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domingo, 31 de enero de 2021
sábado, 30 de enero de 2021
Armado a diestra y a siniestra
“…con armas de justicia a diestra y a siniestra” (2 Corintios 6:7)
El apóstol Pablo usa la imagen de la armadura para hacernos
saber que:
Todos los que sirven a Dios se encuentran en una batalla
espiritual.
Además, su descripción de: “a diestra y a siniestra” nos debe
llevar a comprender que:
Todos los que sirven a Dios deben estar completamente
armados.
Las armas de justicia no han de entenderse como únicamente
defensivas, pues no solo Satanás ataca, los siervos del Señor también avanzan y
usan sus armas para derribar fortalezas, deshacer sofismas y cualquier baluarte
que se levante contra el conocimiento de Dios sometiendo todo entendimiento a
Cristo. (2 Co. 10:4)
¿Estás armado a diestra y a siniestra?
domingo, 24 de enero de 2021
domingo, 17 de enero de 2021
sábado, 16 de enero de 2021
domingo, 3 de enero de 2021
miércoles, 30 de diciembre de 2020
el Tabor y el Hermón aclamarán con gozo - Salmo 89:12
Salmo 89
“El norte y el sur, tú los creaste;
el Tabor y el Hermón aclamarán con gozo a tu nombre.” (v. 12)
Hubo un tiempo en la historia israelita, en que los montes
“cantaban” alegres al Señor.
El Hermón era un monte en la frontera norte, que marcaba un
límite natural de la tierra prometida, y desde donde, paradójicamente, ahora llegaría
el enemigo con su imponente ejército y se los llevaría cautivos.
El Tabor fue escenario de grandes victorias, como la
celebrada en el Cántico de Débora en el libro de los jueces, donde después de
una gran victoria y liberación del Señor, se cantaba a su glorioso Nombre y se
le agradecía por haber infundido valentía al corazón de sus guerreros; quienes
superados en número y sin carros; vencieron al poderosísimo Sísara. El Señor
les salvaba con imponentes rayos y lluvia desde los cielos.
Pero ahora, que son llevados cautivos; ellos saben que no es
porque el Señor todopoderoso haya sido vencido; sino que es por sus muchos
pecados con que quebrantaron su pacto. Ahora los montes quedarían como testigos
mudos de la bondad y la severidad de Dios.
Aún así, los profetas anunciaban un tiempo en que el Señor
les daría un corazón nuevo, pondría su Espíritu Santo en ellos, les perdonaría
sus pecados de pura gracia y los redimidos de Jehová volverían a Sión cantando
y los montes y los árboles del campo aplaudirían al Señor.
Ese tiempo anunciado, ha llegado con Jesucristo, Él es
nuestro amado Salvador. Y aunque hay batallas gloriosas que recordar en el
Tabor y el Hermón; nosotros recordamos y cantamos las glorias del Evangelio del
Monte Calvario.
Aunque parezca contradictorio, que el monte “de la calavera”
cante; nosotros sabemos que es allí donde Dios Padre mostró en su esplendor la
gloria de su gracia perdonando nuestros pecados por Jesucristo. Desde la
perspectiva humana pareciera una derrota, sin embrago nosotros celebramos una
gran victoria, donde el Señor transformó todo para salvación y bendición que ha
llegado hasta nosotros, perdonando nuestros pecados, dándonos un corazón nuevo
y su Santo Espíritu. Ahora, podemos decir: El Calvario cantará con gozo a Su
glorioso Nombre.
De manera similar, existen ocasiones en nuestras vidas que
pudieran parecer, desde la perspectiva humana, “un calvario” (guardando toda
proporción), pero es desde allí que hemos de cantar al Señor sabiendo que él
usa esos momentos para alabanza de la gloria de su gracia; como concluyera el
apóstol Pablo: “por tanto, de buena gana me gloriaré en mis debilidades, para
que repose sobre mí el poder de Cristo.” (2 Co. 12:9)
Celebremos la obra de Cristo, cantemos lo que ha acontecido
en el Calvario. Tomemos nuestra cruz y sigámosle con determinación. Renovemos
nuestra consagración al Señor y deleitémonos en vivir para su gloria. Que
podamos ser como esos montes, testigos que cantan de la salvación del Señor.
Tú aplastaste a Rahab - Salmo 89:10
Salmo 89
“Tú aplastaste a Rahab como a uno herido de muerte;
Esparciste a tus enemigos con tu brazo poderoso” (v. 10)
Cuando los israelitas atravesaban por dificultades, como
guerras contra imponentes ejércitos; ellos clamaban al Señor y traían a la memoria
un episodio especial de su historia: La salida de Egipto, el éxodo era el
evento cumbre de su pasado que alumbraba su presente y llenaba de esperanza su
futuro.
“Rahab” es una forma de referirse a Egipto, también
relacionado con un monstruo mítico que gobernaba los mares, infundiendo temor a
los navegantes. Rahab, poéticamente, les recuerda que ellos eran esclavos en
Egipto, un imperio atemorizante que parecía invencible; pero que fue “herido de
muerte” por el brazo poderoso del Señor (algo que se celebra en el Cántico de
Moisés – Éxodo 15)
Ellos fueron salvados por el Señor fuerte y misericordioso
en el pasado; y ahora hacen memoria de ello, sabiendo que como fue en el pasado
puede ser en su situación presente. Aunque ahora sean llevados cautivos a Babilonia
y el río sea el Éufrates, El Señor Dios poderoso y misericordioso es el mismo y
puede salvarles. Aunque ellos están siendo castigados justamente por su pecado
y su abandono del pacto de Dios; han de volverse a Él en arrepentimiento, pues Él
es amplio en perdonar.
El poema, no solo nos lleva a hacer memoria, sino que además
expresa una carga emocional intensa. Algo que solo el que fue salvado lleva
impreso profundamente en su alma. Así, el salmo, une pensamiento y sentimiento
en esta frase y nos invita a recrear un momento histórico.
Hacer memoria es un ejercicio espiritual que se hace en el
presente, sobre un hecho del pasado. Mi invitación hoy, es a que usted haga
memoria de la obra de Cristo en la Cruz, llevando nuestros pecados sobre el
madero y resucitando al tercer día para nuestra salvación.
Llegado el cumplimiento del tiempo, nuestro Señor
Jesucristo, derrotó de una vez y para siempre a “Rahab”. Él nos ha traído una
salvación tan grande, este es un hecho histórico donde se fundamenta nuestra fe
y el cual estamos llamados a recordar constantemente con aprecio y admiración
por nuestro poderoso y misericordioso Salvador.
Puede ser que, al momento, nuestras circunstancias parezcan
sombrías, temibles y desesperanzadoras; incluso pudiéramos llegar a pensar que
Dios nos ha abandonado; y es entonces que hemos de recordar: “Tú aplastaste a
Rahab como a uno herido de muerte” o en palabras del apóstol Pablo: “Cristo es
el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además intercede por
nosotros”.
Y al hacer memoria, fortalezca su fe en el Señor, que su
corazón se llene de esperanza para lo que haya de enfrentar en el futuro,
aunque parezca algo invencible, descansando en nuestro poderoso y
misericordioso Jesús. Y si ha pecado, vuelva a Él en arrepentimiento sabiendo
que Él es amplio en perdonar.
José Luis García Antonio
IBUC