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lunes, 7 de septiembre de 2020

Sofonías - El remanente salvado por gracia

 

Iglesia Bíblica Unidos en Cristo

“…para que el mundo crea.” Juan 17:20-23

6-septiembre-2020

Sermón 2

Sofonías: El remanente protegido (escondido, salvado) por gracia

 

La intención es ver el mensaje de Sofonías a la luz del libro de Romanos.

 

Propósitos generales

·         Que cada persona pueda ver la misericordia de Dios en la salvación de los pecadores y responda en arrepentimiento y fe.

·         Que cada creyente adore al Señor por su misericordia.

 

Introducción

Por lo general, nos gusta pensar en un futuro promisorio para nuestros descendientes. En la escuela, no falta la maestra que se tome una sesión con los niños para hablar sobre lo que ellos “quisieran ser de grandes”, sin importar mucho las respuestas, se les hace ver que el futuro está lleno de promesas de bien para ellos. Y nos gusta pensar de esa manera… hasta que llega alguien como el profeta Sofonías y nos regresa a la realidad: hemos pecado, nuestro pecado tiene consecuencias y esas consecuencias están por alcanzarnos a nosotros y a nuestros hijos.

Después de escuchar la profecía de destrucción, los israelitas no pueden imaginar mucho de lo que será el futuro en el que sus hijos enfrentarán las dificultades de la vida, si es que sobreviven a la invasión.

En este capítulo 3, empezaremos con un oráculo de ay, lamentando la tragedia; y pasaremos luego a un oráculo de esperanza, y la perspectiva gozosa que le espera en el futuro al remanente salvado.

 

Lectura: Sofonías 3:1-20 (NBLA)

1 ¡Ay de la rebelde y contaminada,
La ciudad opresora!
No escuchó la voz,
Ni aceptó la corrección.
No confió en el Señor,
Ni se acercó a su Dios.
Sus príncipes en medio de ella son leones rugientes,
Sus jueces, lobos al anochecer;
No dejan nada para la mañana.
Sus profetas son temerarios, hombres desleales.
Sus sacerdotes han profanado el santuario,
Han violado la ley.
El Señor es justo en medio de ella;
No cometerá injusticia.
Cada mañana saca a luz Su juicio,
Nunca falta;
Pero el injusto no conoce la vergüenza.
«Yo he exterminado naciones;
Sus torreones están en ruinas,
Hice desiertas sus calles,
Sin que nadie pase por ellas.
Sus ciudades están desoladas,
Sin hombre alguno, sin ningún habitante.
Dije: “Ciertamente me temerás
[a],
Aceptarás corrección”.
Entonces no será destruida su morada
A pesar de todo lo que Yo había determinado sobre ella;
Pero ellos se apresuraron a corromper todas sus acciones.

»Por tanto, espérenme», declara el Señor,
«Hasta el día en que me levante como testigo,
Porque Mi decisión es reunir a las naciones,
Juntar a los reinos,
Para derramar sobre ellos Mi indignación,
Todo el ardor de Mi ira.
Porque por el fuego de Mi celo
Toda la tierra será consumida.
En ese tiempo daré a los pueblos labios puros,
Para que todos ellos invoquen el nombre del Señor,
Para que le sirvan de común acuerdo.
10 Desde más allá de los ríos de Etiopía
Mis adoradores, Mis dispersos,
Traerán Mi ofrenda.
11 Aquel día no te avergonzarás
De ninguna de tus acciones
Con que te rebelaste contra Mí.
Porque entonces Yo quitaré de en medio de ti
A los que se regocijan en tu orgullo,
Y nunca más te envanecerás
En Mi santo monte.
12 Y dejaré en medio de ti
Un pueblo humilde y pobre,
Que se refugiará en el nombre del Señor.
13 El remanente de Israel no hará injusticia
Ni dirá mentira,
Ni se hallará en su boca
Lengua engañosa,
Porque ellos se alimentarán y reposarán
Sin que nadie los atemorice».

14 Canta jubilosa, hija de Sión.
Lanza gritos de alegría, Israel.
Alégrate y regocíjate de todo corazón,
Hija de Jerusalén.
15 El Señor ha retirado Sus juicios contra ti,
Ha expulsado a tus enemigos.
El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti;
Ya no temerás mal alguno.
16 Aquel día le dirán a Jerusalén:
«No temas, Sión;
No desfallezcan tus manos.
17 El Señor tu Dios está en medio de ti,
Guerrero victorioso;
Se gozará en ti con alegría,
En Su amor guardará silencio,
Se regocijará por ti con cantos de júbilo.
18 Reuniré a los que se afligen por las fiestas señaladas,
Tuyos son, oh Sión,
El oprobio del destierro es una carga para ellos.
19 En aquel tiempo me ocuparé
De todos tus opresores.
Salvaré a la coja
Y recogeré a la desterrada,
Y convertiré su vergüenza en alabanza y renombre
En toda la tierra.
20 En aquel tiempo los traeré,
En aquel tiempo los reuniré.
Ciertamente, les daré renombre y alabanza
Entre todos los pueblos de la tierra,
Cuando Yo haga volver a sus cautivos ante sus ojos»,
Dice el Señor.

El remanente en Sofonías

 

Empezamos identificando en la profecía de Sofonías, que en medio del juicio de destrucción sobre Judá y las naciones de alrededor; se menciona que habrá un remanente que será salvado. Observemos Sofonías 2:3, 7, 9; 3:12-13.

Hay esperanza de salvación para un remanente que se caracterizará por:

Ser un grupo de personas humildes, que buscarán refugio en el Nombre de YHWH, invocarán el Nombre de YHWH, no harán injusticia, Dios les dará herencia en la tierra. Este remanente será visitado por Dios, será transformado por Dios. Será un grupo de personas “suplicantes”, adoradores de Dios.

 

       I.            El remanente salvado verá y saboreará la manifestación de la belleza más sublime y el tesoro más valioso del universo: La presencia de Dios en medio de ellos.

 

Dios es glorificado no solo cuando es vista su gloria, sino cuando es disfrutada.

Dios se glorifica más cuando quienes ven su gloria se deleitan en ella que solo cuando la ven.

Su gloria es entonces recibida por el alma entera, tanto por el entendimiento como por el corazón. (John Piper)

 

Observemos Sofonías 3:15 en su segunda parte y el versículo 17:

El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti;
Ya no temerás mal alguno…

El Señor tu Dios está en medio de ti,
Guerrero victorioso;
Se gozará en ti con alegría,
En Su amor guardará silencio,
Se regocijará por ti con cantos de júbilo. (NBLA)

 

¡Yahvé, Rey de Israel, está en medio de ti,

ya no temerás mal alguno!...

Yahvé tu Dios está en medio de ti,

¡un poderoso salvador!

Exulta de gozo por ti,

Te renueva con su amor;

Danza por ti con gritos de júbilo

Como en los días de fiesta. (Biblia de Jerusalén)

Antes, en medio de Jerusalén estaban los soberbios (3:3-4) … luego nos dice que en medio estaba Jehová emitiendo sus juicios (3:5) … luego dice que en medio iba a dejar un pueblo humilde (3:12), transformado por el Señor… ahora nos dice que Dios mismo, no como juez, sino como Rey, estará en medio con gran alegría restaurando sus vidas y llenándoles con su gloria (3:14-17).

Esta presencia de comunión, es una presencia que va acompañada de otros muchos beneficios, pero cada uno de los beneficios asociados no desvían la atención, ni le roban la gloria al Señor, sino por el contrario, realzan y magnifican la belleza y el deleite en Su presencia.

¡Él es el Rey! Y eso es lo que necesitaban desesperadamente. No necesitaban dinero, ni pan, ni guerreros, ni medicamentos… sino la presencia de Dios. Y con su presencia, venía todo lo demás como añadidura.

Con el REY en medio de ellos, había esperanza, la vida tenía sentido y hasta era disfrutable.

Con el REY llegaba también una transformación, perdón de pecados, justicia, paz, libertad de los fanfarrones, heredad, cercanía, comunión.

Con la presencia del REY venía su salvación correspondiente a cada uno de los males que les aquejaban.

·         Eran pecadores – él les traía el perdón de los pecados

·         Habían perdido la tierra y habían quedado desheredados – él les daba herencia

·         Habían sido llevados lejos – él los hacía cercanos

·         Había ido con lágrimas – él los regresaría con regocijo

·         Habían sido desechados – él los adoptaba

·         Habían quebrantado su pacto – él ponía su pacto en su corazón

·         Habían blasfemado el Nombre de Dios – él limpiaba sus labios para invocar Su Nombre

Y todo el que invocare el Nombre del Señor será salvo – Romanos

Diferencia entre amor benevolente de Dios y el amor complaciente de Dios

El profeta Sofonías nos dice que Dios tiene misericordia del remanente, de buen gusto, es decir, con agrado. No es que Dios los salve a disgusto, sino con singular placer y alegría. Él se deleita en hacerles bien y este deleite viene de su santa voluntad, no de que alguien le haya hecho cambiar. Nadie ha forzado su voluntad, al contrario, él se regocija en manifestar la gloria de su gracia al salvarles.

Contemplemos lo que dice Sofonías 3:17

El Señor tu Dios está en medio de ti,
Guerrero victorioso;
Se gozará en ti con alegría,
En Su amor guardará silencio,
Se regocijará por ti con cantos de júbilo. (NBLA)

 

Yahvé tu Dios está en medio de ti,

¡un poderoso salvador!

Exulta de gozo por ti,

Te renueva con su amor;

Danza por ti con gritos de júbilo

Como en los días de fiesta. (Biblia de Jerusalén)

 

Este es el amor complaciente de Dios. Y aquí podemos notar dos características de esta relación de comunión, Dios se muestra como poderoso para salvar y como amoroso para restaurar.

En ocasiones necesitamos saber y estar conscientes del poder soberano del Señor y confiar en él. Necesitamos recordar esta gran verdad: Dios es poderoso; para así poder cobrar ánimo en el Señor y fortalecernos en el poder de Su fuerza.

En otras ocasiones, necesitamos refugiarnos en su amor que restaura silenciosamente. Un amor que perdona, consuela en medio de las tristezas de la vida y nos sostiene en las noches oscuras. Sin decir mucho, pero amando silenciosamente, restaurando nuestros corazones.

Ejemplo del Hijo Pródigo de Rembrant – las dos manos del padre

Cuando tenemos una visión superficial de nuestro pecado y sus consecuencias, tendemos a menospreciar la presencia y la gloria de Dios. Pero cuando somos conscientes de nuestra rebelión y de nuestra insuficiencia, solo entonces, podemos venir como ese remanente humilde, suplicante y apreciar lo maravilloso y sublime que es la presencia de Dios en medio nuestro. Un Dios cercano que nos muestra su poder y su amor.

Una visión superficial de nuestra condición perdida sin Dios, nos llevará a buscar “satisfactores” superficiales en esta vida. Estaremos como ciegos, deambulando sin saber de qué se trata la vida. Buscando cosas y más cosas. Pero cuando somos conscientes de nuestro estado perdido, solo la presencia de Dios bastará.

 

¡Esos afortunados del remanente!

 

Y la respuesta del remanente salvado es de júbilo, canta, es decir, la salvación es tan grande que no solo dan gracias, no solo piensa, hablan; pero no solo hablan, lo hacen públicamente; pero no es suficiente hacerlo de manera prosaica, es necesario dar expresión a sus afectos por Dios por medio de la poesía y ensancharla, acompañarla e intensificarla con instrumentos musicales.

No solo es un canto solitario, sino corporativo; y no es un canto reflexivo y tranquilo, sino un canto jubiloso, acompañado de gritos, sonidos de cuernos… ¡todo un alboroto!

 

Y cómo no, Dios les ha salvado y está en medio de ellos, habitando en comunión. De pura gracia les ha perdonado, ha restaurado su corazón, y ahora ellos de todo corazón cantan y celebran.

·         Esa celebración está centrada en Dios.

·         Esa celebración recrea la salvación de Dios.

·         Esa celebración cura el alma.

·         Esa celebración los une en comunión con Dios y unos con otros.

·         Esa celebración glorifica a Dios.

·         Esa celebración es adoración corporativa.

·         Esa celebración, un día, será acompañada por toda la creación, no solo por el remanente, sino por todo lo que hay en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra.

Un corazón que canta es un corazón transformado, no solo es que la persona fue transformada en su manera de pensar, no es solo una transformación del entendimiento, aunque por ahí empieza y es necesaria. Pero es también una transformación del corazón, un corazón que ahora disfruta de la gracia de Dios que libera. Un corazón que canta es un corazón que ahora está en sintonía con el corazón de Dios.

Cuando el corazón canta, es evidencia de una transformación profunda.

Este mundo ofrece solo “soluciones” superficiales. Como tiene una visión superficial del pecado, tiene una visión superficial de la gracia y ofrece solo “soluciones” superficiales, como dinero, posesiones, sexo, religiosidad… incluso los fanfarrones que anuncian un Evangelio diferente, que solo anuncian y ofrecen supuesta prosperidad, pero todo es tan superficial… Solo Dios en Jesucristo nos da una profunda transformación y convierte nuestro corazón en uno que ahora canta.

 

El apóstol Pablo nos va a decir que tanto judíos como gentiles hemos pecado, estamos separados de Dios y su gloria; la caída de Jerusalén es un evento que apunta a la mayor y más drástica caída de toda la humanidad, el pecado en el Edén, la muerte que pasó a todos los hombres, pues en Adán todos caímos y perdimos, no la Tierra Prometida, sino el paraíso en comunión con Dios. Y a través de toda la historia el ser humano se ha encontrado en la necesidad de ser salvad por Dios, quien ahora se manifiesta en Jesucristo, se humanó y vivió una vida santa y se entregó por nosotros en la cruz del Calvario para que ahora seamos justificados por la fe en él.

 

Luego en el capítulo 8, que ya trató José Luis Martínez hace unos domingos nos aseguró la salvación, el perdón de pecados, la adopción, la vida, y nos asegura la glorificación. El capítulo termina exultante diciendo que una vez que somos salvados por Cristo, estamos unidos a Él y nada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús. ¡Wow! Romanos 8 termina como si estuviéramos en el minuto 89 y nuestro equipo metiera un gol, para ganar 1-0; con toda la alegría y la euforia del triunfo… y gritando: “ya pítale árbitro”, que ya se acabe, así estamos bien. Pero luego nos damos cuenta de que la epístola a los Romanos tiene 16 capítulos y apenas terminó el 8.

 

Y llegan los capítulos 9 al 11 que nos incomodan muchas veces. Porque Pablo pasa de la exultación a la tristeza, porque no todos responden al Evangelio con fe, sino que lo rechazan.

 

 

 

 

 

      II.            El remanente salvado verá y saboreará la manifestación de la belleza más sublime y el tesoro más valioso del universo: La gloria de la gracia de Dios al ser elegidos en Cristo.

 

Ahora, conviene que consideremos cómo es que este remanente fue escogido. ¿Qué méritos tienen? ¿por qué fueron elegidos?

Observemos Sofonías 2:7 al final:

Porque el Señor su Dios los cuidará
Y los hará volver de su cautiverio. (NBLA)

Y Sofonías 3:9, 11, 12, 15

En ese tiempo daré a los pueblos labios puros,
Para que todos ellos invoquen el nombre del Señor,
Para que le sirvan de común acuerdo…

Porque entonces Yo quitaré de en medio de ti
A los que se regocijan en tu orgullo…

Y dejaré en medio de ti
Un pueblo humilde y pobre,
Que se refugiará en el nombre del Señor…

El Señor ha retirado Sus juicios contra ti...

Reuniré… salvaré… recogeré… convertiré… traeré… reuniré… (NBLA)

 

Primero, notamos que este remanente es objeto de la acción salvadora de Dios. No hay nadie más que los salve, ni que pueda siquiera salvarles.

Luego, notamos que estas acciones salvíficas son realizadas sin mérito alguno por parte de los hombres, pues de otra manera quedaría en medio de la ciudad un remanente que podría enorgullecerse o gloriarse de sus méritos; y Dios dice que dejará un remanente humilde y quitaría a los fanfarrones que se glorían o enorgullecen.

En hebreo la idea es resumida con la palabra “shub” para implicar un volver de Dios hacia ellos de manera favorable, ya no con ira sino con misericordia. El rostro benévolo del Señor les trae ahora de vuelta, de pura gracia, según el puro afecto de voluntad.

¿Por qué digo que según el puro afecto de su voluntad?

Porque nadie puede obligar a Dios a dar media vuelta y volverse de sus juicios. ¿Quién puede ser capaz de cambiar su voluntad? Si él cambia, es solo por su beneplácito, si él quiere tener misericordia, tiene misericordia de quien quiere, es solo porque así le agradó hacerlo.

Ahora nosotros,

Debemos saber que:

·         Cristo crucificado es el fundamento de todo bien disponible para el pueblo de Dios.

·         Cristo mismo es el bien supremo que satisface plenamente.

Y que todo lo que tenemos en Cristo es de pura gracia. No por obras para que nadie se gloríe.

La salvación es por gracia.

Cuando la iglesia quiso tomar en sus manos la administración de esa gracia por medio de los sacramentos, se comportó como los religiosos del tiempo de Nuestro Señor, a quienes les dijo: “ustedes ni entran, ni dejan entrar”

Si la elección estuviera en manos humanas, ahí se ejercería el control sobre los demás y no se les permitiría a las personas asumir su postura ante el Creador. En cambio, cuando la salvación es por gracia por medio de la fe, las conciencias de los hombres se liberan, se llenan de gozo, la gloria del Señor llena nuestras almas y las vidas se transforman. Así que, siendo por gracia, las personas son libres, sin intermediarios para ir a Cristo. Contra eso lucharon los reformadores. Para dejar libre y accesible el Evangelio para todos; sin intermediarios por medio de sacramentos.

El apóstol Pablo nos dice que desde el inicio Dios ha estado manifestado su elección. Él es el que elige. Y eso nos podría preocupar, porque si el pueblo de Israel fue desechado, ¿podremos ser desechados nosotros también? ¿será que la promesa de Dios falló?

El apóstol Pablo nos dice que la promesa de Dios no ha fallado. Y nos pone los ejemplos de Isaac e Ismael; y el de Jacob y Esaú. Para mostrar que la promesa de Dios se ha ido cumpliendo desde el inicio por su elección.

Pablo sostiene que Dios nunca prometió la salvación a todos los descendientes biológicos de Abraham (Romanos 9:6-13) Nadie tiene un derecho natural a la salvación, ni siquiera los judíos, sino que siempre es un don del amor electivo de Dios (Romanos 9:14-23), un don que Él puede conceder libremente tanto a judíos como a gentiles (Romanos 9:24-29).

Que Dios escogiera a Isaac y no Ismael, y a Jacob en lugar de Esaú revela un patrón de Dios a la hora de crear su pueblo espiritual, que Pablo aplica a su época en cuanto al problema de la incredulidad generalizada de los judíos, ya que estas historias acerca de los fundadores del pueblo judío demuestran que la razón por la que algunos fueron incluidos en el pueblo de Dios y otros no, fue que Dios decidió libremente elegir a algunos y no elegir a otros. Dichos relatos demuestran que la descendencia física no jugaba un papel crucial. Igualmente, Pablo da a entender que la pertenencia al Nuevo Pacto de Dios se basa en la libre elección divina y no es un derecho de nacimiento.

Dios se aseguró de que permaneciese su plan de crear un pueblo para que fuese su posesión particular. Si la continuidad del plan de Dios hubiese dependido de los caprichos de los seres humanos pecadores, entonces, de hecho, la palabra de Dios habría fracasado hace mucho tiempo. Pero el propósito de Dios en la historia se ha cumplido porque es Él mismo quien elige a las personas para que formen parte de ese propósito. (Douglas Moo – Comentario a la epístola de Romanos)

 

    III.            El remanente salvado será transformado por la manifestación de la belleza más sublime y el tesoro más valioso del universo – La obediencia de la fe.

Ya comentamos que este remanente que es salvado, no solo ve y saborea la belleza de la gloria de Dios, sino que, para hacerlo, requiere primero ser transformado. Y una vez transformado, en esta vida continúa siendo transformado mientras observa y se deleita en la gloria de Dios.

 

·         Este remanente es transformado por Dios.

o   Labios puros (Sofonías 3:9) – para invocar el Nombre de Dios

o   Servicio Unido (Sofonías 3:9) – servirle de un cuello, puede referirse a su consagración. Pero mejor, como un servicio hombro con hombro, de común acuerdo como un solo pueblo.

o   Suplicantes, adoradores (Sofonías 3:10) – transforma al remanente para que sean adoradores.

o   Sin vergüenza (Sofonías 3:11) – les perdona sus pecados y les quita la culpa.

o   Cantan (Sofonías 3:14) – les trasforma la perspectiva de la vida por una esperanza que se manifiesta en gozo.

o   Humildad (Sofonías 2:3; 3:12) – un pueblo con un corazón humilde. Centrado en Dios. Con temor del Señor, todo en la vida depende y está guiado por Dios.

o   Justicia (Sofonías 2:3; 3:13) – un pueblo que busca la justicia.

o   Confianza y paz (Sofonías 3:12-13) – un pueblo que se refugia en el Señor, deposita su confianza en él. Incluso duerme tranquilo [estirados – relajados]

o   Gloria – lo que le espera aún a este remanente es mucho más grande. Ser glorificados.

 

 

 

Conclusión

1.       El llamado del evangelio a quien no conoce a Cristo. Un llamado al arrepentimiento y a creer en Cristo.

2.       Un llamado a la adoración al Señor por su gran salvación en Cristo.

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