,
los soberbios,
los temerarios,
la lengua fanfarrona,
los burladores,
los traidores,
los hipócritas,
los labios engañosos,
los habladores de mentira,
el embustero,
los sanguinarios,
el hombre de mentira e injusticia,
los violentos.


“Necio”, una palabra religiosa usada para designar a la persona cuya actitud de vida consiste en hacer en la vida diaria como si no existiese un Dios que se fija en ti. Tales israelitas y cristianos viven del pensamiento siguiente: -”Oh, eso lo olvida Dios”; o: -”Él no se fija en tales cosas”.


Pero todos somos pecadores.

No, la gran diferencia o antítesis entre justos e impíos en el pueblo de Dios no consiste en pecar o no pecar,
ni incluso en cometer alguna vez una profunda caída en pecado. Esta diferencia o contraste proviene de una actitud de vida rotundamente contraria a la relación con Dios y su Palabra. Expresiones como: malvado, maligno, apóstata, equivocado y malo, tampoco caracterizan a los impíos como alguien que diariamente cae en pecado, sino como quien vive constante- y deliberadamente en pecado. Los justos caen, a cada paso, en pecado -con gran pesar por su parte. Los impíos tienen como estilo de vida el menospreciar a Dios y su Palabra.



Salmo 1 – como clave para entender los Salmos

En la Torá descansa toda la Escritura. En la Torá descansa la parte segunda de la Escritura: los
Profetas. En la Torá descansa también la tercera parte de la Escritura: los Escritos, también llamados los Salmos. Por consiguiente, el Salmo 1 señala inmediatamente a la Torá.
Como enlace con lo precedente (Malaquías) y como introducción a la siguiente (todo el Libro de los Salmos y parte de los Escritos).

La primera palabra de la primera frase de este primer salmo ya nos hace saber, que las apariencias engañan. A pesar de sus sufrimientos, mejor puedes felicitar a los justos que tenerles conmiseración. A la luz de la Palabra de Dios, precisamente tienen buena suerte.

El Salmo 1 pinta el retrato de un israelita justo como alguien que medita día y noche” la Palabra de Dios. Pero también podemos traducir: que “lee susurrando suavemente”, que “dice para sí mismo” la Palabra de Dios. No es una persona que “se apresure a leer un trocito”; no, ella quiere retener lo leído y, para grabarlo bien en su memoria, lo lee para sí misma musitándolo o a media voz.

A primera vista, en Israel los pobres justos llevaban quizá vidas fracasadas, mientras que los impíos aparentemente obtenían los más grandes éxitos; pero, a los ojos de la fe, sólo en las vidas de los justos florecían hermosos frutos.

¿Por qué los justos, a pesar de todas las señales externas de lo contrario, son dignos de felicitación? Porque el SEÑOR conoce su camino.

¡el Dios a quien los salmistas oran, se quejan y aclaman es hasid!: misericordioso, leal! Su hesed (misericordia, fidelidad al Pacto, lealtad) es “tan alta como el cielo”, un Aliado cuya fidelidad “alcanza hasta las nubes”, Sal. 36: 5.

Salmo 2 – como segunda clave para entender los Salmos

Salmo 2 (“Y, a pesar de todo, ¡el Reino del SEÑOR y su mesías alcanzarán la victoria final!)



“Lo más valioso que los Salmos hacen por mí es expresar el mismo placer por Dios que consiguió que David bailara… destaca por ser algo sorprendentemente robusto, viril y espontáneo.” CS Lewis

“el poeta de Salmos no trazaba ninguna distinción entre “contemplar la belleza del Señor” y los actos del culto en sí mismo.” CS Lewis

“en lo que sí deseo insistir es en lo que creo que más necesitamos… la gloria y el placer en Dios que encontramos en los Salmos que… pueda estar relacionada con el Templo… Estos poetas conocían muchas menos razones que nosotros para amar a Dios. No sabían que Él les ofrecía la gloria eterna; y mucho menos que Él moriría para ganarla por ellos. Y aún así, ellos expresan un anhelo de Dios, de su mera presencia… desean vivir sus días en el Templo para poder ver constantemente “la belleza del Señor”… si nos falta ese encuentro con Él, sus almas languidecen como una tierra árida falta de agua… Yo llamaría a esto – apetito por Dios

“Es alegre y jocundo. Ellos están contentos y exultantes, sus dedos se mueren por tocar el arpa… Ruido podría bien decirse: La mera música no es suficiente… batan palmas… que haya címbalos sonoros, no solo bien afinados sino ruidosos y danzas también.”

“Yo encuentro una experiencia plenamente centrada en Dios, que no solicita de Él más que su presencia, el regalo que Él constituye, gozoso en grado máximo e inconfundiblemente real.



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