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domingo, 27 de junio de 2021

El Misterio de la Piedad- 1 Timoteo 3:16


Iglesia Bíblica Unidos en Cristo

“…para que el mundo crea.” Juan 17:20-23

 

SERIE: La Importancia de la Doctrina

Epístolas Pastorales

José Luis García

El misterio de la piedad

 

Lectura: 1 Timoteo 3:16

 

Introducción

La semana pasada vimos que la doctrina sí es importante.

Y tal vez, tú me digas: Muy bien, ya me convenciste con la Palabra, que la doctrina es muy importante, pero ahora, cómo le hago para perseverar en la doctrina.

Bueno, pues hay varias recomendaciones que te pudiera dar: Como leer la Biblia, unirte a grupos de discipulado en la iglesia, leer los catecismos, confesiones, credos. Incluso, estudiar el programa de teología en un grupo.

Pero, además, hay otra manera de perseverar en la doctrina: Cantando. Sí, sé que nos gusta estudiar, debatir, participar de conferencias y simposios; y eso está bien. Aunque, adicionalmente, el apóstol Pablo nos dice que “la Palabra de Cristo more en abundancia en vosotros… cantando”

El canto congregacional es una manera de perseverar en la doctrina de Cristo. Al cantar, unimos la profundidad de la Palabra de Dios con los sentimientos apropiados hacia Dios y su obra. El Evangelio, entonces se graba en nuestras mentes y corazones de una manera sorprendente.

La iglesia desde sus inicios ha sido un pueblo que canta. Que canta las glorias del Evangelio. Las virtudes de nuestro Salvador Jesucristo.

Y hoy vamos a meditar en una porción poética en 1 Timoteo 3:16, lo que parece haber sido parte de un himno de la iglesia apostólica.

 

“E indiscutiblemente grande es el misterio de la piedad”

En la iglesia de Éfeso se habían filtrado diferentes movimientos religiosos, y Pablo le dice a Timoteo, que mandara que no presten atención a esas doctrinas que solo acarreaban disputas; eran asuntos discutibles sobre fábulas y genealogías.

Pero en cambio, debían de centrarse en algo que era indiscutible, algo que era ciertísimo; y esto es el misterio de la piedad. O podríamos llamarlo, la doctrina de nuestra religión.

No solo era algo indiscutible, sino indiscutiblemente grande. Esto era el magis, “lo grande” que inspira el alma, esto era aquello por lo cual vale la pena vivir y dar la vida.

Algunos estaban fascinados por “el gran templo” de la diosa Diana, de los efesios, una de las siete maravillas del mundo antiguo; otros gentiles se maravillaban de las fiestas y rituales judíos y estas cosas les parecían algo grande.

Incluso a algunos, les llamaba la atención las fábulas e historias de viejas. Otros se deslumbraban con reglas humanas como no comer o el no casarse. Y algunos incluso se maravillaban del misterio de iniquidad, quién será el anticristo, eso del 666, las señales y los enigmas.

En vez de ello, Pablo les dice que, si quieren saber algo realmente grande, eso era la doctrina de nuestra religión. Y lo expresa de manera poética.

Así que, como hemos visto en ocasiones pasadas, hay que detectar el tipo de poesía y su ritmo, para ver lo que se quiere expresar por medio de la poesía.

 

Primero veamos la forma quiasma de estas seis declaraciones.

 



Puse en rojo las declaraciones que hacen referencia a la tierra y en azul las referencias al cielo.

Vemos un patrón a-b – b-a – a-b

Esto forma la letra Xi [Chi] en griego, de ahí el nombre de Xiasmo [quiasmo]

Las seis rimas tienen una estructura similar:

-          Un participio

-          Una preposición

-          Y un complemento

El sujeto está implicado… es Jesucristo.

La atmósfera es de gloria y adoración; no está contrastando el cielo y la tierra como si uno fuera bueno y la otra mala. Eso lo hacían las religiones y la filosofía griega. Por el contrario, está presentando la gloria y la adoración a Cristo tanto en los cielos como en la tierra.

No es un paralelismo antitético, sino un paralelismo quístico acumulativo.

Nos presenta a Cristo como el que une cielo y tierra.

Como lo fue en el Edén, el lugar donde Dios se reunía con el hombre.

Como lo fue en el tabernáculo, lugar donde se reunía Dios con su pueblo.

Como lo fue en la Torá, el lugar donde Dios mismo hablaba a su pueblo.

Como lo fue en el Templo, lugar donde Dios se reunía con su pueblo.

ASÍ, aunque ahora de manera plena, en Cristo se unen cielo y tierra en comunión.

 

El misterio de la piedad

1.       Él fue manifestado en la carne

Realmente esto es grande.

No es solo que lo infinito entró en el mundo finito, lo cual ya es suficiente para hacer estallar nuestro cerebro.

Su vida, sus pruebas, su muerte por los pecadores, todo ello fue parte de la Gran Salvación que solo Cristo podía lograr. Mira si hay algo tan grande como esto.

Un gran amor, un gran sacrificio, la manifestación misma de Dios para reconciliar a sus enemigos con él.

No es que nosotros subiéramos al cielo, sino que él descendió por nosotros.

 

2.       Vindicado en el Espíritu

Hace referencia a su resurrección de entre los muertos. El Espíritu le levantó y de esta manera le vindicó. Cristo salió victorioso. Vencedor de la muerte, venció el pecado, venció a Satanás.

Estas son verdades que cuando son bien comprendidas, nos hacen cantar.

 

3.       Contemplado por ángeles

La idea es de ser contemplado por los ángeles en el sentido de admiración. Cuando Cristo asciende al Padre, victorioso, los ángeles le contemplan en forma de adoración.

Cristo no solo descendió a este mundo de fieras, sino que además ascendió victorioso como Daniel saliendo del foso de los leones, pero en grado superlativo.

 

4.       Proclamado entre las naciones

Este evangelio, es, además, universal. No es algo sectario, como algunos de los movimientos religiosos de aquella época [o de la nuestra].

Es un evangelio proclamado no solo a judíos, sino a todas las etnias.

Es el Evangelio del Dios de toda la tierra, no el de un dios regional; sino del creador del cielo y la tierra, y su dominio es de un extremo a otro del mundo; indicando así el alcance de nuestra comisión.

No solo guardamos la doctrina, el misterio de la piedad, para nosotros aquí en Monterrey en este siglo, sino, porqué no decirlo, para toda la humanidad.

 

5.       Creído en el mundo

Esto es grande, los gentiles le recibieron. No solo lo recibieron en el cielo, sino también en la tierra.

Dios obró por su Espíritu Santo, dando vida a pecadores muertos en delitos y pecados. Dios obró reconciliando a sus enemigos que ni siquiera querían reconciliarse, pero él obró de pura gracia en sus corazones.

 

6.       Recibido arriba en gloria

Nuestro glorioso salvador ascendió y se sentó a la diestra de la majestad en las alturas. Toda su obra de redención redunda en su gloria.

 

La riqueza teológica de este credo o himno que entonaron los primeros cristianos radica en su énfasis de que la base de la vida de la iglesia y su doctrina central es Cristo mismo, en quien se reconcilian cielo y tierra. Gracias a la obra de Cristo se pone en marcha el reino de la nueva creación del “ya-pero todavía no”, otorgado por gracia a través de la fe y que resulta en la comisión mundial a los fieles para avanzar en este reinado de la nueva creación para la gloria del Dios trino.


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