En el evangelio de Juan, observamos varias conversaciones del Señor Jesús con diferentes personas,
y observamos también varios "malos entendidos"; parece ser que el Señor traía el discurso en otro nivel, en otro orden de ideas y que las personas por esto se mostraban confundidas, como no entendiendo a qué se refería.
Por esto, algunos judíos le preguntan "En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?" y añade el evangelista: "Mas él hablaba del templo de su cuerpo" (Juan 1:20-21)
Incluso, Nicodemo pregunta perplejo: "¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?" (Juan 3:4)
Es evidente que el Señor estaba hablando en otra línea de pensamiento.
Así también observamos que la samaritana le dice: "No tienes de dónde sacarla y el pozo es hondo, ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?" (Juan 4:11) No entendiendo de qué agua le estaba hablando.
Y más delante, otros judíos se escandalizarían diciendo: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" (Juan 6:52) Pues no entendían a qué se refería cuando dijo de sí mismo que él era el verdadero pan del cielo.
Y luego: "¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir?" (Juan 8:22)
El Señor les esta hablando algo sencillo pero profundo a la vez.
Es tanta la confusión que pareciera que no están hablando en el mismo idioma.
Unos preguntan: "¿Cómo dices tú: seréis libres?" (8:33) No captaban de qué libertad les hablaba.
Hasta sus mismos discípulos en ocasiones pareciera que no captan el sentido de sus palabras.
Como cuando dicen: "Señor, si duerme, sanará." (Juan 11:12)
o "Señor, muéstranos al Padre y nos basta." (Juan 14:8)
Ya para terminar su ministerio, el Señor les habla con claridad y ellos expresan: "He aquí ahora hablas claramente, y ninguna alegoría dices." (Juan 16:29)
Al estudiar el evangelio de Juan, es necesario tratar de entender a qué se está refiriendo Jesús cuando dice lo que dice, pues de lo contrario nos quedaremos como tantas personas, preguntándonos "¿qué dijo?"
El Señor trae el discurso en otro nivel y es necesario que pongamos diligencia en entender sus palabras,
pues sus enseñanzas son sencillas y profundas a la vez.
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