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jueves, 30 de octubre de 2014

Llorar, orar y proclamar el mensaje - Isaías 16:9-11

Por eso lloraré amargamente por Jazer, por la viña de Sibma; te bañaré con mis lágrimas, oh Hesbón y Eleale… mis entrañas vibran por Moab como un arpa (Isaías 16:9-11)

Cuando leemos las profecías de juicio contra las naciones, podemos pensar erróneamente que el profeta Isaías estaba disfrutando el llevar tales mensajes de juicio; o podemos pensar equivocadamente, que al profeta le era indiferente lo que le sucediera a las demás naciones. Pero, leemos en estos versículos que el profeta estaba profundamente conmovido al punto de llorar abundantemente por el juicio que les vendría a las naciones. El juicio es justo, pero a Isaías no le causa placer, ni le resulta indiferente; al contrario, está completamente involucrado, al grado de que muestra compasión llorando por ellos.

El profeta Isaías está mostrando así el corazón de Dios, quien no quiere la muerte del impío, sino que se convierta.

Y habiendo llorado, el profeta ahora proclama su profecía de una manera compasiva y urgente. Después de llorar y orar, su proclamación no es apática sino compasiva. Su proclamación no es superficial como si estuviera hablando del juego de futbol del sábado, sino que proclama el mensaje con la seriedad que conlleva.

Como iglesia del Señor, se nos ha encomendado el ministerio de la reconciliación, así que somos embajadores en nombre de Cristo, para proclamar el evangelio de la salvación en Jesucristo.


Proclamemos el evangelio con pasión.

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