Ayuno y oración
Toma varios tiempos de oración durante el día, si puedes
combínalos con meditación sobre algunos versículos y úsalos al orar.
Como sugerencia, considera los siguientes énfasis al orar:
1.
Adoración
2.
Confesión
3.
Petición
4.
Acción de gracias
5.
Intercesión
6.
Conclusión
Aquí una sugerencia de pasajes:
1.
Adoración
Con mi espíritu sereno en un
marco de seriedad muy reverente, mis pensamientos concentrados, y todo lo que
está en mí enfocado cuidadosamente en el nombre del grandioso Dios. Orar al
Señor con pensamientos como éstos:
Levanto ahora mi corazón, mis ojos y manos a Dios en los
cielos.
A ti, oh Señor, levanto mi alma.
Entro ahora con libertad en el lugar Santísimo por la sangre
de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él abrió para su pueblo a través
del velo, esto es, su carne.
Oh Dios, Dios mío eres tú, de madrugada te buscaré; mi Dios,
y te alabaré; Dios de mi padre, te enalteceré.
La roca de ellos no es como mi Roca, mis enemigos están
solos; pues Él es la Roca de la eternidad; en el Señor está la fortaleza de los
siglos. Eterno es su nombre, y su memoria de generación en generación, los
dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, desaparecerán de la tierra y de
debajo de los cielos.
Adorar reverentemente a Dios como
un Ser transcendentemente brillante y bendito, auto existente y autosuficiente,
Espíritu infinito y eterno que tiene todas las perfecciones en sí mismo, y
darle la gloria de sus títulos y atributos.
Oh Señor, mi Dios, mucho te has engrandecido; te has vestido
de gloria y de magnificencia. Te cubres con vestiduras de luz, pones tinieblas
por tu escondedero, y no puedo ordenar las ideas a causa de las tinieblas.
Tú eres el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes y
Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz
inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver.
Reconocer que su soberanía es
indiscutible, y que Él es dueño y Señor absoluto de todo.
Tuyos son los cielos y todos sus ejércitos. Tuya es la tierra
y su plenitud, el mundo y los que lo habitan. En tu mano están las
profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son tuyas: Tuyo es el
mar, pues lo creaste, y tus manos formaron la tierra seca. Toda bestia del
bosque es tuya, y los millares de animales en los collados son tuyos. Tú eres,
por tanto, un Dios grande, y un Rey grande sobre todos los dioses.
En tu mano está el alma de todo ser viviente, y el hálito de
todo ser viviente.
Tu dominio es un dominio eterno, y tu reino dura por todas
las edades: Haces según tu voluntad en el ejército del cielo y en los
habitantes de la tierra, y nadie puede detener tu mano o decirte: "¿Qué
has hecho?" o "¿Por qué has hecho eso?”
Confesar humildemente el deseo
del corazón por Dios
¿A quién tengo en los cielos sino a ti? No hay nada en la
tierra que desee fuera de ti o en comparación contigo. Cuando mi carne y mi
corazón desfallezcan, sé tú, Señor, la fuerza de mi corazón y mi porción por
siempre; la porción escogida de mi herencia en el mundo venidero y de mi copa
en éste, y entonces diré que las cuerdas me han caído en lugares deleitosos, y
que tengo una hermosa heredad.
Tu nombre y tu memoria son el deseo de mi alma; mi alma te
desea en la noche, y mi espíritu dentro de mí te busca con afán.
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así
clama por ti, oh Dios, mi alma. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo, quien
manda su misericordia de día y por la noche me acompaña con su canción, una
oración al Dios de mi vida.
Confesar esperanza y confianza
en Dios
En Dios solamente está acallada mi alma; de Él viene mi
salvación: ¡Sólo Él es mi roca y mi salvación! En Dios está mi salvación y mi
gloria, mi roca fuerte y mi refugio; y mi esperanza viene de Él.
2.
Confesión
Después de haber atribuido la gloria debida
a Dios, el siguiente paso es sentirme avergonzado de mí mismo por mis propios
pecados y vilezas ante Él, y glorificarle como mi Juez por el cual merezco ser
condenado, y sin embargo espero, en Cristo, ser absuelto y eximido.
Oh Dios mío, estoy confuso y avergonzado para levantar mi
rostro hacia ti, mi Dios, porque mis iniquidades se han multiplicado sobre mi
cabeza y mis delitos han crecido hasta el cielo.
Mía es la confusión de rostro, porque contra ti he pecado.
He aquí que soy vil; ¿qué te responderé? Pondré mis manos sobre
mi boca, y puesta mi boca en el polvo, por si aún hay esperanza, lloro como el
leproso condenado por la ley: ¡Inmundo! ¡Inmundo!
No confías en los tuyos, y ni aun los cielos son limpios
delante de tus ojos; ¡cuánto menos el hombre abominable y vil, que bebe la
iniquidad como agua!
Oh Señor, si mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá
mantenerse? Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado; porque en ti hay
misericordia; sí, con mi Dios hay abundante redención; y Él redimirá a Israel
de todas sus iniquidades.
Tus sacrificios, oh Dios, son el espíritu quebrantado, pues
al corazón contrito y humillado no desprecias, oh Dios; verdaderamente eres el
Alto y Sublime, el que habita en la eternidad, y cuyo nombre es el Santo;
aunque el cielo es tu trono y la tierra tu estrado, éste es aquel al cual
mirarás: aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a tu palabra,
para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de
los quebrantados.
Compasivamente me has asegurado que aquellos que encubren sus
pecados no prosperarán, pero que los que los confiesan y se apartan alcanzarán
misericordia. Y que cuando el pobre arrepentido dice: confesaré mis
transgresiones al Señor, tú perdonas la maldad de sus pecados; por tanto, de la
misma manera, todo santo orará a ti en el tiempo en que puedas ser hallado.
3.
Petición
Y ahora debo conmover mi corazón con un
sentido profundo de la necesidad que tengo de las misericordias por las que
oro, porque estoy incompleto, incompleto para siempre sin ellas; y hacerlo
teniéndolas en alta estima y valoración, pues soy feliz y completo para siempre
si las obtengo; para que, como Jacob, luche con Él en oración, como por mi vida
y la vida de mi alma. Pero no debo en mis oraciones tener la intención de
decirle lo que tiene que hacer ni moverlo con mi inoportunidad. Él me conoce
mejor de lo que yo me conozco y sabe lo que hará. Pero de esta manera abro mis
necesidades y deseos, remitiéndome luego a su sabiduría y bondad; dándole a Él,
por este medio, honor como mi Protector y Benefactor y tomando el camino que Él
mismo ha señalado para recibir su misericordia.
Señor, todos mis anhelos están delante de ti y mis suspiros
no te son ocultos; aun los suspiros y los gemidos que son demasiado profundos
para las palabras; porque el que escudriña el corazón conoce la mente del
Espíritu.
Y esta es la confianza que tengo en Él, que, si le pido algo
de acuerdo a su voluntad, Él me escucha. Y si yo sé que Él me escucha en lo que
le pido, sé que tengo las peticiones que le he hecho.
Mírame y ten gracia conmigo como lo haces con los que aman tu
nombre, y haz por mí más de lo que puedo pedir o pensar y suple todas mis
necesidades de acuerdo a tus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
Y cuando camine a través del valle de sombra de muerte,
quédate conmigo, que no tema mal alguno y que tu vara y tu cayado me consuelen.
Que el bien y la misericordia me sigan todos los días de mi
vida y que more en la casa del SEÑOR para siempre. Que tu permanente amor y tu
fidelidad estén conmigo.
Señor, haz que siempre me regocije, que me regocije en el
Señor siempre, porque nuevamente él me ha dicho: “Regocíjate”; para que pueda
seguir mi vida regocijándome, que pueda comer mi pan con gozo y tomar mi vino
con un corazón alegre, porque tengo razón para hacerlo porque Dios ha aprobado
lo que hago.
Dame gracia para servirte, SEÑOR mi Dios, con gozo y alegría
de corazón en la abundancia de todas las cosas, para cantar de los caminos del
SEÑOR, porque grande es la gloria de mi Dios.
Que tenga esa alegría de corazón que es como una buena
medicina, y líbrame de la ansiedad que abate el corazón y de la tristeza del
mundo que produce muerte.
Señor, enséñame a sufrir como un buen soldado de Cristo
Jesús, para que no tema el reproche o las injurias de los hombres, ni me
avergüence de Cristo o de sus palabras, sabiendo en quién he creído, y que es
capaz de guardar para aquel día lo que le he confiado.
Señor, que en el día de la prosperidad esté gozoso y en el
día de la adversidad considere, porque Dios ha hecho tanto el uno como el otro,
para añadir a mi sabiduría dominio propio, y al dominio propio, paciencia.
Dame gracia para permanecer contigo en cualquier condición a
la que sea llamado, y que en todos mis caminos te reconozca y esté complacido
de que establezcas mis pasos.
Que sea fortalecido con todo poder, de acuerdo a la potencia
de tu gloria, para toda paciencia y longanimidad con gozo.
Cuando sea afligido de muchas maneras, que no sea derribado;
que cuando esté perplejo, no me deje llevar por la desesperación, sino que, a
pesar de que tenga muchas aflicciones, pueda regocijarme siempre, sin tener
nada, pero como poseyéndolo todo.
4.
Acción de gracias
Mi llegada hasta el trono de la gracia no es
sólo para buscar el favor de Dios, sino para darle la gloria debida a su
nombre, y esto no sólo mediante una temerosa adoración de sus infinitas
perfecciones, sino también mediante un reconocimiento agradecido de sus
bondades para conmigo.
Que mi alma bendiga al SEÑOR y que todo lo que hay dentro de
mí bendiga su santo nombre; sí, que mi alma bendiga al SEÑOR y no se olvide de
ninguno de sus beneficios.
Alabaré al Señor, porque es bueno y agradable y la alabanza
corresponde a los justos; sí, es bueno dar gracias al SEÑOR, cantar alabanzas a
tu hombre, Oh Altísimo, declarar tu misericordia en la mañana y tu fidelidad en
la noche.
Tú visitas la tierra y la riegas; tú la enriqueces
grandemente; el río de Dios está lleno de agua; tú provees su grano porque tú
lo has preparado. Tu riegas sus surcos abundantemente, nivelas sus terrones,
los suavizas con lloviznas, bendices su crecimiento. Tú coronas el año con tu
generosidad, tus carretas desbordan de abundancia.
Todos mis huesos dirán: “Oh SEÑOR, ¡quién es como tú!” Porque
tú guardas los huesos y no permites que ninguno de ellos se quiebre.
Yo me acuesto y me duermo por ti, SEÑOR, y me haces vivir con
seguridad.
Tú has dado órdenes a los ángeles con respecto a mí, para que
me guarden en todos mis caminos; para que me sostengan en sus manos, para que
no tropiece contra una piedra. Todos ellos son espíritus que ministran,
enviados para el bien de los que heredarán la salvación.
Tú me haces descansar en verdes pastos, me alimentas junto a
aguas tranquilas; preparas una mesa para mí en presencia de mis enemigos; unges
mi cabeza con aceite y mi copa rebosa.
¡Oh qué maravilloso que la bondad y la misericordia de mi
Salvador se manifestaran! Él me salvó, no por mis propias obras de justicia,
sino de acuerdo a su propia misericordia: yo me he destruido, pero en ti y sólo
en ti he tenido ayuda.
Cuando estaba condenado a morir y era como agua desparramada
en la tierra, que no puede juntarse de nuevo, entonces diste los medios para
que el desterrado no permaneciera así para siempre.
Y ahora, ¿qué le daré al SEÑOR por todos sus beneficios para
conmigo? Que mi alma vuelva a él y repose en él, como descanso, porque me ha
tratado generosamente: Levantaré la copa de mi salvación e invocaré el nombre
del SEÑOR; porque el SEÑOR es bueno; para siempre es su misericordia y su
fidelidad por todas las generaciones.
5.
Intercesión
El Señor Jesús me enseña a orar no sólo con
otros, sino también por ellos; el apóstol me asigna la responsabilidad de
suplicar por todos los santos, y muchas de las oraciones en las epístolas son a
favor de sus amigos. Debo permitir que una santa llama de amor, tanto hacia
Dios como hacia al hombre, haga aún más viva y ardiente mi devoción.
Dios, mi Salvador, tú me enseñas a orar por todos, porque
esto es bueno y agradable a tus ojos por cuanto deseas que todos se salven y
lleguen al conocimiento de la verdad y de Jesucristo, quien se dio a sí mismo
en rescate por todos.
Oh que tu camino sea conocido en todas las naciones, y que
quienes andan sin Dios en el mundo sean traídos al servicio del Dios viviente;
de tal modo que tu poder salvador sea conocido en todas las naciones. Sí, que
todos los pueblos te alaben, Señor, que todos los pueblos te alaben; que se
alegren y se gocen las naciones, porque juzgas a los pueblos con rectitud, y
guías a las naciones de la tierra.
Que el evangelio sea proclamado a toda criatura; porque ¿cómo
creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les
predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? ¿Y quién enviará obreros
sino el Señor de la mies?
Que tu luz alumbre a los que están en tinieblas, y que a los
asentados en región de sombra de muerte tu luz les resplandezca.
Salva a tu pueblo, y bendice tu heredad; sé el pastor y
susténtales para siempre. Fortalece a tu pueblo y bendícelo con tu paz; rodéalo
de tu favor como con un escudo.
Que la gracia sea con todos los que con amor inalterable aman
al Señor Jesucristo; porque tú conoces a los tuyos, y haces que se aparten de
la iniquidad todos aquellos que invocan el nombre de Cristo.
Que recuerde en mis oraciones a aquellos que sufren
persecución por causa de Jesucristo, como si estuviera preso juntamente con
ellos y con aquellos que son maltratados, ya que yo también estoy en el cuerpo.
Oh desciende desde lo alto, rescátalos de los que los aborrecen y llévalos a un
lugar seguro.
Mi pueblo es gente pecadora, gente cargada de maldad, una
generación maligna; por eso, muchos son los motivos que tenemos para gemir por
todas las abominaciones que se cometen entre nosotros.
La maldad se ha multiplicado entre nosotros y el amor de
muchos se ha enfriado.
Dios mío, no nos olvides ni nos abandones a pesar de que
nuestra tierra está llena de pecado contra el Santo de Israel.
Oh Dios, restáuranos, haz resplandecer tu rostro y seremos
salvos. ¡Manifiesta tu poder y sálvanos!
Muestra, oh Señor, tu misericordia, y danos tu salvación; que
tu salvación esté cerca de los que te temen y que tu gloria habite en nuestra
tierra. Que la misericordia y la fidelidad se encuentren; que la justicia y la
paz se besen. Que brote de la tierra la verdad y la justicia mire desde lo
alto. Sí, que Jehová nos dé lo bueno: Que la justicia vaya delante de Él y nos
ponga sus pasos por camino.
6.
Conclusión
Puedo concluir mi oración con peticiones
inclusivas que resuman todas las demás.
Que el Dios de paz que resucitó de los muertos al Señor
Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, me
dote de todo lo bueno para hacer su voluntad obrando en mí lo que le agrada por
medio de Jesucristo.
Señor, guíame al amor de Dios y a la paciencia de Cristo.
Y que el Dios de toda gracia, que me llamó a su gloria
eternal en Jesucristo, después de que haya padecido un poco de tiempo, me
perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.
Señor, me has asegurado que todo lo que pida al Padre en el
nombre de Cristo me lo darás. Así pues, te pido todas estas cosas en el nombre
que es sobre todo nombre, Cristo Jesús; aquel nombre que es ungüento derramado.
Señor, haz resplandecer tu rostro sobre mí, por amor a Cristo, tu Hijo amado, a
quien siempre escuchas. Buen Señor, capacítame para escucharlo, y complácete
conmigo en él.
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