La continua alabanza que los ángeles ofrecen a Dios en el cielo, muestra el énfasis bíblico en la importancia de alabar al Señor. De hecho, es un mandato divino para los hombres (Salmo 100). Alabar a nuestro Creador en el cielo es la más elevada expectativa para el creyente; si bien, nuestra adoración comienza desde este mundo en tres maneras:
- Adorando al Señor, haciendo todo para la gloria de su Nombre en nuestro diario vivir. (1 Corintios 10:31).
- Presentando siempre a Dios nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, para que seamos transformados por él. (Romanos 12:1-2).
- Ejerciendo el privilegio que tenemos, de este lado del cielo, de gozar de la adoración colectiva a nuestro glorioso Dios cada domingo.
Alabarlo en su presencia gloriosa junto con su pueblo, en la iglesia local, con la iglesia universal y sus ángeles, oyendo su palabra, ofrendando, cantando, orando, testificando, alentándonos unos a otros, es un don de Su gracia a nosotros los creyentes (Hebreos 12:22-24).
Queridos hermanos, apreciemos, tan gran oportunidad, asistiendo y participando en nuestro culto dominical.
Carlos Astorga
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