Iglesia
Bíblica Unidos en Cristo
…para que el mundo crea. Juan 17:20-23
24 noviembre 2019
Cristo, nuestra identidad, significado y destino
[o sobre ser libres de la religión]
Filipenses 3
José Luis García Antonio
Introducción
A través de
los años el ser humano ha buscado responder a las mismas preguntas básicas,
preguntas sobre su origen, significado, moral y destino. El apóstol Pablo, al
tener una iglesia gentil diversa y politeísta, procuró que todos los nuevos
creyentes tuvieran una misma manera de ver la vida, una misma forma de
responder a las preguntas esenciales del ser humano:
¿Quién es el Dios verdadero? Y junto a ello,
¿quién es el pueblo de Dios?, Y ¿hacia dónde se dirige el destino del mundo?,
es decir, ¿cuál es el propósito de Dios para todo?
Después de llamar a los
filipenses a tener un mismo sentir, esto es, la manera de pensar de
Jesucristo mismo; y después de presentarles los ejemplos de siervos como
Timoteo y Epafrodito, ahora les va a advertir sobre otro tipo de líderes que se
encontrarán y que seguramente ya andaban entre ellos. Un tipo de líderes a los
que describirá como enemigos de la Cruz de Cristo.
Pablo procuró, mediante el
“quehacer teológico” que cada creyente formara una cosmovisión bíblica, y con
base en ella, tener unidad de pensamiento y de propósito en la naciente iglesia
cristiana, y el correcto andar en la vida de santidad. De una correcta
cosmovisión, partiría la vida de adoración, de oración y la vida comunitaria.
Aquí Pablo, además, nos
presenta la libertad de la religión, usando la palabra religión en un sentido
malo; como lo que provee medios para complacer a Dios (o los dioses) para que
uno pueda recibir algo de Dios o aplacar a Dios para evitar un castigo. La
religión también provee medios para separar a los miembros, de los excluidos o
no-miembros. La religión está basada en los esfuerzos humanos. En contraste, la
fe cristiana está basada en la acción de Dios.
Gozarse en Cristo
Primero les exhorta a que se
gocen en Cristo, a que encuentren en él la plenitud para sus vidas. No solo en
lo individual, sino también en lo comunitario como iglesia. Que sean una
comunidad caracterizada por el gozo del Espíritu. Este tipo de vida evidencia
la realidad del Evangelio. Gozarse en el Señor en medio de cualquier situación,
como cuando Pablo estuvo entre ellos la primera vez cantando mientras estaba en
prisión habiendo sido azotado.
Pero, a la vez, deben de
cuidarse de malos obreros. Tres ocasiones les advierte: Guardaos;
algo que no debería serles molesto, sino considerarlo necesario por su
seguridad.
Pues no todos eran siervos de
Cristo con ese mismo sentir; algunos eran dominantes, sedientos de poder; otros
buscaban llevarlos al judaísmo, a la práctica de la circuncisión y a observar asuntos
de dietas ceremoniales.
El apóstol Pablo les llama,
ofensivamente, perros, mutiladores del cuerpo… con estas alusiones los
coloca fuera del pueblo de Dios y exhibe lo incongruente de su postura de una
manera sarcástica. Como diciendo, si piensan que los gentiles creyentes deben
agradar a Dios circuncidándose, pues mejor que se mutilen por completo para que
así sean mas santos y más agradables a Dios. Obviamente nadie haría eso.
Ni en nuestros días, con todo y que hay algunos grupos evangélicos con tendencias
“mesiánicas” y que gustan de guardar fiestas, y de decir “Adonai Eloheinu”; aún
ellos, no se circuncidan, mucho menos se mutilan. Les gustan solo ciertos
aspectos del judaísmo y con ellos pretenden agradar más a Dios, o ser un tipo
especial de creyentes.
Esas comunidades de creyentes
“mesiánicos” no se distinguen por gozarse en Cristo; sino al contrario, Cristo
les resulta insuficiente y requieren gozarse en algo más, en otras cosas
complementarias como fiestas, rituales o formas que exaltan el desempeño
personal.
Pero el apóstol les advierte:
Guardaos… esos sistemas religiosos son atractivos para el ego de los creyentes;
parecen muy bíblicos y espirituales; pero son sistemas que ponen su confianza
en la carne y más delante los describirá como enemigos de la Cruz de Cristo;
porque solo traen gloria al hombre.
Gloriarse en Cristo
Por eso, Pablo, les declara:
Nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos
a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús
-
¿Quién soy?
-
La circuncisión
O sea, que somos el pueblo de
Dios. Pero cómo es que un gentil llegó a ser el pueblo de Dios si era ajeno a
los patriarcas, al pacto, a las promesas, etc.
Los judaizantes les decían a los
creyentes gentiles que debían circuncidarse para ser parte del pueblo de Dios,
como ellos. Pero ahora resulta, que los judaizantes, al hacer esto, y con ello
menospreciar la Cruz de Cristo, estaban evidenciando que no eran el pueblo de
Dios; en cambio, los gentiles al responder con fe al Evangelio, estaban
mostrando que ellos verdaderamente eran del pueblo de Dios, gracias a la obra
de Cristo.
Por eso, la evidencia de que los
filipenses eran la circuncisión, era que se gloriaban en Cristo y servían a
Dios en espíritu. Ellos no tenían merito alguno, sino que confiaban
completamente en Cristo.
Lo que te define, lo que eres, no
depende de tu estatus social, económico, intelectual; no depende de tu raza, ni
de ninguna otra cosa que tu puedas demostrar con tu nivel de rendimiento en una
religión. Lo que te define es Cristo, es ser parte del pueblo de Dios; lo que
eres, dice Pablo, es la circuncisión, pero no una física, sino espiritual.
Perder por amor a Cristo
Pablo contrasta las cosas de las que alguien pudiera
gloriarse, con el verdadero motivo de gloriarse, Cristo.
Los judaizantes podían tener
muchas cosas de qué gloriarse, pero no para con Dios. Sin embargo, Pablo los
sobrepasaba en todo ello. Como diciéndoles a los filipenses, “si algo de eso
hubiera sido necesario para su vida cristiana, yo mismo se los hubiera
enseñado, pues en eso sobrepasaba a los demás.”
¿Ellos creen que tienen méritos?,
pues yo más. Y pasa a enumerarlos. Pero seguido declara:
Cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como
pérdida por amor de Cristo.
Una mentalidad acorde a Cristo
Jesús, tiene la perspectiva correcta sobre este mundo y sobre lo que es de
valor delante de Dios.
Llegamos a Cristo con una
mentalidad mundanal, apreciando demasiado nuestros logros, intereses y sueños.
Llegamos enfocados totalmente en lo terrenal, lo pasajero, lo ilusorio. Y si no
llegamos a ver realmente a Cristo, y si no desarrollamos un amor y admiración
por la grandeza de Cristo, vamos a continuar en la inmadurez viviendo vidas
egoístas y fácilmente seducidos por novedades religiosas que tiene nuestras
pasiones.
Debemos amar a Cristo a tal
grado, que podamos estar listos para perder algunas cosas que antes
estimábamos como muy importantes. Esta es la base de la ética cristiana. No lo
que yo considero que debe ser mi comportamiento correcto o adecuado, sino lo
que es bueno, justo y santo delante de Dios. Y esa base es el amor a Dios y el
amor al prójimo. Un amor como el que ya vimos en Cristo Jesús.
Ganar a Cristo
Pero no se trata solo de perder
por el hecho de perder. No es que estemos a favor de abstenernos de todo, por
el mero hecho de limitarnos. Sino que lo realmente virtuoso es que lo hacemos
para ganar a Cristo. Consideramos cosas como pérdida con el fin de ganar
a Cristo.
Ganar a Cristo es buscar la
excelencia del conocimiento de Cristo. El quehacer teológico, lleva a las
personas a la madurez; no las mantiene dependientes del líder. Y cada
generación debe servirse de la Reforma, por ejemplo, de la misma manera; no
“yendo” al pasado para encontrar todas las respuestas y tomarlas sin
cuestionarse nada, solo porque así lo dijo Lutero o Calvino. El quehacer
teológico obliga a que cada generación se haga de nuevo las grandes preguntas y
las responda bíblicamente. La iglesia solo estará unida y caminando en santidad
cuando haga de la teología su actividad central. La teología es una actividad
para todo el pueblo de Dios, cada uno de acuerdo a sus dones y habilidades; no
todos educados en un seminario, con griego y hebreo, pero, todos fieles
creyentes en Cristo.
Ganar a Cristo es ser hallado
justo por la fe en Cristo. Ahí ganamos a Cristo, cuando ahora por la fe,
somos su pueblo, su familia y entramos a esta vida de comunión. Bien vale tirar
todo a la basura para ganar a Cristo.
Ser
justificado es ser incluido como un participante fiel en el pacto entre Dios y
su pueblo. La justificación significa que uno está en una relación correcta con
Dios e incluido en el pueblo de Dios.
La ética de Pablo es
antirreligiosa, da prioridad a lo que ha hecho Dios. La religión usa reglas
para crear líneas de división que distingue a los que pertenecen de los que no
pertenecen y para medir el éxito de los miembros. Entonces la religión necesita
reglas específicas que puedan evaluar fácilmente si uno está cumpliendo o no.
Las pautas que da Pablo no son tan fáciles de medir como las reglas que la
religión requiere. En vez de dar una lista rígida de
reglas, Pablo pone su confianza en la guía del Espíritu Santo; no habla de
cambiar una lista de reglas por otras; sino de una nueva realidad donde ya no
importa la circuncisión, ni la incircuncisión.
Cristo nos libera de la religión,
de tener que cumplir con un nivel de rendimiento aceptable, y ser hallado justo
por la fe en Cristo.
Ganar a Cristo es conocerle,
participar de su resurrección y de sus padecimientos. Ganar a Cristo no
solo es esperar la gloria, sino, además, ver con buenos ojos el sufrimiento por
causa del Evangelio. Algunos buscaban circuncidarse para no padecer
persecución, pero Pablo les dice desde la prisión, que ellos deben saber que
parte de ganar a Cristo es ser semejantes a él en su sufrimiento.
Pero notemos que primero hablar
de conocer el poder de su resurrección y luego, de participar de sus
padecimientos. Pues es necesario primero conocer el poder de su resurrección y
cuál es la esperanza a que nos ha llamado para luego, abrazar la realidad del
padecimiento por Cristo, ya con la certeza que nos da el conocimiento de la
resurrección.
Esto responde a la pregunta del
ser humano, ¿cómo debemos vivir? Vivir para agradar a Cristo, para conocerle
cada vez más y amar más al Dios infinito y personal que se reveló en Cristo.
Propósito en Cristo
Continuando con las respuestas a
las preguntas esenciales, Pablo nos da respuesta a las preguntas sobre el
significado de la vida. Él dice, que vive para el propósito por el cual fue
llamado por Cristo, esta es su razón de vivir. Y cada creyente, al venir a
Cristo, tiene ahora una razón para vivir. Hay un propósito por el cual Cristo
te tomó.
Hay un supremo llamamiento de
Dios en Cristo, lo cual hemos de buscar, de caminar hacia ese propósito y hacia
ese destino.
Pablo le describe como algo
SUPREMO. Solo lo supremo inspira al alma. Le da sentido, orientación,
motivación, y fuerza para vivir. En la epístola a los romanos, Pablo dice que
ese propósito es hacernos conformes a la imagen de Su Hijo. Dios nos llamó para
restaurar la imagen de Dios en nosotros, para hacernos como su Hijo Jesucristo.
Dios te salvó, y te unió a una iglesia local, para que mediante el trabajo de
discipulado (que esta es la gran comisión de la iglesia, hacer discípulos),
Dios te vaya transformando a la imagen de Cristo para su gloria.
Esta es una buena medida para
evaluar a los ancianos de la iglesia y a los que anhelan ser ancianos de la
iglesia. Usted puede preguntarse: ¿Es un varón que se goza en Cristo? ¿se
gloría en Cristo o en sus propios méritos? ¿está él dispuesto a perder por amor
a Cristo?, es decir, ¿se autolimita por amor a Cristo?, ¿realmente quiere ganar
a Cristo?, ¿se observa que quiere conocer más a Cristo?, ¿está dispuesto a un
servicio sacrificial, sufrido?, ¿considera su servicio al Señor como SUPREMO?
Sin embrago, hay también algunos,
mejor dicho: “MUCHOS”, que no siguen esta forma de pensar ni de actuar. Sino
que son Enemigos de la Cruz de Cristo. Solo piensan en lo terrenal, en
esos tiempos eran cosas como la circuncisión y asuntos de alimentos. Hoy en día
podrían ser otras cosas, pero igualmente, es una vida que no tiene a Cristo en
primer lugar. Que ve primero por sus deseos y la satisfacción de sus propios
intereses.
Esto es algo trágico, lamentable.
Nadie quisiera ser enemigo de la Cruz de Cristo. Por eso debemos autoevaluarnos
y ver si no estamos siendo arrastrados por la corriente de este mundo. Ser
diligentes en nuestra vida cristiana. Caminar como discípulos que aman a
Cristo.
El contraste es grande en relación a lo terrenal y lo
celestial; lo glorioso y lo vergonzoso; lo inmediato que lleva al fin, a la
perdición; y lo eterno que aguarda a los verdaderos creyentes.
Esperanza en Cristo
Finalmente, Pablo les recuerda
que ahora ellos tienen su ciudadanía en los cielos y su esperanza está en
Cristo. Esperamos a Cristo. Con esto, responde a otra de las grandes
preguntas de la humanidad, la que tiene que ver con el destino, ¿hacia dónde se
dirige todo en el mundo? Y en particular, ¿hacia dónde me dirijo yo?, ¿cuál es
mi fin?
Si usted es un creyente en Cristo
Jesús, su fin será glorioso. Es un destino que ya empezó a vivir desde aquí y
que será pleno cuando Cristo venga, esto es, será transformado a la semejanza
de Cristo por el poder de Dios. Será glorificado. La imagen de Dios en usted
será restablecida por completo.
En aquellos tiempos, solo los
emperadores se decían portadores de la imagen de Dios, se deificaban a sí
mismos. Pero Dios nos dice que él puso su imagen en nosotros desde el inicio;
sin embrago, por la caída, esta imagen fue distorsionada.
Al cumplirse el tiempo, Cristo
vino para dar su vida por nuestros pecados y restaurar la imagen de Dios en
nosotros. Ahora, Dios hace esta labor por medio de la iglesia, haciendo
discípulos de todas las naciones, y transformándoles a la imagen de Cristo. Un
día, esto será pleno y hacia allá es a donde usted se dirige, esa es su
esperanza.
Si usted, no ha conocido a
Cristo, si no ha creído en él; este es el tiempo de que crea al Evangelio, que
responda con arrepentimiento y fe al llamado del Señor. No confiando en su
propio mérito, sino tirando todo a la basura, para ganar a Cristo.
Así tenemos, que Cristo es
nuestra identidad, propósito y destino.
Somos el pueblo de Dios, los
amados de Dios por Cristo.
Tenemos un propósito para nuestra
vida, por Cristo.
Tenemos una forma de vivir en
este mundo, que es acorde a Cristo.
Tenemos un destino glorioso, que
es ser como Cristo y gozar de su comunión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario