"...Y si aun con estas cosas no me oyereis, yo volveré a castigaros siete veces más por vuestros pecados... Si anduviereis conmigo en oposición, y no me quisiereis oír, yo añadiré
sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados... y os heriré aún siete veces por vuestros pecados... y os castigaré aún siete veces por vuestros pecados..." (Levítico 26:18, 21, 24, 28)
El propósito de Dios al enviar sus juicios, es que el hombre se arrepienta y se vuelva a él.
Unos salen de la tribulación, por medio de la muerte y se presentan delante del Padre y del Hijo, adorándoles por la salvación.
Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía
contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban
delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas
blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero... Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. (Ap. 7:9, 10, 14)
Otros en cambio, persisten en sus pecados y no dan gloria a Dios.
Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun
así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a
los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y
de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos.(Ap. 9:20-21)
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