El Matrimonio
- Un pacto de amor de
por vida, entre un hombre y una mujer -
(marzo 16, 2013)
José Luis García A.
Introducción.
El primer botón: La teología.
Harvey ilustra la
necesidad de establecer las prioridades para un matrimonio, con el proceso de
abrocharse una camisa. Atinarle al primer botón es la clave para atinarles a
todos los demás, dice.
Y ese primer botón es la
teología, es decir, poder clarificar qué tiene que ver Dios en el matrimonio,
ver el matrimonio desde la perspectiva de Dios.
Mi propósito este día es
que podamos ver que el matrimonio tiene su centro en Dios.
De Él, por Él y para
Él es el matrimonio.
Si esto está claro,
“todos los demás botones” se podrán alinear con mayor facilidad. Pero si esto
no es claro, todos los demás provocarán ciertas dificultades.
Empezaré diciendo que el
matrimonio es algo bueno. Esto es necesario enfatizarlo, ya que en nuestra sociedad
actual, donde se valora tanto la autonomía y se rinde culto al ego, se tiende a
presentar al matrimonio como algo devaluado y se aprecian más las relaciones
sexuales desinhibidas; por ello son incomprensibles la grandeza y la belleza
del matrimonio.
Aún en tiempos de Jesús,
cuando el Señor les habló del compromiso delante de Dios del pacto matrimonial,
los discípulos dijeron: “si es así la relación del hombre con una mujer, no
conviene casarse.” (Mateo 19:10). Hasta ellos ni siquiera podían imaginar que
el matrimonio fuera algo bueno.
De igual manera,
encontraremos hoy en día, a uno que otro amigo bien intencionado que nos diga:
“¡hombre!, ¿para qué te casas?”
Solo podemos percibir lo bueno y bello del matrimonio si lo
aprendemos de Dios mismo.
I.
El matrimonio proviene de Dios. (“de
Él”)
Génesis 2:18-25
18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno
que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.
19 Jehová Dios formó, pues,
de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a
Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los
animales vivientes, ese es su nombre.
20 Y puso Adán nombre a toda
bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló
ayuda idónea para él.
21 Entonces Jehová Dios hizo
caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas,
y cerró la carne en su lugar.
22 Y de la costilla que
Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.
23 Dijo entonces Adán: Esto
es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.
24 Por tanto, dejará el
hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
25 Y estaban ambos desnudos,
Adán y su mujer, y no se avergonzaban.
Vemos
pues, que el matrimonio tiene su origen en Dios, el matrimonio es un pacto
divino.
Dios
instituyó el matrimonio en el jardín del Edén.
“y serán una sola carne” (Gé. 2:24)
Dios mismo
entregó a la primera novia.
“Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer,
y la trajo al hombre” (Gé. 2:22)
Dios
diseñó el matrimonio entre un hombre y una mujer. Y esto dignifica al
matrimonio, pues fue diseñado por nuestros Sabio y Soberano Dios.
II.
El matrimonio es efectuado por Dios
(“por Él”)
Mateo 19:4-6
4 Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo
al principio, varón y hembra los hizo,
5 y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su
mujer, y los dos serán una sola carne?
6 Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que
Dios juntó, no lo separe el hombre.
Dios une
a la pareja en el matrimonio. El Señor Jesucristo dijo, “lo que Dios unió”;
porque es Dios mismo quien está llevando a cabo la unión del hombre y la mujer
en el matrimonio, de modo que llegan a ser “una sola carne”. “Así que no son ya
más dos, sino una sola carne.”
Esta
unión es establecida por Dios en cada matrimonio. Confluyen las voluntades de
la pareja, haciendo votos delante de una comunidad de testigos en un bello
marco de celebración, donde Dios mismo se goza, bendice y une a la pareja en santo
matrimonio.
El
matrimonio es de él y por él.
III.
El matrimonio es para la gloria de
Dios (“para Él”)
Cantares 8:6-7 (Lectura en programas - NTV)
Ponme
como un sello sobre tu corazón,
como una marca sobre tu brazo;
Porque fuerte es como la muerte el amor;
Duros como el Seol los celos;
Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
Las muchas aguas no podrán apagar el amor,
Ni lo ahogarán los ríos.
Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,
De cierto lo menospreciarían.
como una marca sobre tu brazo;
Porque fuerte es como la muerte el amor;
Duros como el Seol los celos;
Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
Las muchas aguas no podrán apagar el amor,
Ni lo ahogarán los ríos.
Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,
De cierto lo menospreciarían.
¡Un amor romántico!,
noten que hasta la muerte y el sepulcro son poéticos.
Es un amor comprometido y
leal… ¡hasta la muerte!
Un amor virtuoso y
valioso.
Un amor que será puesto a
prueba pero que prevalecerá.
Pero este amor, está
apuntando a hacia un pacto de amor comprometido y leal, mucho más grande y
misterioso. EL PACTO DE AMOR DE CRISTO POR SU IGLESIA.
Lo más esencial que
debemos ver en la Biblia acerca del matrimonio es que existe para la gloria de
Dios. Desde la perspectiva más elevada, el matrimonio es diseñado por Dios para
mostrar su gloria al señalar hacia el pacto de amor de Dios en Jesucristo. El
apóstol Pablo nos dice:
Efesios 5:25-33
25 Maridos, amad a vuestras
mujeres, así como Cristo amó a la
iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
26 para santificarla,
habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
27 a fin de presentársela a
sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa
semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
28 Así también los maridos
deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí
mismo se ama.
29 Porque nadie aborreció
jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a
la iglesia,
30 porque somos miembros de
su cuerpo, de su carne y de sus huesos.
31 Por esto dejará el hombre
a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.
32 Grande es este misterio;
mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.
33 Por lo demás, cada uno de
vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su
marido.
El
matrimonio existe para la gloria de Dios. El pacto de amor, de por vida que se
realiza en el matrimonio; apunta hacia un pacto de amor incondicional más
sublime, el pacto de amor de Dios con su esposa, la iglesia. El matrimonio está
sirviendo para representar de manera limitada, un pacto de amor que él mismo
cumple, incondicionalmente, bajo juramento, por su vida.
El Señor
Jesús dijo: “este es mi pacto en mi sangre…”
Por
ello, el apóstol Pablo dice “grande es este misterio”. Cristo ha hecho un pacto
con el propósito de que llegáramos a ser “un espíritu con él”, ser “miembros de
su cuerpo, de su sangre y de sus huesos”.
Aún y
cuando nosotros somos pecadores, alejados de Dios y merecedores de la ira de
Dios, gracias a la obra de Jesucristo, podemos ser perdonados y purificados
para ser presentados a Cristo como una esposa sin mancha ni arruga.
Conclusión.
Así que, lo que vamos a atestiguar el día de hoy, es un pacto
de amor.
Gocémonos con _____ y _______. ¡Celebremos!
Y a la vez, reflexionemos sobre el pacto de amor de Dios en
Jesucristo.
______ y _______, que Dios les bendiga en su vida matrimonial
dando gloria a Dios. Anunciando su pacto de amor.
“Porque de él, por él y para él, es el matrimonio. A él sea
la gloria.”
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