Iglesia Bíblica Unidos en Cristo
"...para que el mundo crea." Juan 17:20-23
Mensaje sobre la alabanza en la iglesia - por David Lozano
Video: Mensaje sobre la alabanza a Dios
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domingo, 29 de septiembre de 2013
La gloria de nuestro Señor Jesucristo y la vida en el evangelio de la gracia de Dios
Iglesia Bíblica Unidos en Cristo
“…para que el mundo crea.” Juan
17:20-23
29 de septiembre de
2013.
José Luis García
Antonio.
La gloria de nuestro Señor Jesucristo
y la vida en el evangelio de la gracia de Dios
Introducción
Muchas personas pretenden la
gloria, ya sea por sus hechos o por su carácter; algunos han sido célebres por
su misión al dar libertad o traer tiempos de paz a una comunidad; otros lo han
logrado por sus escritos o sus obras de arte; otros son recordados por su
aporte a la ciencia y la tecnología. Sin embargo, no muchos logran ser
gloriosos mientras viven en este mundo.
Nuestro Señor Jesucristo es
verdaderamente glorioso, es más, él es incomparable, tanto por sus obras, sus
palabras y su carácter. Hoy veremos la gloria de nuestro Señor Jesucristo
manifestada en su misión en este mundo. Su misión es lo más grandioso que un
ser humano pudo realizar en favor de otros, buscar y salvar lo que se había
perdido. La misión de restaurar a la raza humana a la comunión con Dios.
Adicionalmente, observaremos cómo
un sistema legalista pervierte el evangelio de la gracia de Dios y roba a Dios
la gloria en la vida cristiana.
La gloria de nuestro Señor Jesucristo
mostrada en lo glorioso de su misión en este mundo: Buscar y salvar lo que se
había perdido
Pasaje a considerar: Lucas 15:1-32
Para considerar la gloria de
Cristo en su misión de buscar y salvar lo que se había perdido, vamos a
estudiar tres parábolas de nuestro Señor, la parábola de la oveja perdida, la
parábola de la moneda perdida y la parábola del hijo perdido.
La ocasión para estas parábolas:
“Se acercaban a Jesús todos los
publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban,
diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. Entonces él les
refirió esta parábola, diciendo:” (Lc 15:1-3)
Notamos que hay dos conjuntos de personas:
a)
Los publicanos y pecadores.
Estos se acercan a Jesús para oírle.
Son objeto de la atención del Señor Jesús,
ya que son recibidos por él y además, son aceptados como para comer con Jesús.
b)
Los fariseos y los escribas.
Estos
murmuraban, estaban escandalizados porque el Señor recibía y comía con los
pecadores.
Su referencia
denota disgusto, molestia.
Su murmuración
refleja el pensamiento que tenían de las otras personas, las veían como indignas
de ser recibidas y menos de ser aceptadas a comer.
Su murmuración,
refleja que han emitido ya un juicio.
Su murmuración,
revela también su orgullo.
Su murmuración,
revela su concepto de sí mismos, ellos sí son dignos de ser aceptados y comer
con el maestro.
Su murmuración,
refleja su menosprecio por Jesús, pues lo consideran, ya sea falto de
entendimiento o falto de espiritualidad y santidad, ya que se mezcla con esos
pecadores.
Su murmuración,
manifiesta una escala de valores diferente a la de Dios.
Su murmuración,
es un ataque contra la esencia del evangelio, no es algo secundario que se
pueda pasar, sino algo fundamental, por ello, Jesús tiene que hablar para dejar
claro el concepto.
Solo murmuraban
entre ellos, pero Jesús conocía sus pensamientos y sus palabras dichas en lo
secreto.
¿Qué tan grave es esta
murmuración, como para que el Señor se digne a tratarla e incluso a dedicarle
tres parábolas?
El legalismo es tan grave porque
ataca la esencia del evangelio. El evangelio no es solo la manera en que nos
acercamos a Dios, sino también la forma en la que vivimos el resto de la vida
cristiana. Llegamos a Dios por gracia y hemos de continuar viviendo por gracia.
Hacerlo de otra manera, es desechar la gracia de Dios, desligarnos de Cristo
mismo, para tratar de vivir la vida de acuerdo a estándares humanos y creer que
con ello agradamos a Dios. Caer de la gracia es dejar de agradar a Dios para
buscar agradar a los hombres. Es dejar la libertad en Cristo para someternos al
yugo de esclavitud. Es dejar de andar en el Espíritu para satisfacer los deseos
de la carne. Es entrar en una vida de juzgar a los demás, comparándose,
manipulando, simulando y estableciendo un sistema religioso cada vez más
complejo. Es hacer acepción de personas. Es convertirse en jueces de malos
pensamientos. El legalismo mata la gracia. El legalismo mata el gozo. El
legalismo le roba la gloria a Dios.
“a los
cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del
evangelio permaneciese con vosotros.” (Gálatas 2:5)
Ejemplo del acordeón y la borrachera.
El creyente es quien en realidad
tiene la perspectiva correcta como para hacer una buena evaluación de la
cultura que le rodea y darle el enfoque correcto, incluso, disfrutarlas, más
aún, tiene la posibilidad de hacer todo en la vida para la gloria de Dios.
“¿sois indignos de
juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de
juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?” (1 Co 6:2-3)
Para ello es necesario que el
creyente tenga los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del
mal.
“Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos
de toda especie de mal.” (1 Tes 5:21-22)
Tenemos tres posibilidades:
1. Desecharlo
todo. – y esto nos lleva a una vida de abstinencia, a no poder disfrutar ni
siquiera de un cabrito con mis amigos. Una vida legalista que se desliga de la
gracia de Dios.
2. Aceptarlo
todo. – y esto nos llevaría a una vida de libertinaje, a dejarnos llevar por
todo sin discriminar si algo es malo. Esto nos llevaría a desperdiciar nuestras
vidas.
3. Examinarlo
todo. – y esto nos llevaría a la posibilidad de MADURAR. Esta es la gran
posibilidad. Sobre todo, si hacemos ese examen a la luz de las Escrituras, con
docilidad en el alma, y en compañía de la iglesia del Señor, presente y pasada.
Las tres parábolas
a)
La oveja perdida
“¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien
ovejas, si se pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto,
y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone
sobre sus hombros gozoso; y al llegar a
casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he
encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el
cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan
de arrepentimiento.” (Lc 15:4-7)
En esta parábola
se muestra a Jesús como un buscador diligente, en la figura del pastor que sale
a buscar su oveja perdida. No es una búsqueda descuidada o sin involucramiento
emocional, sino al contrario, se ve por lo que hace cuando la encuentra, que su
búsqueda es diligente y apasionada. No cesa hasta
que la encuentra. Y al encontrarla, la pone sobre sus hombros gozoso, es decir,
manifiesta un cuidado gozoso de la oveja y no solo se goza, sino que además, al
llegar a casa celebra con sus amigos y vecinos. El gozo es tal, que llega al
punto de la celebración compartida. Hace una fiesta, que es algo totalmente
opuesto a la actitud de los escribas y fariseos que estaban malhumorados y
murmurando, cuando debieran de gozarse con Jesús porque su oveja perdida la
había encontrado.
La conclusión la
da en términos, no de ovejas, sino de pecadores que vuelven a Jesús y
manifiesta que en el corazón de Dios hay gozo, más aún, dice que en el cielo
hay fiesta, celebración comunitaria de una mayor plenitud.
b)
La moneda perdida
“¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si
pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con
diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y
vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había
perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador
que se arrepiente.” (Lc 15:8-10)
Ahora, Jesús es
comparado con la mujer que busca diligentemente su moneda perdida. Sus acciones
reflejan la importancia y diligencia de la búsqueda, enciende la lámpara y
barre. Al final, cuando encuentra la moneda, invita a sus amigas y vecinas para
celebrar, nuevamente vemos el gozo compartido y su declaración del motivo de la
celebración.
La conclusión,
nos deja nuevamente a Dios celebrando en el cielo con sus ángeles cuando un
pecador se arrepiente. Su arrepentimiento es “haber sido encontrado” por Dios.
El gozo
compartido y expresado en la celebración, era la respuesta adecuada a la llegada
de los publicanos y pecadores. Sin embrago, los fariseos y los escribas estaban
muy molesto, más aún, indignados.
c)
El hijo perdido
En esta tercera
parábola, el Señor Jesucristo deja aún más evidente la comparación entre los
dos grupos de personas, al incluir al hijo mayor y con ello, manifestar lo que
se esperaba de los escribas y fariseos.
“También dijo: un hombre tenía dos hijos; y
el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me
corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo
el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus
bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran
hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de
los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que
apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los
cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en
casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me
levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus
jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio
su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y
le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya
no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el
mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi
hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando
vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de
los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido; y
tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.
Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba
que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te
sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para
gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus
bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Él entonces le
dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era
necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha
revivido; se había perdido, y es hallado.” (Lc 15:11-32)
Observamos en esta parábola que
el padre es Jesús; el hijo mayor corresponde al grupo de los fariseos y
escribas; y el hijo menor, representa a los publicanos y pecadores.
El hijo menor se perdió,
desperdició su vida. Y adicional a esto, le sobrevino un hambre en su región.
Para hacer mayor la apreciación de su situación, se habla de la miseria en que
cayó al grado de desear la comida de los cerdos. En cierta medida, esta imagen
corresponde a la que tenía los fariseos y escribas de los publicanos y
pecadores, como gente que ha caído en la miseria, lejos de casa.
Sin embargo, un aspecto que deja
ver, y que al parecer no habían considerado los fariseos y escribas, es que la
llegada de los publicanos y pecadores, era debido al arrepentimiento, habían
“vuelto en sí”. Además, de que ellos eran conscientes de su propia indignidad.
El hijo menor no venía con atrevimiento a arrebatarle más cosas a su padre, ni
tampoco estaban queriendo usurpar el lugar del hijo mayor; venía humillado y
arrepentido, consciente de su indignidad y de su pecado, y solicitando solo
perdón, misericordia y ser un jornalero. Ni siquiera ser hijo, pues sabía lo
que había hecho.
La respuesta del padre, refleja
lo que debiera de ser también la respuesta del hijo mayor. Misericordia y
gracia. Corrió, se echó sobre él y le besó son acciones que manifiestan su
perdón, su aceptación de nuevo al hogar. No porque lo mereciera, sino por
gracia.
La celebración que viene después,
nos dice el padre, que era necesaria.
Manifiesta el gozo de Cristo y de Dios. Es un gozo compartido en comunidad, es
una celebración con comida, música y danzas. ¡Una verdadera fiesta!
He escuchado en algunas ocasiones
decir que el cielo será muy aburrido, que la verdadera fiesta estará en el
infierno. Pero creo que eso es por la percepción que se tiene en este tiempo
presente, de que los no cristianos son fiesteros y que los cristianos no saben
festejar. Es posible, que los cristianos seamos unos “aguafiestas amargados”,
pero el que no sepamos celebrar no significa que Dios no sepa celebrar, la
Biblia nos habla de una gran celebración en el cielo, con todo y comida. Una
verdadera fiesta, en una mayor plenitud e intensidad, como nunca hemos estado
en alguna aquí en la tierra. Una celebración gozosa a la manera de Dios.
Solo para tener algo de
trasfondo, observemos algunos videos de fiestas judías, para que nos demos una
idea.
-
Ejemplos de videos de celebraciones judías –
Sobre la tradición encarnacional
(sacramental)
Nuestro Señor Jesucristo es glorioso y esto lo podemos ver
claramente en su misión que vino a realizar en este mundo. La más grande misión
que nadie pudo imaginar ni emprender, buscar y salvar lo que se había perdido.
Con su obra, nos dejó ejemplo de
cómo debemos entonces vivir. La vida humana es digna y sus expresiones son
disfrutables. El pecado es destructivo y hunde al hombre en la miseria.
Jesús hizo lo que fue llamado a
hacer – “liberar a los oprimidos” - En las obras y las palabras de Jesús, no
hay división entre lo sagrado y lo secular. El acto de misericordia fluyó del
ser de Jesús rompiendo el muro divisorio entre la fe y el trabajo, entre lo
sagrado y lo secular.
La doctrina de la Trinidad es una
de las enseñanzas más profundas y controversiales de la Iglesia. Muchos han
dejado la Iglesia por la doctrina de la Trinidad, otros han acusado a los
cristianos de adorar tres dioses y existen miles de tomos tratando de explicar
la doctrina. Pero la Trinidad es el corazón de la Tradición Encarnacional,
porque Jesús ES la Encarnación. En la persona de Jesucristo, Dios llegó a ser
hombre y con ello mostró su bendición al mundo material y físico donde vivimos.
Dios el Espíritu creó un cuerpo físico en el que moraba una armonización bella
de lo espiritual y lo material. Dios creó a los seres humanos con una parte espiritual
y una parte material; y Dios llegó a ser uno de nosotros para traernos de nuevo
a su familia.
Como parte de su vida terrenal,
Jesús asistía a las sinagogas locales para participar en la adoración y las
prácticas de su fe. Los Evangelios también mencionan tiempos cuando Jesús
visitó el templo en Jerusalén para adorar y orar. Pareciera que Jesús afirmó
los sacramentos y liturgias que tienen sus raíces en lo físico. Contrario a lo
que muchos creen, Dios no limita su afirmación a las “actividades religiosas”.
Con su propia vida, Jesús aprobó las actividades cotidianas; actividades como
trabajar, comer, reír, lavar la ropa, caminar, llorar, hablar, etc. Todo en la
vida tenía honor. Todo recibió honor incluyendo profesiones y trabajos. En la
mayoría de las pinturas y películas, vemos a Jesús como un hombre de piel
pálida y manos suaves. Debiéramos imaginar a Jesús como un hombre moreno con
manos duras que podía trabajar la madera transformándola en una mesa. Jesús
también tenía el poder de transformar a las personas con el poder de sus
palabras. Dios afirmó, con la encarnación, el valor de la vida humana y la
belleza del mundo material.
¿Has considerado que tu trabajo cotidiano – lavando trastes, amando a
tus amigos, esposo(a) y novio(a), haciendo la tarea, etc. – es tan importante
para Dios como los “trabajos espirituales”?
El enfoque en lo físico es
natural para los seres humanos. Necesitamos comida y la disfrutamos, compramos
ropa para no tener frío, tomamos una pastilla cuando tenemos dolor de cabeza o
gripa. Los mensajes del mundo nos entran por los sentidos. Tenemos un problema
cuando hablamos del mundo espiritual; porque no podemos oler, saborear, ver, ni
oír lo espiritual. Por eso tenemos la tendencia de poner en otra categoría a
las cosas espirituales. Ponemos atención a los asuntos espirituales solo cuando
estamos involucrados en actividades de la iglesia o haciendo “nuestro
devocional” o cuando necesitamos algo.
El Espíritu Santo promueve una
armonía entre lo físico y lo espiritual. Fuimos creados con la parte espiritual
y corporal en armonía, pero después de la caída, el cuerpo empezó a luchar
contra el espíritu (Romanos 7:15). Nosotros esperamos el día cuando el cuerpo y
el espíritu estén en armonía otra vez.
La principal manera que el
Espíritu usa para sanar la división entre el cuerpo y el espíritu es por medio
de las “disciplinas espirituales”. Cuando ayunamos,
le estamos diciendo al cuerpo que los asuntos espirituales son importantes. Al servir a otros, le estamos diciendo que
las necesidades de otros son más importantes que las nuestras. Con la
disciplina de la sencillez, nos
libramos de la tiranía del deseo de acumular cosas. La adoración nos recuerda que somos “polvo”. Las disciplinas
espirituales ponen a nuestros cuerpos en el lugar donde Dios puede trabajar en
su bondad para traer armonía a nuestras vidas.
Cuando el cuerpo y el espíritu
empiezan a armonizar, podemos quitar las categorías. Podemos participar en
actividades religiosas y cotidianas tratándolas como actividades iguales porque
Dios está en ambas. Entonces, todo lo que decimos, todo lo que hacemos y todo
lo que somos, son maneras para hacer real la presencia de Dios para las
personas a nuestro alrededor. Somos libres para mostrar a Dios al mundo.
Estamos disponibles para ser los representantes de Dios y Él hace su trabajo a
través de nosotros. Cuando dejamos que el poder y la vida de Dios fluyan a
través de nosotros, llegamos a ser las personas que Dios quiere y Dios es
conocido en el mundo.
Hasta ahora, hemos hablado en
términos teóricos. Esta es la parte más sencilla. Tenemos que pasar a lo
concreto, los cambios prácticos que nos ayudarán a integrar nuestro ser
dividido. El primer paso es cambiar el interior y poner atención a la fuente de
lo que decimos y hacemos. Tenemos que someternos al Espíritu Santo, en vez de
resistirle. Tenemos que quitar la barrera que mantiene a Dios fuera de las
partes más íntimas de nuestro ser. Cuando oramos; “Dios, quita las barreras, te
pido que penetres en mi vida y me hagas una persona íntegra”, Dios va a
responder.
Empezaremos a pensar en unidades
de armonía, abandonando distinciones como espiritual/material, sagrado/secular,
fe/obras, alma/cuerpo, religioso/mundano. Jesús nos mostró por sus acciones que
la vida puede ser integrada y que podemos vivir en el poder de Dios cada día
experimentando su poder en cada cosa que hacemos.
Nuestra carrera llega a ser
nuestro llamamiento – igual que un pastor o un misionero. Jesús sirvió a Dios
en el taller de carpintería haciendo sillas, mesas, puertas y cunas. También
servimos a Dios cuando trabajamos en computadoras, reparamos los autos o realizamos
registros contables.
La familia es un lugar donde puedes
servir a Dios en vez de un lugar donde puedes satisfacer tus propias
necesidades. Cada uno de nosotros tiene la necesidad de interrelacionarse con
otros, estar con personas donde nos sentimos amados. La familia puede suplir
estas necesidades. Tal vez nos encontramos haciendo un trabajo “aburrido”, pero
esta actitud, nos puede ayudar a encontrar a Dios en medio de ello.
Dejaremos la obsesión de querer
llegar a la cima o de ser la persona más importante. Una persona integrada
puede unir a Dios, su familia y su vocación; pasando el tiempo necesario con
cada uno, en vez de someterse a un sistema legalista de “10 minutos con Dios, 2
horas con la familia, 8 horas para el trabajo, etc.”
El presidente de la compañía y la
secretaria son de igual valor delante de Dios. Entonces, amaremos y
respetaremos a cada persona por igual. Cada acción y cada actividad son
importantes para Dios y manifiestan la presencia de Dios en el mundo. Hay que
recordar que nuestra transformación interior requiere tiempo y se da gradualmente.
Junto con las otras tradiciones –
Contemplativa, de Santidad, Carismática, de Justicia Social y Evangélica – la
tradición encarnacional nos puede guiar a las profundidades de nuestro interior
y guiar a nuestras acciones para que podamos manifestar la presencia de Dios a
las personas en la familia, el trabajo y la sociedad. A través nuestro, el
mundo espiritual invisible llega a ser visible.
Sobre el cristiano y
las artes
Primero
consideremos que (1) Dios hizo al ser humano completo, con una parte espiritual
y otra material, (2) En Cristo, el hombre entero es redimido, (3) El señorío de
Cristo abarca la vida entera del creyente y (4) Cristo regresará y el cuerpo
humano se levantará de entre los muertos, para que el ser humano completo sea
redimido. Es dentro de este marco en que nosotros debemos entender qué lugar
ocupan las artes en la vida cristiana. Cuando el hombre es redimido por la
sangre de Cristo, todas sus capacidades como ser humano son restauradas. El
señorío de Cristo abarca todas las áreas de su vida, incluyendo su intelecto y
su expresión artística. Las artes y las ciencias tienen un lugar en la vida
cristiana, no son periféricas. Para un cristiano redimido por la obra de Cristo
y viviendo dentro de las normas de las Escrituras y bajo la dirección del
Espíritu Santo, el señorío de Cristo debe incluir un interés en las artes. Un
cristiano debe usar las artes para la gloria de Dios, no solo como suplementos,
sino como cosas bellas que alaban a Dios. Las obras de arte pueden ser una
doxología en sí mismas. (Francis A. Schaeffer – Art and the Bible)
Algunos
creyentes le restan importancia a las artes en la vida cristiana, algunos hasta
llegan a decir que los diez mandamientos prohíben casi todo tipo de arte, al
decir “no te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que hay en el cielo ni en
la tierra…” Sin embargo, el libro de levítico nos aclara que el mandamiento se
refiere a no hacerse imagen para adorarlas como a Dios. (Éxodo 20:4-5; Levítico
26:1) es decir, adorar las obras de arte es malo, pero no el arte en sí mismo,
de hecho, el tabernáculo fue lleno de obras de arte por mandato de Dios mismo.
También el templo fue lleno de obras de arte. 2 Crónicas 3:6 nos aclara que
muchas de estas obras de arte fueron puestas solo para adornar sin ningún otro
fin o propósito, solo porque se veían bonitas, reflejaban belleza y esa belleza
proclamaba la gloria de Dios.
En algunas
ocasiones, el arte fue mal usado por el pueblo de Dios, como fue en el caso de
la serpiente de bronce que Dios le mando a Moisés construir para salvar a su
pueblo de las serpientes que les estaban mordiendo. Tiempo después, fue objeto
de culto en el pueblo, pervirtieron algo bueno.
En la Biblia
encontramos esculturas, música, drama, poesía y danzas utilizadas tanto en la
adoración a Dios como en otros eventos sociales. Esto no santifica todo el
arte, pero sí da evidencia de que las obras de arte no son malas en sí.
Francis
Schaeffer nos dice que hemos de pensar en varias cosas en relación al arte,
aunque el campo de la estética es muy amplio.
1.
Las obras de arte tienen valor en sí mismas.
2.
Las obras de arte añaden fuerza a nuestra
cosmovisión.
3.
Definiciones normales, sintaxis normales.
4.
El arte y lo sagrado.
5.
Cuatro criterios de juicios: excelencia técnica,
validez, contenido intelectual – la cosmovisión que presenta, y la integración
del contenido y el vehículo.
6.
El arte puede ser usado para cualquier tipo de
mensaje.
7.
Cambio de estilos. Los estilos en el arte pueden
cambiar y no hay nada de malo en esto.
8.
Formas de arte moderno y el mensaje cristiano.
9.
La cosmovisión cristiana.
10.
El asunto del arte cristiano. El cristiano es un
hombre libre en Cristo y puede “volar hasta las estrellas”, bajo la guía del
Espíritu Santo.
11.
La obra de arte individual y la obra total del
artista.
Concluyendo,
ninguna obra de arte es más importante que la propia vida del cristiano, y cada
cristiano está llamado a ser un artista en este sentido. Puede ser que no
tengas el don de la escritura, Ni el don de componer o de cantar, pero cada uno
tiene el don de la creatividad en términos de la forma en que vive su vida. En
este sentido, la vida del cristiano debe ser una obra de arte. La vida del
cristiano debe ser verdadera y también llena de belleza en medio de un mundo
perdido y desesperado.
Algunas
preguntas útiles (Grant Horner):
-
¿Cuál es la aparente posición moral de la obra
en cuestión?
-
¿Cuál es la aparente visión que el autor tiene
del mundo?
-
¿Qué se puede aceptar, es decir, qué es verdad?
-
¿Qué debe rechazarse por carente de verdad?
-
¿Debería una persona retraerse de participar en
cultura y hasta qué punto?
-
¿Puede la participación en la actividad cultural
usarse para la gloria de Dios?
-
¿Puede ser la participación perjudicial para la
vida espiritual de la persona?
-
¿Es esta un área de problema personal?
-
¿Se ha comprometido la obediencia de la persona
al punto que no reconoce esta como un área problemática?
“Dios es un Dios de belleza. Él es
la fuente esencial de la belleza, y su carácter es bello. Parte de la tarea del
hombre es reflejar el carácter del Dios. Eso significa que somos llamados a
producir arte, y un arte que sea excelente.” (R.C. Sproul)
La belleza y la apreciación
artística son de los primeros elementos que tiene un niño para distinguir entre
la virtud y el vicio. Lo bello, refleja lo virtuoso. Lo malo, es feo.
Sobre nuestras respuestas
A)
Gozo y celebración
La respuesta nuestra debiera de ser de
gozo, como la del Señor.
Celebrar con gozo en comunidad que más
personas escuchen el evangelio del Señor.
Aprender a celebrar en la vida, pues hay
razón suficiente para ello.
Apreciar el evangelio de la gracia y dejar
de imponer cargas sobre otras personas.
Al celebrar, estamos viviendo para la
gloria de Dios.
Podemos con libertad dirigirnos en todos
los asuntos de esta vida con gozo y con la plena conciencia de que podemos
agradar a Dios en cada aspecto, no solo en lo religioso, sino también en lo
laboral, familiar, social, económico, cultura, etc.
B)
Murmuración
Lamentablemente, muchas veces en las
iglesias somos como el hermano mayor.
Legalistas y amargados. Siempre
desconfiados de los demás y manipulando la vida de los que nos rodean a través
de la mala conciencia.
Sin tratar con dignidad la vida humana y
sus expresiones.
Cuando tratamos con legalismo a las personas,
estamos despreciando el evangelio de la gracia de Dios. En realidad, con
nuestros actos, estamos proclamando un evangelio diferente.
C) Sobre
el arte, somos llamados a analizar, examinar el arte. Pero además, a apreciar
el arte, es más, a disfrutar del arte. Y si el Señor nos ha dotado de
creatividad, como lo creo que todo ser humano pues llevamos la imagen de Dios
en nosotros, a producir obras de arte, a participar activamente en el arte con
una cosmovisión cristiana, bajo los principios de la Palabra de Dios y la guía
del Espíritu Santo. Dios será glorificado y el mundo recibirá una perspectiva
refrescante sobre la vida, una perspectiva que apunta a Dios con todo brillo.
Conclusión.
Nuestro Señor Jesucristo es glorioso y esto lo podemos
observar en la misión que vino a cumplir en la tierra: buscar y salvar lo que
se había perdido.
La conversión es tan grande, que hemos de valorarla y
celebrarla. Todos son bienvenidos a la mesa del Señor.
Los hermanos mayores, hemos de aprender a vivir en la gracia
y no desechar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
Caminemos con Cristo encarnando el mensaje en toda nuestra
manera de vivir, para la gloria de Dios.
La gloria de nuestro Señor Jesucristo y la vida en el evangelio de la gracia de Dios
Iglesia Bíblica Unidos en Cristo
“…para que el mundo crea.” Juan
17:20-23
29 de septiembre de
2013.
José Luis García
Antonio.
La gloria de nuestro Señor Jesucristo
y la vida en el evangelio de la gracia de Dios
Introducción
Muchas personas pretenden la
gloria, ya sea por sus hechos o por su carácter; algunos han sido célebres por
su misión al dar libertad o traer tiempos de paz a una comunidad; otros lo han
logrado por sus escritos o sus obras de arte; otros son recordados por su
aporte a la ciencia y la tecnología. Sin embargo, no muchos logran ser
gloriosos mientras viven en este mundo.
Nuestro Señor Jesucristo es
verdaderamente glorioso, es más, él es incomparable, tanto por sus obras, sus
palabras y su carácter. Hoy veremos la gloria de nuestro Señor Jesucristo
manifestada en su misión en este mundo. Su misión es lo más grandioso que un
ser humano pudo realizar en favor de otros, buscar y salvar lo que se había
perdido. La misión de restaurar a la raza humana a la comunión con Dios.
Adicionalmente, observaremos cómo
un sistema legalista pervierte el evangelio de la gracia de Dios y roba a Dios
la gloria en la vida cristiana.
La gloria de nuestro Señor Jesucristo
mostrada en lo glorioso de su misión en este mundo: Buscar y salvar lo que se
había perdido
Pasaje a considerar: Lucas 15:1-32
Para considerar la gloria de
Cristo en su misión de buscar y salvar lo que se había perdido, vamos a
estudiar tres parábolas de nuestro Señor, la parábola de la oveja perdida, la
parábola de la moneda perdida y la parábola del hijo perdido.
La ocasión para estas parábolas:
“Se acercaban a Jesús todos los
publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban,
diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. Entonces él les
refirió esta parábola, diciendo:” (Lc 15:1-3)
Notamos que hay dos conjuntos de personas:
a)
Los publicanos y pecadores.
Estos se acercan a Jesús para oírle.
Son objeto de la atención del Señor Jesús,
ya que son recibidos por él y además, son aceptados como para comer con Jesús.
b)
Los fariseos y los escribas.
Estos
murmuraban, estaban escandalizados porque el Señor recibía y comía con los
pecadores.
Su referencia
denota disgusto, molestia.
Su murmuración
refleja el pensamiento que tenían de las otras personas, las veían como indignas
de ser recibidas y menos de ser aceptadas a comer.
Su murmuración,
refleja que han emitido ya un juicio.
Su murmuración,
revela también su orgullo.
Su murmuración,
revela su concepto de sí mismos, ellos sí son dignos de ser aceptados y comer
con el maestro.
Su murmuración,
refleja su menosprecio por Jesús, pues lo consideran, ya sea falto de
entendimiento o falto de espiritualidad y santidad, ya que se mezcla con esos
pecadores.
Su murmuración,
manifiesta una escala de valores diferente a la de Dios.
Su murmuración,
es un ataque contra la esencia del evangelio, no es algo secundario que se
pueda pasar, sino algo fundamental, por ello, Jesús tiene que hablar para dejar
claro el concepto.
Solo murmuraban
entre ellos, pero Jesús conocía sus pensamientos y sus palabras dichas en lo
secreto.
¿Qué tan grave es esta
murmuración, como para que el Señor se digne a tratarla e incluso a dedicarle
tres parábolas?
El legalismo es tan grave porque
ataca la esencia del evangelio. El evangelio no es solo la manera en que nos
acercamos a Dios, sino también la forma en la que vivimos el resto de la vida
cristiana. Llegamos a Dios por gracia y hemos de continuar viviendo por gracia.
Hacerlo de otra manera, es desechar la gracia de Dios, desligarnos de Cristo
mismo, para tratar de vivir la vida de acuerdo a estándares humanos y creer que
con ello agradamos a Dios. Caer de la gracia es dejar de agradar a Dios para
buscar agradar a los hombres. Es dejar la libertad en Cristo para someternos al
yugo de esclavitud. Es dejar de andar en el Espíritu para satisfacer los deseos
de la carne. Es entrar en una vida de juzgar a los demás, comparándose,
manipulando, simulando y estableciendo un sistema religioso cada vez más
complejo. Es hacer acepción de personas. Es convertirse en jueces de malos
pensamientos. El legalismo mata la gracia. El legalismo mata el gozo. El
legalismo le roba la gloria a Dios.
“a los
cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del
evangelio permaneciese con vosotros.” (Gálatas 2:5)
Ejemplo del acordeón y la borrachera.
El creyente es quien en realidad
tiene la perspectiva correcta como para hacer una buena evaluación de la
cultura que le rodea y darle el enfoque correcto, incluso, disfrutarlas, más
aún, tiene la posibilidad de hacer todo en la vida para la gloria de Dios.
“¿sois indignos de
juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de
juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?” (1 Co 6:2-3)
Para ello es necesario que el
creyente tenga los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del
mal.
“Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos
de toda especie de mal.” (1 Tes 5:21-22)
Tenemos tres posibilidades:
1. Desecharlo
todo. – y esto nos lleva a una vida de abstinencia, a no poder disfrutar ni
siquiera de un cabrito con mis amigos. Una vida legalista que se desliga de la
gracia de Dios.
2. Aceptarlo
todo. – y esto nos llevaría a una vida de libertinaje, a dejarnos llevar por
todo sin discriminar si algo es malo. Esto nos llevaría a desperdiciar nuestras
vidas.
3. Examinarlo
todo. – y esto nos llevaría a la posibilidad de MADURAR. Esta es la gran
posibilidad. Sobre todo, si hacemos ese examen a la luz de las Escrituras, con
docilidad en el alma, y en compañía de la iglesia del Señor, presente y pasada.
Las tres parábolas
a)
La oveja perdida
“¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien
ovejas, si se pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto,
y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone
sobre sus hombros gozoso; y al llegar a
casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he
encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el
cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan
de arrepentimiento.” (Lc 15:4-7)
En esta parábola
se muestra a Jesús como un buscador diligente, en la figura del pastor que sale
a buscar su oveja perdida. No es una búsqueda descuidada o sin involucramiento
emocional, sino al contrario, se ve por lo que hace cuando la encuentra, que su
búsqueda es diligente y apasionada. No cesa hasta
que la encuentra. Y al encontrarla, la pone sobre sus hombros gozoso, es decir,
manifiesta un cuidado gozoso de la oveja y no solo se goza, sino que además, al
llegar a casa celebra con sus amigos y vecinos. El gozo es tal, que llega al
punto de la celebración compartida. Hace una fiesta, que es algo totalmente
opuesto a la actitud de los escribas y fariseos que estaban malhumorados y
murmurando, cuando debieran de gozarse con Jesús porque su oveja perdida la
había encontrado.
La conclusión la
da en términos, no de ovejas, sino de pecadores que vuelven a Jesús y
manifiesta que en el corazón de Dios hay gozo, más aún, dice que en el cielo
hay fiesta, celebración comunitaria de una mayor plenitud.
b)
La moneda perdida
“¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si
pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con
diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y
vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había
perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador
que se arrepiente.” (Lc 15:8-10)
Ahora, Jesús es
comparado con la mujer que busca diligentemente su moneda perdida. Sus acciones
reflejan la importancia y diligencia de la búsqueda, enciende la lámpara y
barre. Al final, cuando encuentra la moneda, invita a sus amigas y vecinas para
celebrar, nuevamente vemos el gozo compartido y su declaración del motivo de la
celebración.
La conclusión,
nos deja nuevamente a Dios celebrando en el cielo con sus ángeles cuando un
pecador se arrepiente. Su arrepentimiento es “haber sido encontrado” por Dios.
El gozo
compartido y expresado en la celebración, era la respuesta adecuada a la llegada
de los publicanos y pecadores. Sin embrago, los fariseos y los escribas estaban
muy molesto, más aún, indignados.
c)
El hijo perdido
En esta tercera
parábola, el Señor Jesucristo deja aún más evidente la comparación entre los
dos grupos de personas, al incluir al hijo mayor y con ello, manifestar lo que
se esperaba de los escribas y fariseos.
“También dijo: un hombre tenía dos hijos; y
el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me
corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo
el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus
bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran
hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de
los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que
apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los
cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en
casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me
levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus
jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio
su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y
le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya
no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el
mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi
hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando
vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de
los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido; y
tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.
Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba
que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te
sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para
gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus
bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Él entonces le
dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era
necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha
revivido; se había perdido, y es hallado.” (Lc 15:11-32)
Observamos en esta parábola que
el padre es Jesús; el hijo mayor corresponde al grupo de los fariseos y
escribas; y el hijo menor, representa a los publicanos y pecadores.
El hijo menor se perdió,
desperdició su vida. Y adicional a esto, le sobrevino un hambre en su región.
Para hacer mayor la apreciación de su situación, se habla de la miseria en que
cayó al grado de desear la comida de los cerdos. En cierta medida, esta imagen
corresponde a la que tenía los fariseos y escribas de los publicanos y
pecadores, como gente que ha caído en la miseria, lejos de casa.
Sin embargo, un aspecto que deja
ver, y que al parecer no habían considerado los fariseos y escribas, es que la
llegada de los publicanos y pecadores, era debido al arrepentimiento, habían
“vuelto en sí”. Además, de que ellos eran conscientes de su propia indignidad.
El hijo menor no venía con atrevimiento a arrebatarle más cosas a su padre, ni
tampoco estaban queriendo usurpar el lugar del hijo mayor; venía humillado y
arrepentido, consciente de su indignidad y de su pecado, y solicitando solo
perdón, misericordia y ser un jornalero. Ni siquiera ser hijo, pues sabía lo
que había hecho.
La respuesta del padre, refleja
lo que debiera de ser también la respuesta del hijo mayor. Misericordia y
gracia. Corrió, se echó sobre él y le besó son acciones que manifiestan su
perdón, su aceptación de nuevo al hogar. No porque lo mereciera, sino por
gracia.
La celebración que viene después,
nos dice el padre, que era necesaria.
Manifiesta el gozo de Cristo y de Dios. Es un gozo compartido en comunidad, es
una celebración con comida, música y danzas. ¡Una verdadera fiesta!
He escuchado en algunas ocasiones
decir que el cielo será muy aburrido, que la verdadera fiesta estará en el
infierno. Pero creo que eso es por la percepción que se tiene en este tiempo
presente, de que los no cristianos son fiesteros y que los cristianos no saben
festejar. Es posible, que los cristianos seamos unos “aguafiestas amargados”,
pero el que no sepamos celebrar no significa que Dios no sepa celebrar, la
Biblia nos habla de una gran celebración en el cielo, con todo y comida. Una
verdadera fiesta, en una mayor plenitud e intensidad, como nunca hemos estado
en alguna aquí en la tierra. Una celebración gozosa a la manera de Dios.
Solo para tener algo de
trasfondo, observemos algunos videos de fiestas judías, para que nos demos una
idea.
-
Ejemplos de videos de celebraciones judías –
Sobre la tradición encarnacional
(sacramental)
Nuestro Señor Jesucristo es glorioso y esto lo podemos ver
claramente en su misión que vino a realizar en este mundo. La más grande misión
que nadie pudo imaginar ni emprender, buscar y salvar lo que se había perdido.
Con su obra, nos dejó ejemplo de
cómo debemos entonces vivir. La vida humana es digna y sus expresiones son
disfrutables. El pecado es destructivo y hunde al hombre en la miseria.
Jesús hizo lo que fue llamado a
hacer – “liberar a los oprimidos” - En las obras y las palabras de Jesús, no
hay división entre lo sagrado y lo secular. El acto de misericordia fluyó del
ser de Jesús rompiendo el muro divisorio entre la fe y el trabajo, entre lo
sagrado y lo secular.
La doctrina de la Trinidad es una
de las enseñanzas más profundas y controversiales de la Iglesia. Muchos han
dejado la Iglesia por la doctrina de la Trinidad, otros han acusado a los
cristianos de adorar tres dioses y existen miles de tomos tratando de explicar
la doctrina. Pero la Trinidad es el corazón de la Tradición Encarnacional,
porque Jesús ES la Encarnación. En la persona de Jesucristo, Dios llegó a ser
hombre y con ello mostró su bendición al mundo material y físico donde vivimos.
Dios el Espíritu creó un cuerpo físico en el que moraba una armonización bella
de lo espiritual y lo material. Dios creó a los seres humanos con una parte espiritual
y una parte material; y Dios llegó a ser uno de nosotros para traernos de nuevo
a su familia.
Como parte de su vida terrenal,
Jesús asistía a las sinagogas locales para participar en la adoración y las
prácticas de su fe. Los Evangelios también mencionan tiempos cuando Jesús
visitó el templo en Jerusalén para adorar y orar. Pareciera que Jesús afirmó
los sacramentos y liturgias que tienen sus raíces en lo físico. Contrario a lo
que muchos creen, Dios no limita su afirmación a las “actividades religiosas”.
Con su propia vida, Jesús aprobó las actividades cotidianas; actividades como
trabajar, comer, reír, lavar la ropa, caminar, llorar, hablar, etc. Todo en la
vida tenía honor. Todo recibió honor incluyendo profesiones y trabajos. En la
mayoría de las pinturas y películas, vemos a Jesús como un hombre de piel
pálida y manos suaves. Debiéramos imaginar a Jesús como un hombre moreno con
manos duras que podía trabajar la madera transformándola en una mesa. Jesús
también tenía el poder de transformar a las personas con el poder de sus
palabras. Dios afirmó, con la encarnación, el valor de la vida humana y la
belleza del mundo material.
¿Has considerado que tu trabajo cotidiano – lavando trastes, amando a
tus amigos, esposo(a) y novio(a), haciendo la tarea, etc. – es tan importante
para Dios como los “trabajos espirituales”?
El enfoque en lo físico es
natural para los seres humanos. Necesitamos comida y la disfrutamos, compramos
ropa para no tener frío, tomamos una pastilla cuando tenemos dolor de cabeza o
gripa. Los mensajes del mundo nos entran por los sentidos. Tenemos un problema
cuando hablamos del mundo espiritual; porque no podemos oler, saborear, ver, ni
oír lo espiritual. Por eso tenemos la tendencia de poner en otra categoría a
las cosas espirituales. Ponemos atención a los asuntos espirituales solo cuando
estamos involucrados en actividades de la iglesia o haciendo “nuestro
devocional” o cuando necesitamos algo.
El Espíritu Santo promueve una
armonía entre lo físico y lo espiritual. Fuimos creados con la parte espiritual
y corporal en armonía, pero después de la caída, el cuerpo empezó a luchar
contra el espíritu (Romanos 7:15). Nosotros esperamos el día cuando el cuerpo y
el espíritu estén en armonía otra vez.
La principal manera que el
Espíritu usa para sanar la división entre el cuerpo y el espíritu es por medio
de las “disciplinas espirituales”. Cuando ayunamos,
le estamos diciendo al cuerpo que los asuntos espirituales son importantes. Al servir a otros, le estamos diciendo que
las necesidades de otros son más importantes que las nuestras. Con la
disciplina de la sencillez, nos
libramos de la tiranía del deseo de acumular cosas. La adoración nos recuerda que somos “polvo”. Las disciplinas
espirituales ponen a nuestros cuerpos en el lugar donde Dios puede trabajar en
su bondad para traer armonía a nuestras vidas.
Cuando el cuerpo y el espíritu
empiezan a armonizar, podemos quitar las categorías. Podemos participar en
actividades religiosas y cotidianas tratándolas como actividades iguales porque
Dios está en ambas. Entonces, todo lo que decimos, todo lo que hacemos y todo
lo que somos, son maneras para hacer real la presencia de Dios para las
personas a nuestro alrededor. Somos libres para mostrar a Dios al mundo.
Estamos disponibles para ser los representantes de Dios y Él hace su trabajo a
través de nosotros. Cuando dejamos que el poder y la vida de Dios fluyan a
través de nosotros, llegamos a ser las personas que Dios quiere y Dios es
conocido en el mundo.
Hasta ahora, hemos hablado en
términos teóricos. Esta es la parte más sencilla. Tenemos que pasar a lo
concreto, los cambios prácticos que nos ayudarán a integrar nuestro ser
dividido. El primer paso es cambiar el interior y poner atención a la fuente de
lo que decimos y hacemos. Tenemos que someternos al Espíritu Santo, en vez de
resistirle. Tenemos que quitar la barrera que mantiene a Dios fuera de las
partes más íntimas de nuestro ser. Cuando oramos; “Dios, quita las barreras, te
pido que penetres en mi vida y me hagas una persona íntegra”, Dios va a
responder.
Empezaremos a pensar en unidades
de armonía, abandonando distinciones como espiritual/material, sagrado/secular,
fe/obras, alma/cuerpo, religioso/mundano. Jesús nos mostró por sus acciones que
la vida puede ser integrada y que podemos vivir en el poder de Dios cada día
experimentando su poder en cada cosa que hacemos.
Nuestra carrera llega a ser
nuestro llamamiento – igual que un pastor o un misionero. Jesús sirvió a Dios
en el taller de carpintería haciendo sillas, mesas, puertas y cunas. También
servimos a Dios cuando trabajamos en computadoras, reparamos los autos o realizamos
registros contables.
La familia es un lugar donde puedes
servir a Dios en vez de un lugar donde puedes satisfacer tus propias
necesidades. Cada uno de nosotros tiene la necesidad de interrelacionarse con
otros, estar con personas donde nos sentimos amados. La familia puede suplir
estas necesidades. Tal vez nos encontramos haciendo un trabajo “aburrido”, pero
esta actitud, nos puede ayudar a encontrar a Dios en medio de ello.
Dejaremos la obsesión de querer
llegar a la cima o de ser la persona más importante. Una persona integrada
puede unir a Dios, su familia y su vocación; pasando el tiempo necesario con
cada uno, en vez de someterse a un sistema legalista de “10 minutos con Dios, 2
horas con la familia, 8 horas para el trabajo, etc.”
El presidente de la compañía y la
secretaria son de igual valor delante de Dios. Entonces, amaremos y
respetaremos a cada persona por igual. Cada acción y cada actividad son
importantes para Dios y manifiestan la presencia de Dios en el mundo. Hay que
recordar que nuestra transformación interior requiere tiempo y se da gradualmente.
Junto con las otras tradiciones –
Contemplativa, de Santidad, Carismática, de Justicia Social y Evangélica – la
tradición encarnacional nos puede guiar a las profundidades de nuestro interior
y guiar a nuestras acciones para que podamos manifestar la presencia de Dios a
las personas en la familia, el trabajo y la sociedad. A través nuestro, el
mundo espiritual invisible llega a ser visible.
Sobre el cristiano y
las artes
Primero
consideremos que (1) Dios hizo al ser humano completo, con una parte espiritual
y otra material, (2) En Cristo, el hombre entero es redimido, (3) El señorío de
Cristo abarca la vida entera del creyente y (4) Cristo regresará y el cuerpo
humano se levantará de entre los muertos, para que el ser humano completo sea
redimido. Es dentro de este marco en que nosotros debemos entender qué lugar
ocupan las artes en la vida cristiana. Cuando el hombre es redimido por la
sangre de Cristo, todas sus capacidades como ser humano son restauradas. El
señorío de Cristo abarca todas las áreas de su vida, incluyendo su intelecto y
su expresión artística. Las artes y las ciencias tienen un lugar en la vida
cristiana, no son periféricas. Para un cristiano redimido por la obra de Cristo
y viviendo dentro de las normas de las Escrituras y bajo la dirección del
Espíritu Santo, el señorío de Cristo debe incluir un interés en las artes. Un
cristiano debe usar las artes para la gloria de Dios, no solo como suplementos,
sino como cosas bellas que alaban a Dios. Las obras de arte pueden ser una
doxología en sí mismas. (Francis A. Schaeffer – Art and the Bible)
Algunos
creyentes le restan importancia a las artes en la vida cristiana, algunos hasta
llegan a decir que los diez mandamientos prohíben casi todo tipo de arte, al
decir “no te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que hay en el cielo ni en
la tierra…” Sin embargo, el libro de levítico nos aclara que el mandamiento se
refiere a no hacerse imagen para adorarlas como a Dios. (Éxodo 20:4-5; Levítico
26:1) es decir, adorar las obras de arte es malo, pero no el arte en sí mismo,
de hecho, el tabernáculo fue lleno de obras de arte por mandato de Dios mismo.
También el templo fue lleno de obras de arte. 2 Crónicas 3:6 nos aclara que
muchas de estas obras de arte fueron puestas solo para adornar sin ningún otro
fin o propósito, solo porque se veían bonitas, reflejaban belleza y esa belleza
proclamaba la gloria de Dios.
En algunas
ocasiones, el arte fue mal usado por el pueblo de Dios, como fue en el caso de
la serpiente de bronce que Dios le mando a Moisés construir para salvar a su
pueblo de las serpientes que les estaban mordiendo. Tiempo después, fue objeto
de culto en el pueblo, pervirtieron algo bueno.
En la Biblia
encontramos esculturas, música, drama, poesía y danzas utilizadas tanto en la
adoración a Dios como en otros eventos sociales. Esto no santifica todo el
arte, pero sí da evidencia de que las obras de arte no son malas en sí.
Francis
Schaeffer nos dice que hemos de pensar en varias cosas en relación al arte,
aunque el campo de la estética es muy amplio.
1.
Las obras de arte tienen valor en sí mismas.
2.
Las obras de arte añaden fuerza a nuestra
cosmovisión.
3.
Definiciones normales, sintaxis normales.
4.
El arte y lo sagrado.
5.
Cuatro criterios de juicios: excelencia técnica,
validez, contenido intelectual – la cosmovisión que presenta, y la integración
del contenido y el vehículo.
6.
El arte puede ser usado para cualquier tipo de
mensaje.
7.
Cambio de estilos. Los estilos en el arte pueden
cambiar y no hay nada de malo en esto.
8.
Formas de arte moderno y el mensaje cristiano.
9.
La cosmovisión cristiana.
10.
El asunto del arte cristiano. El cristiano es un
hombre libre en Cristo y puede “volar hasta las estrellas”, bajo la guía del
Espíritu Santo.
11.
La obra de arte individual y la obra total del
artista.
Concluyendo,
ninguna obra de arte es más importante que la propia vida del cristiano, y cada
cristiano está llamado a ser un artista en este sentido. Puede ser que no
tengas el don de la escritura, Ni el don de componer o de cantar, pero cada uno
tiene el don de la creatividad en términos de la forma en que vive su vida. En
este sentido, la vida del cristiano debe ser una obra de arte. La vida del
cristiano debe ser verdadera y también llena de belleza en medio de un mundo
perdido y desesperado.
Algunas
preguntas útiles (Grant Horner):
-
¿Cuál es la aparente posición moral de la obra
en cuestión?
-
¿Cuál es la aparente visión que el autor tiene
del mundo?
-
¿Qué se puede aceptar, es decir, qué es verdad?
-
¿Qué debe rechazarse por carente de verdad?
-
¿Debería una persona retraerse de participar en
cultura y hasta qué punto?
-
¿Puede la participación en la actividad cultural
usarse para la gloria de Dios?
-
¿Puede ser la participación perjudicial para la
vida espiritual de la persona?
-
¿Es esta un área de problema personal?
-
¿Se ha comprometido la obediencia de la persona
al punto que no reconoce esta como un área problemática?
“Dios es un Dios de belleza. Él es
la fuente esencial de la belleza, y su carácter es bello. Parte de la tarea del
hombre es reflejar el carácter del Dios. Eso significa que somos llamados a
producir arte, y un arte que sea excelente.” (R.C. Sproul)
La belleza y la apreciación
artística son de los primeros elementos que tiene un niño para distinguir entre
la virtud y el vicio. Lo bello, refleja lo virtuoso. Lo malo, es feo.
Sobre nuestras respuestas
A)
Gozo y celebración
La respuesta nuestra debiera de ser de
gozo, como la del Señor.
Celebrar con gozo en comunidad que más
personas escuchen el evangelio del Señor.
Aprender a celebrar en la vida, pues hay
razón suficiente para ello.
Apreciar el evangelio de la gracia y dejar
de imponer cargas sobre otras personas.
Al celebrar, estamos viviendo para la
gloria de Dios.
Podemos con libertad dirigirnos en todos
los asuntos de esta vida con gozo y con la plena conciencia de que podemos
agradar a Dios en cada aspecto, no solo en lo religioso, sino también en lo
laboral, familiar, social, económico, cultura, etc.
B)
Murmuración
Lamentablemente, muchas veces en las
iglesias somos como el hermano mayor.
Legalistas y amargados. Siempre
desconfiados de los demás y manipulando la vida de los que nos rodean a través
de la mala conciencia.
Sin tratar con dignidad la vida humana y
sus expresiones.
Cuando tratamos con legalismo a las personas,
estamos despreciando el evangelio de la gracia de Dios. En realidad, con
nuestros actos, estamos proclamando un evangelio diferente.
C) Sobre
el arte, somos llamados a analizar, examinar el arte. Pero además, a apreciar
el arte, es más, a disfrutar del arte. Y si el Señor nos ha dotado de
creatividad, como lo creo que todo ser humano pues llevamos la imagen de Dios
en nosotros, a producir obras de arte, a participar activamente en el arte con
una cosmovisión cristiana, bajo los principios de la Palabra de Dios y la guía
del Espíritu Santo. Dios será glorificado y el mundo recibirá una perspectiva
refrescante sobre la vida, una perspectiva que apunta a Dios con todo brillo.
Conclusión.
Nuestro Señor Jesucristo es glorioso y esto lo podemos
observar en la misión que vino a cumplir en la tierra: buscar y salvar lo que
se había perdido.
La conversión es tan grande, que hemos de valorarla y
celebrarla. Todos son bienvenidos a la mesa del Señor.
Los hermanos mayores, hemos de aprender a vivir en la gracia
y no desechar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
Caminemos con Cristo encarnando el mensaje en toda nuestra
manera de vivir, para la gloria de Dios.
lunes, 23 de septiembre de 2013
Y vimos su gloria - 9
"Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad...Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia." (Juan 1:14-16)
Después de hacer una reseña que exalta de manera poética a la persona y obra de Cristo, el Verbo de Dios, el apóstol Juan hace una declaración de fe.
Primero afirma que Cristo es Dios mismo, la vida, la autoridad, el sustentador del universo y quien se hizo hombre.
Luego, pasa a hablar en primera persona plural (nosotros).
Y dice dos cosas: Vimos y tomamos.
De ese Dios que se hizo hombre, no solo es algo que él cree, sino que además, es alguien de quién él fue testigo ocular (vimos) pero que además, experimento de su vida que trajo al mundo (tomamos), experimentó de su plenitud, de la comunión con el Salvador.
Cristo manifestó su gloria, nos dice el apóstol, y no solo la vimos sino que además tomamos de su plenitud.
Después de hacer una reseña que exalta de manera poética a la persona y obra de Cristo, el Verbo de Dios, el apóstol Juan hace una declaración de fe.
Primero afirma que Cristo es Dios mismo, la vida, la autoridad, el sustentador del universo y quien se hizo hombre.
Luego, pasa a hablar en primera persona plural (nosotros).
Y dice dos cosas: Vimos y tomamos.
De ese Dios que se hizo hombre, no solo es algo que él cree, sino que además, es alguien de quién él fue testigo ocular (vimos) pero que además, experimento de su vida que trajo al mundo (tomamos), experimentó de su plenitud, de la comunión con el Salvador.
Cristo manifestó su gloria, nos dice el apóstol, y no solo la vimos sino que además tomamos de su plenitud.
martes, 17 de septiembre de 2013
lunes, 16 de septiembre de 2013
domingo, 15 de septiembre de 2013
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