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viernes, 6 de noviembre de 2015

La Doctrina de la Ira de Dios

La Doctrina de la Ira de Dios
Por Joseph Scheumann

La doctrina de la ira de Dios ha caído en tiempos difíciles. En el mundo de hoy, cualquier concepto de la ira de Dios ofende nuestros sentimientos modernos. Es demasiado desconcertante, demasiado intolerante.

Vivimos en un día donde nos posicionamos como jueces en un juicio sobre el carácter de Dios. "¿Cómo puede el infierno ser justo?" "¿Por qué Dios ordenaría a los israelitas destruir a los Cannanitas?" "¿Por qué Dios parece estar siempre enojado?"

El hecho de que muchas personas luchan con estas y muchas otras preguntas de este tipo, significa que más que nunca se necesita un pensamiento correcto sobre la doctrina de la ira de Dios. Se necesita para motivar el vivir cristiano, alimentar una adoración apropiada, y como herramienta para enfrentar objeciones hacia el cristianismo.

A continuación cinco verdades bíblicas sobre la ira de Dios:

1. La ira de Dios es justa.

Se ha vuelto común para muchos argumentar que el Dios del antiguo testamento es un monstruo moral, que no es en modo alguno digno de adoración.

Sin embargo, los autores bíblicos no tienen dicho problema. De hecho, se dice que la ira de Dios está en perfecto acuerdo con la justicia de Dios. Pablo escribió, "Mas por causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios" (Romanos 2:5, LBLA). La ira de Dios es, entonces, proporcional al pecado humano.
De manera similar en Proverbios 24:12 dice, "Si dices: Mira, no sabíamos esto. ¿No lo tiene en cuenta el que sondea los corazones? ¿No lo sabe el que guarda tu alma? ¿No dará a cada hombre según su obra?"

J.I. Parker resumió: 
"En la Biblia la ira de Dios nunca es caprichosa, autoindulgente, irritable, o moralmente innoble, cosa que es muy común en la ira humana. Más bien es una reacción correcta y necesaria hacia el mal moral"

2. A la ira de Dios hay que temerle.

Hay que temer la ira de Dios porque todos han pecado y caído de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Debemos de temer la ira de Dios porque apartados de Cristo estamos justamente condenados (Romanos 5:1).

Debemos temer la ira de Dios porque Dios es suficientemente poderoso como para cumplir lo que promete (Jeremías 32:17). Debemos temer la ira de Dios, porque Dios promete eterno castigo para aquel que esté apartado de Cristo (Mateo 25:46).

3. La ira de Dios es congruente en el Antiguo y Nuevo Testamento.

Es común pensar del Dios del Antiguo Testamento como malo, duro y lleno de ira, y del Dios del Nuevo testamento como tierno, paciente y amoroso. Ninguno de estos retratos es representativo de la enseñanza de las Escrituras sobre la ira de Dios.
Encontramos descripciones inmensamente terribles de la ira de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento. A continuación unos cuantos ejemplos:
  • "He aquí, la tempestad del Señor con furor ha salido; una tempestad devastadora descargará sobre la cabeza de los malvados". (Jeremías 30:23)
  • "Dios celoso y vengador es el Señor; vengador es el Señor e irascible. El Señor se venga de sus adversarios, y guarda rencor a sus enemigos". (Nahúm 1:2)
  • "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad". (Romanos 1:18)
  • "De su boca sale una espada afilada para herir con ella a las naciones, y las regirá con vara de hierro; y El pisa el lagar del vino del furor de la ira de Dios Todopoderoso". (Apocalipsis 19:15)
4. La ira de Dios es su amor en acción en contra del pecado.

Esto es contra intuitivo, pero escúchame. Dios es amor, y Dios hace todas los cosas para su gloria (Romanos 11:36). Dios ama su gloria sobre todas las cosas (¡lo cual es algo bueno!). Por lo tanto, Dios gobierna el mundo de una manera que le da máxima gloria. Esto significa que Dios debe de actuar de forma justa y juzgar el pecado (es decir, responder con ira), de otra manera Dios no sería Dios. El amor de Dios por su gloria motiva su ira en contra del pecado.

Ciertamente, el amor de Dios por su propia gloria es una realidad aleccionadora para muchos y no es buena noticia para los pecadores. Después de todo "¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo!" (Hebreos 10:31).

5. La ira de Dios es satisfecha en Cristo.

Aquí tenemos las buenas noticias definitivas. "Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores" (1 Timoteo 1:15) Gracias a Cristo, Dios puede llamar justificados a los pecadores apropiadamente (Romanos 3:26) Dios ha hecho lo que nosotros no hemos podido hacer, y lo que nosotros no nos merecemos. Charles Wesley se exultó correctamente en esta buena noticia:


Y podrá ser lo que debo de ganar ¿Interés en la sangre del Salvador? ¿Murió por mí? ¡Quien causó su dolor! ¿Por mí – quien le persiguió hasta la muerte? ¡Asombroso amor! ¿Cómo puede ser? Por eso, mi Dios, ¿debió morir por mí?

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Soli Deo Gloria: Sólo a Dios la Gloria

Soli Deo Gloria: Sólo a Dios la Gloria

Romanos 11:36
La frase "Sólo a Dios la gloria " se escucha comúnmente entre los hijos de Dios. Es una frase fácil de recordar, difícil de entender y prácticamente imposible de vivir de manera consistente dada nuestra naturaleza pecadora. Si no comprendemos lo que es, significa o implica la gloria de Dios, mucho menos entenderemos lo que implica darle a él la gloria. Nuestra naturaleza egocéntrica se niega dar a Dios la gloria.

Creyentes y no creyentes, y todo el universo espiritual o material, fuimos creados con la intención expresa de glorificar a nuestro Dios. Así lo afirma el texto de Isaías 43:7 "a todo el que es llamado por mi nombre y a quien he creado para mi gloria, a quien he formado y a quien he hecho". La razón de nuestra existencia, trabajo, matrimonio, o diversión, debería ser primeramente para la gloria de Dios. Hasta las cosas más rutinarias y cotidianas deberían ser hechas para la gloria de Dios.

Hoy en día, no se oye hablar sobre la gloria de Dios ni siquiera en muchos pulpitos.  Esto se debe a que no se le da a Dios valor. Sin embargo, como dice Romanos 11:36: Todo es de Él. Todo es por Él. Todo es para Él.

La gloria de Dios: definición
Definir adecuadamente la gloria de Dios es casi imposible porque nadie la ha visto jamás. Moisés rogó a Dios que le mostrara su gloria (Éxodo 33:18) y Dios le respondió: "...No puedes ver mi rostro; porque nadie puede verme, y vivir" (vs. 20). No podemos definir su gloria, pero si podemos hablar de aquellas cosas que Su Palabra revela acerca de esa gloria. Desde este punto de partida la gloria de Dios parece significar HONOR, EXCELENCIA, REPUTACIÓN; algo no ordinario. En esencia, la gloria de Dios puede resumirse como el conjunto de cualidades o atributos que Dios tiene en Su ser interior; y externamente podemos decir que su gloria es el despliegue de esos atributos en su creación. Para Juan Calvino, la creación era el teatro (o escenario) de la gloria de Dios, como dice el Salmo 19:1.  Sin pronunciar palabra la creación refleja Su sabiduría, poder, majestad, trascendencia y belleza. Aún con todo ello, todo este universo no podía poner de manifiesto  Su bondad y Benevolencia, Su amor y Su misericordia, Su justicia y Su  santidad. Tan sólo la Cruz del calvario hace eso.

La salvación para la gloria de Dios solamente
De una manera extraordinaria, la cruz muestra al Dios santo e inocente tomando el lugar del pecador y sufriendo el castigo que debió haber caído sobre nosotros. Y lo hizo por una sola razón: por las riquezas de su gracia. Todos los cristianos debemos reflejar de  "regreso hacia Él" la gloria de su gracia que llega a nosotros en la salvación. Así lo dice Efesios 1:3-14. Se ha hecho un énfasis en una salvación centrada en el hombre haciéndolo el centro del plan de redención de Dios, cuando la palabra de Dios describe una historia redentora  centrada en Dios de principio a fin. Todo es de Él, por el Él y para Él.  Por tanto, sólo a Él sea la gloria.

La salvación es para la gloria de Dios solamente porque ella es el fruto de la Trinidad completa a favor de los seres humanos y pone de manifiesto de manera extraordinaria atributos de Dios que el resto de la creación no podría mostrar. La salvación en la enseñanza bíblica es una obra en acuerdo y unidad de los miembros de la Trinidad: El Padre elige. El Hijo redime. El Espíritu regenera y santifica.  El Padre elige en la eternidad pasada –Efesios 1:3-14.  El Hijo de Dios nos redime en la cruz del calvario eliminando la pena del pecado –Romanos 3:20-26.  El Espíritu debilita el poder del pecado en nosotros –2 Corintios 3:18. Queda así manifiesta la Gloria de Dios Padre; la de Dios Hijo, y la de Dios Espíritu Santo.

Hoy en día hay una trivialización de Dios porque la idea prevaleciente es que lo que no conduce a la felicidad del hombre es malo, injusto e imposible de atribuírselo a Dios. Ahora la gloria de Dios consiste en el bien del hombre. En lugar de que el hombre viva para glorificar a Dios; Dios vive para glorificar al hombre. Como diría Santiago 3:10b "Hermanos míos, esto no debe ser así."

La centralidad de Dios en Dios
Después de que Adán corrompió con un solo acto la creación, Dios en su benevolencia anunció la futura venida de un redentor sin que el hombre pidiera tal ayuda. Así transcurre la historia bíblica, anuncio tras anuncio sobre el Mesías que habría de venir para salvar lo que se había perdido, hasta que llegado el tiempo Dios envió a su Hijo, aquel prometido desde Génesis y que vino a través de la simiente de Abraham, David, y muchos más.

Dios es el único Ser necesario en toda la creación; Él sostiene el universo con el poder de su palabra –Hebreos 1:3.  Él comenzó la historia del hombre y Él la terminará. La historia apunta hacia Él y gira en torno a Él. La historia redentora glorificará Su nombre. Los redimidos glorificarán Su misericordia y los condenados glorificarán Su justicia. ¡Todos glorificarán al Dios que adoramos! Toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor –Filipenses 2

La gloria de Dios y el egocentrismo humano
Hay una gran diferencia entre la teología confesional que está centrada en Dios y la teología funcional que está centrada en nosotros mismos. En otras palabras podemos decir muchas veces "gloria a Dios" mientras hacemos muchas cosas, pero en nuestro interior las hacemos con el deseo y la expectativa de ser reconocido; si esto no ocurre nos sentimos frustrados, heridos. Y sucede porque aunque podamos decir confesionalmente "gloria a Dios",  funcionalmente lo hicimos para nuestra gloria y relumbre, y esperamos el reconocimiento de los hombres más que el de Dios.

A muchos no les sienta bien la idea de que todo sea hecho para la gloria de Dios. Se preguntan si Dios no será un gran egoísta. Dios no  es como nosotros que sólo pensamos en nosotros mismos cuando hacemos lo hacemos. Cada vez que Él se glorifica, el ser humano es beneficiado; por ejemplo: Dios se glorificó en la creación, en la salvación de los perdidos; en la procreación; en la sexualidad, y el hombre se beneficia de todo este bien.  Dios está siempre por Él en primer lugar pero también por el hombre en un grandioso segundo lugar. Dios nunca está tratando de ser el centro de atención porque ÉL ES EL CENTRO DE ATENCIÓN. Dios no tiene que luchar porque él es el centro de todo. Cada día, en todo detalle de su creación  macro o micro, a la vista de todos o de nadie, en cada acción de sus criaturas o su creación Él se glorifica y todo grita: "¡Gloria a Dios !"  Y un día ante su presencia,  nosotros gritaremos llenos de regocijo... al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén. (1 Timoteo 1:17)


Adaptado del libro Enseñanzas que Transformaron el Mundo. Autor Dr. Miguel Núñez; por Carlos Astorga T.

Solus Christus: Salvación en Cristo Solamente

Solus Christus: Salvación en Cristo Solamente

"Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mi" Juan 14:6

Introducción
En un mundo tan inclusivo y tolerante como el nuestro, proclamar a Jesús como el único camino, como la única verdad y como el único acceso al Padre es irritante para muchos.  Nadie nos atreveríamos a hacer tales pronunciamientos tan excluyentes si Jesús no hubiese sido el originador de esas frases pilares de la fe cristiana.  El hombre de hoy influido del posmodernismo, relativista, subjetivista, piensa que la verdad es relativa a la perspectiva de cada uno, por eso nadie posee la verdad, como única. Lo que esta gente ignora es que la verdad siempre es exclusiva independientemente del campo del saber que estemos considerando. La verdad es siempre posicional, porque cuando hacemos afirmaciones, estas o son ciertas o están erradas, pero no ambas cosas a la vez. El error siempre tiene cabida para la verdad pero la verdad nunca tiene cabida para el error.  En el caso de Jesús, él no dijo tener la verdad sino ser la verdad: “ Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6)

Salvación sólo en Cristo
La iglesia católica enseña que la salvación no está en Cristo solamente. El punto 95 del Catecismo Católico enseña que la tradición, la Escritura y el magisterio de la iglesia "contribuyen eficazmente a la salvación de las almas", dando a entender que la iglesia Católica Romana en sí misma juega un papel en la salvación de los hombres, lo que contradice por completo la enseñanza de las Escrituras.  Cristo dijo de manera categórica que él es el camino y nadie va al Padre si no es a través de Él. Como Zwinglio lo dijo:
“El resumen del evangelio es que nuestro Señor Cristo, el verdadero Hijo de Dios, nos ha hecho conocer la voluntad de nuestro Padre Celestial y nos ha redimido de la muerte y nos ha reconciliado con Dios a través de su inocencia. Por tanto, Cristo es el único camino de salvación de todos los que fueron , son ahora o serán.”

El rol de Jesús en la salvación
Jesús vino a vivir una vida que ninguno de nosotros podía vivir, a morir una muerte que ningún ser humano podía sufrir, y a resucitar de entre los muertos para conquistar al pecado y la consecuencia del pecado, la muerte. En las Escrituras, tanto la vida como la muerte y la resurrección de Jesús contribuyen a la salvación de los perdidos. Su muerte fue vicaria o sustitutiva (2 Corintios 5:21). Su muerte fue también propiciatoria, es decir, Cristo vino para ser un sacrificio que aplacara la ira de Dios (Romanos 3.25; Hebreos 2:17). La resurrección de Cristo, fue el amén del Padre al sacrificio perfecto de su Hijo. Si ese sacrificio no hubiera llenado las demandas de la ley, Dios  Padre jamás lo hubiese aceptado. La muerte de Cristo fue vital, pero no sin su resurrección (1 Corintios 15:12-19). La iglesia cristiana espera la segunda venida de Cristo porque así como cumplió la promesa de su resurrección, cumplirá la de su segunda venida.

La salvación según Jesús
A través de todo lo que dijo Jesús de sí mismo en los evangelios, dejó claro que él era el único camino  de salvación. El fue enviado por el Padre; sólo él llenaba los requisitos para la salvación. Habiéndose encarnado, sólo él llenó a la perfección las demandas de la ley; sólo él se ofreció como sacrificio por nuestro pecado; sólo él nació, vivió y murió sin pecado. Habiendo muerto en lugar de los pecadores, resucitó victorioso sobre el pecado y la muerte. Por lo tanto sólo en él hay salvación. Él es el único camino que hay que seguir, él es la verdad que tenemos que creer, y la vida que tenemos que  vivir (Juan 14:2-6).

Primer concepto
 Cristo el único camino: Cuando Adán pecó perdió el camino a la comunión con Dios, la muerte entró y la vida se le llenó de espinos y abrojos. La vida es como un desierto o como una jungla, si quieres salir vivo de allí, tienes que poner tu mano en la mano del Señor y él te guiará a puerto seguro. Él es el único camino para seguir, y estar, en la presencia y comunión con Dios. Las religiones te ofrecen ritos y ceremonias, Jesús te ofrece reconciliarte con Dios. Los sistemas religiosos te dicen: "Sigue estas reglas"; Jesús te dice "sígueme".

Segundo concepto
 Cristo la verdad: Todos los caminos prometen llevar al encuentro con la deidad, pero mienten y engañan. Nosotros, en asuntos espirituales no podemos distinguir la verdad de la mentira, no sabemos cómo diferenciarla. Cristo dijo: Yo soy la verdad; no una verdad. No vino simplemente a decir la verdad, vino a personificar la verdad. Él es la verdad misma, y esto nos trae descanso porque él es la verdad sin sombra de mentira.  Además, cuando hacemos el compromiso de seguirlo hacemos el compromiso con la verdad en todas sus formas. Siguiendo a Cristo nos comprometemos a andar en la verdad; entendemos que si mentimos representamos el mundo de las tinieblas, no el mundo de la luz. Tenemos un compromiso con la verdad aún en las cosas más pequeñas. Andar en la mentira es crispante, andar en la verdad es paz y descanso.

Tercer concepto
Cristo la vida: El primer Adán junto con su esposa comió del fruto prohibido, y perdió la vida. Dios mandó que no comieran de aquel árbol y ellos comieron. Ahora Cristo, en el Nuevo Testamento se ofrece como el pan de Vida; como el árbol de la vida del cual todos podemos comer y resulta que nadie quiere comer de Él. ¿Quién entiende al hombre? Cuando se le prohíbe comer, come y cuando se le invita a comer no come; es siempre contrario al mandato de Dios.  Cristo no señaló el camino, sino que se identificó él mismo como el camino, y como él no es una carretera, para caminar lo único que podemos hacer es seguirlo. Él nos guiará a lo largo de todo nuestro camino hasta llevarnos al Padre celestial. No perderemos el camino si seguimos al Señor.

Jesús como persona es única en la historia. Jesús fue único en su tiempo, en su nacimiento, en su naturaleza, en su autoridad, en su influencia, en su santidad. Con Cristo tropiezan la religiones que utilizan intercesores, buenas obras, repeticiones de fórmulas de oración, y penitencias. Lo que la Biblia enseña acerca de Cristo y su divinidad, hace tropezar cualquier doctrina haya existido  en la historia de la humanidad. Sólo el evangelio centrado en la vida, la muerte y la resurrección de Jesús puede salvar al pecador, sostenerlo y llevarlo con seguridad al cielo. SOLO CHRISTUS--La salvación está en Cristo solamente.  


Adaptado del libro Enseñanzas que Transformaron el Mundo. Autor Dr. Miguel Núñez; por Carlos Astorga T.

Sola Gratia: Solo por Gracia

Sola Gratia. Solo por Gracia
Efesios 2:4-9

Introducción
Hace algunos años se celebró en Inglaterra un congreso de religiones con la idea de reunir expertos en diferentes religiones y compararlas. Al preguntarse si el cristianismo tenía algo particular que no tuviera ninguna otra religión pensaron en la encarnación, en la resurrección, pero encontraron que en otras religiones se mencionaban. Cuando llegó a la reunión C.S. Lewis, sin pensarlo dos veces dijo: "¡Ah! eso es fácil, es el concepto de la gracia". Después de una breve discusión los expertos tuvieron que concluir que ciertamente en ninguna otra religión Dios ofrece su amor y su salvación completamente gratis, de forma incondicional. Solamente en el cristianismo se da esa condición.

La calidad de nuestras obras
Poco tiempo después de la caída del hombre, vemos que la raza humana se corrompió a un grado tal que Dios se vio en la necesidad de juzgar a todo el planeta (Génesis 6:5) " Y el Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer siempre el mal." Desde que Adán y Eva desobedecieron a Dios, el ser humano evidencia suficiente de la maldad de su corazón. Isaías, un hombre de gran rectitud, cuando se vio ante la presencia de la santidad de Dios dijo: "¡Ay de mí! Porque perdido estoy, pues soy hombre de labios inmundos y en medio de un pueblo de labios inmundos habito, porque han visto mis ojos al Rey, el Señor de los ejércitos." Isaías 6:5.  Más adelante, en el Nuevo Testamento Pablo dijo: "Todos se han desviado, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno." (Romanos 3:10).  Todas las facultades del hombre están afectadas por el pecado; su mente, corazón, emociones y voluntad, y por tanto todas sus obras están teñidas de maldad; a esto se le llama depravación total.

La Gracia y la Justicia de Dios frente a las obras del ser humano
La Gracia de Dios es aquel atributo por medio del cual él nos concede lo que no merecemos. Algunos definen la gracia simplemente como el favor inmerecido de Dios. Esto puede verse a la luz de la justicia de Dios, que es otro de sus atributos, y la parte de su carácter que garantiza que su ley santa sea cumplida, y que a la vez asegura que lo que fue bien hecho sea recompensado y lo mal hecho castigado a su debido tiempo. Así pues, la salvación es un regalo de Dios; es un don otorgado por gracia. La gracia excluye la posibilidad de que las obras de los hombres puedan contribuir en algo para su salvación. Como dice Romanos 11:6: "Y si es por gracia, ya no es por obras; porque en tal caso la gracia ya no sería gracia". (NVI) Las obras excluyen la gracia, y viceversa. De ahí la afirmación de las Escrituras "Solo por gracia": Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!" (Efesios 2:5)

La razón de nuestra salvación
La razón por la que Dios decidió salvarnos no radica en nosotros, sino exclusivamente en la benevolencia de su Ser. Las motivaciones de nuestra salvación se describen en Efesios 2:4-5:
 Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados). 
Las tres palabras subrayadas: misericordia, amor, gracia, están íntimamente relacionadas con nuestra salvación. La gracia es recibir aquello que no merezco. No merezco estar en el cielo, pero la gracia de Dios me da la entrada a su presencia. La misericordia es no recibir lo que sí merezco: la condenación. Pero por creer el testimonio del evangelio ya no iremos a condenación. Todas las criaturas han sido receptoras de la gracia común de Dios desde el mismo momento de su creación; nada ni nadie obligó a Dios a crearnos, pero él quiso compartir su amor con nosotros. Los ángeles no caídos han sido receptores de su gracia, pero al no haber pecado no han sido receptores de su misericordia. Esto nos lleva a señalar que el hombre ha sido receptor tanto de la gracia como de la misericordia, si ha recibido la salvación. Nosotros tenemos dificultad para concebir una salvación por gracia porque estamos muy acostumbrados a pagar por todo lo que hacemos. Y Dios obra así por causa de su gran amor que tiene características sorprendentes: Su amor es incondicional, es eterno, es dadivoso o altruista, es incomprensible. Perdernos de este amor es morir eternamente. C.S. Lewis decía al respecto: 
Si alguien me abandona, yo sufro; pero si yo abandono a Dios, él sufre, pero no porque yo  lo haya abandonado sino por lo valioso de lo que yo estoy perdiendo.”

Las características de la gracia de Dios
La gracia de Dios es inmerecida: Los seres humanos no hemos hecho nada para ser considerados merecedores de la gracia impartida sobre nosotros.

La gracia de Dios es común y es especial: La gracia común es aquella que reciben todos los seres humanos independientemente de que sean creyentes o no. Es la que hace que el sol y la lluvia caigan sobre buenos y malos. La gracia especial es el bien que algunos reciben de parte de Dios como se dice de Naamán el sirio:  Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio" (Lucas 4:27-29).

La gracia de Dios es soberana: Dios le dijo a Moisés: "Yo haré pasar toda mi bondad delante de ti, y proclamaré el nombre del Señor delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión de quien tendré compasión” (Éxodo 33:19). El hombre se irrita cuando ve la gracia soberana de Dios en acción, como cuando los judíos se enojaron contra Jesús cuando le habló de la sanación de Naamán el sirio, y la alimentación de la viuda de Sarepta (Lucas 4:25-29). Aun cuando el ser humano en su orgullo no lo tolera, la gracia de Dios es soberana.


Tomado del libro Enseñanzas que Transformaron el Mundo por Dr. Miguel Núñez; Por Carlos Astorga T.

Sola Fide: Solo por fe

Sola Fide: Solo por fe
 Romanos 1:17
Al igual que la doctrina de la sola scriptura, esta enseñanza acerca de la salvación por fe solamente, formó parte del corazón del Movimiento de Reforma. Es una doctrina fácil de ver en la Palabra de Dios. Hay múltiples pasajes donde claramente se expresa que la salvación es por fe solamente y no por obras. Para Martín Lutero la enseñanza de la justificación por fe solamente era el principio sobre el cual la iglesia se levanta o cae. Hay doctrinas que los cristianos maduros y eruditos tienen libertad para interpretarlas en formas diferentes.  Pero esta doctrina representa el corazón de la fe cristiana no solo para Lutero, Calvino y los demás reformadores, sino también para nosotros.

En el caso de Lutero lo que le atormentaba era que a pesar de ser un monje ejemplar no encontraba la paz para su alma, esto le hacía confesarse constantemente, describiendo ese período como uno de gran desesperación, a tal grado que cuando alguien le preguntó si amaba a Dios, respondió "¿Amar a Dios?... Yo a veces lo odio". Hasta que estudiando y enseñando el libro de Romanos entre 1510- 1517 entendió la frase de Romanos 1:17, "el justo por la fe vivirá". Cuando esto pasó pronunció estas palabras: 
"Finalmente, meditando día y noche, por la misericordia de Dios, yo... comencé a entender que la justicia de Dios es aquella a través de la cual el justo vive como un regalo de Dios, por fe... con esto yo me sentí como si hubiese nacido de nuevo por completo, y que hubiese entrado al paraíso mismo a través de las puertas que habían sido abiertas ampliamente."

La Salvación mal entendida
En nuestro contexto latinoamericano algunas personas creen que van ir al cielo, y no pueden ir al infierno, porque nunca han matado a nadie, ni han robado, ni han sido infieles a su cónyuge. Aunque reconocen haber dicho algunas mentiras también se responden ¿quién no las ha dicho? Otros piensan "No soy el más santo de todos, pero tampoco soy el peor; de manera que espero que Dios pueda tomar eso en cuenta". La gente piensa que cuando Dios examine su vida, se librarán del infierno porque sus obras no son tan malas como las de otros. Desafortunadamente pensamos así porque no vemos lo malvado que es nuestro corazón y nuestra ciega conciencia no nos permite verlo de otra manera. Dios tiene que obrar para ver lo malvado que es nuestro corazón. Oswald Chambers explica que el Espíritu de Dios da convicción de pecado al incrédulo para llevarlo al arrepentimiento y perdón para hacerlo nacer de nuevo. En ese instante, el Espíritu de Dios  viene a morar en el interior de la persona y ahora que es salvo el Espíritu Santo continúa produciendo convicción de pecado durante su proceso de santificación pero ya con la esperanza de su salvación.

Cuando Dios nos dio su ley, lo hizo  no pensando que podíamos cumplirla, sino para mostrarnos la maldad de nuestro corazón, la imposibilidad de cumplir su ley y la necesidad de un salvador. Los reformadores han explicado que la ley de Dios tiene dos o tres funciones distintas; la primera, llevar al pecador a los pies de Cristo al entender la imposibilidad de cumplirla. Romanos 3:20 dice "por medio de la ley viene el conocimiento del pecado.” ¡Cuidado! No dice el "conocimiento de la salvación" sino el de cuán pecaminoso soy.  Ese conocimiento, aunado al conocimiento de la función de Cristo en la salvación, me lleva a depositar mi fe en Cristo como mi Redentor y Salvador.

La salvación por fe solamente
Para muchos, el párrafo de Romanos 3:20-26 es el corazón de esta epístola. La primera enseñanza (vs 20) de esta porción es que por medio de las obras de la ley es imposible ser justificado.  El mejor esfuerzo humano no llega a cumplir la ley a cabalidad; por nuestros propios medios jamás alcanzaremos un estado de santificación tal como para ser declarados justos. Lo único que la ley puede hacer por mí  es revelarme el carácter santo de Dios y al hacerlo puedo ver lo que Dios es y lo lejos que estoy de él por lo que yo soy y hago.

Por esa razón el verso 21 dice: " Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, atestiguada por la ley y los profetas;" y luego el 22 explica cómo ocurre: "es decir, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen." La rectitud moral de Dios ahora se manifestó aparte de la ley; en otras palabras, como la ley no nos puede dar una justicia para nuestra salvación, el camino para tener una justicia salvífica es otro: tener la justicia de Dios, la única justicia salvífica de todo el universo, por medio de la fe en Jesucristo. De ahí la frase "Sola Fide" de los reformadores. 2 Corintios 5:21 lo dice así " Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él". Notemos el intercambio en lo que dice el texto: "le hizo pecado por nosotros" Dios puso en la cruz nuestros pecados en Cristo, al punto tal que él "fue hecho pecado". Esto habla de una identificación total. Su sustitución fue completa. Dios trató a su Hijo amado como pecador, descargando su ira sobre él. Ahora dice: "para que fuéramos hechos justicia de Dios en El". Esto es recibir el carácter santo de Dios por medio  de la fe en Jesucristo. Así recibimos la justicia de Dios; somos hechos justos por Dios--una identificación total. Ahora somos justos como Cristo, sin serlo, y sólo por la fe. Es por eso que Lutero decía "Simul Justus et peccator"  "soy justo y pecador al mismo tiempo."
  
Reflexión final
El carácter moral o santidad que me permite entrar al cielo es algo que me ha sido otorgado (imputado) por Cristo después que mis pecados han sido perdonados por Él. El evangelio son las buenas nuevas de salvación en Cristo Jesús quien nos reconcilió con el Padre, siendo nosotros aún pecadores.  Hemos sido justiciados por fe solamente, pero esa fe es también una obra de gracia de parte de Dios. Mientras mejor entiendo su gracia, más entiendo que todo cuanto he llegado a ser no es otra cosa que el fruto de esa gracia.


Tomando del libro "Enseñanzas que Transformaron el Mundo" autor Dr. Miguel Nuñez; por Carlos Astorga T.

Martín Lutero y la SOLA SCRIPTURA

Martín Lutero y la SOLA SCRIPTURA

Desde joven, Martín Lutero había aceptado las creencias de la iglesia sin cuestionarlas. Como un convencido católico creía en las respuestas que le daba la iglesia en todo lo referente a Dios, al pecado y a la salvación. Si la iglesia decía que recibir los sacramentos, hacer peregrinajes, confiar en las indulgencias y doblegarse ante las penitencias era la manera de conseguir y mantener la paz con Dios, ¿quién era él para cuestionarlo?

Abandonó sus estudios de leyes para hacerse monje. Con tal fin decidió ingresar al monasterio de la orden de los agustinos. Su ferviente deseo era que este paso lo condujera a una vida de santidad y de paz con Dios.

En consagración sincera poco a poco aprendió a hacer actos de reverencia, a doblar la rodilla, a postrarse, a andar cabizbajo, a no reírse nunca, a hablar por señas y a conservar una apariencia de humildad. Estaba persuadido de que había escogido el camino que todos los santos habían transitado. Hacía todo lo que podía en busca de aquellos méritos que la iglesia prometía le traerían la paz tan deseada.

Al observar su humilde constancia, incuestionable fidelidad y total dedicación, los superiores del monasterio pronto lo seleccionaron para el sacerdocio. Mientras tanto, debía también seguir con su preparación. Las reglas de la orden agustina requerían el estudio diario de la Biblia, por lo que le regalaron un ejemplar. Hasta el último día de su vida Martín amó esa Biblia, la que estudiaba con tanto afán. Como resultado “la Biblia comenzó a dominar su pensamiento y la usaba como base y criterio para todas sus conclusiones”.

El doctor Staupitz, vicario general de los agustinos en Alemania, se interesó por conocerlo. En otoño de 1508 Lutero fue trasladado a Wittenberg, donde se buscaba a los mejores profesores para la Universidad. Escogieron a Lutero porque habían visto en el fraile no sólo un extraordinario talento, sino sincera piedad.

En el año de 1510 fue elegido de compañía para un viaje a Roma. Para Lutero era un viaje significativo; lo vio como una peregrinación. Cuando a la distancia contempló la ciudad, sobrecogido de gozo gritó: “¡Salve, Roma santa! ¡Tres veces bendita seas por la sangre de tus mártires!” 

Un mes entero pararon en Roma, nos informa Atkinson: “Para Lutero fueron cuatro semanas de desilusión fulminante.” Lutero buscaba purificarse de su propia pecaminosidad, confesando y pidiendo consejo a los sabios y santos de la iglesia.

Pero en Roma veía a los líderes religiosos cubiertos de corrupción y pecado. Descubrió allí encarnados todos los abusos que la cristiandad en forma universal condenaba. Para él fue un despertar agonizante.

L. Febvre escribe que cuando Lutero regresó a Alemania “callaba todavía”, añadiendo que como hijo respetuoso de la iglesia, “se esforzaba por cubrir con piedad filial una vergüenza demasiado manifiesta”. El problema de Lutero era que creía en la iglesia, seguía a la iglesia, confiaba en la iglesia y reposaba su fe en la iglesia.

Ahora en la torre universitaria sólo tenía una Biblia. Sobre ella dirigió su vista en intensa concentración. Fue ahí donde un día estudiando la Palabra comprendió el Evangelio. Salió de la torre como un hombre nuevo. En muchas ocasiones Lutero contaría lo que descubrió en la Palabra ese memorable día--que "el justo por la fe vivirá."

No puedo encontrar mejor conclusión que una cita del historiador Atkinson:
“El alma de Lutero se salvó en su estudio, mediante un arduo y penoso trabajo de los textos bíblicos. Descubrió que la teología ofrecida por la iglesia no se ajustaba a la Biblia ni a la experiencia, ni al sentido común. Quería que todos los hombres vieran de nuevo la obra de Dios para el hombre tal y como se recoge en la Biblia. La peregrinación de Lutero fue como una invitación a todos los hombres a otra peregrinación semejante.”
Lutero aprendió que el cristiano tiene que apegarse a las verdades de la Palabra de Dios, aunque sea en contra de un Papa, un Concilio, un alto personaje o cualquiera que fuere. Si no se obstaculizan las falsas proclamaciones religiosas, llegará el momento en que se oculten las verdades bíblicas, invalidando su autoridad. 

Lutero replicaba de forma enérgica: “La Palabra de Dios, la entera Palabra de Dios, y nada más sino la Palabra de Dios, es la única autoridad” 

Este compromiso valiente con las Escrituras fue reconfirmado después en la famosa Dieta de Worms, donde compareció ante el emperador y la corte del imperio; en esa ocasión cuando fue invitado a retractarse de sus escritos, contestó: 

“A menos que se me convenza mediante testimonios de la Escritura, y claros argumentos de la razón, — porque no le creo ni al Papa, ni a los concilios, ya que está demostrado que a menudo han errado y se contradicen entre ellos —, estoy vencido por los textos de la Sagrada Escritura que he citado, y mi conciencia esta ligada a la Palabra de Dios, no puedo negar o revocar mis convicciones. No tengo nada más qué decir. ¡Que Dios tenga misericordia de mí!”

Este escrito es una adaptación con recopilaciones textuales del libro: “El Triunfo de la Fe” de Les Thompson; por Carlos Astorga T.