“El cristiano no puede sentirse satisfecho en tanto que
alguna actividad humana se encuentre en oposición al cristianismo o
desconectada totalmente del mismo. El cristianismo tiene que saturar, no tan
solo todas las naciones, sino también todo el pensamiento humano. El cristiano,
por tanto, no puede sentirse indiferente ante ninguna rama del esfuerzo humano
que sea de importancia. Es preciso que sea puesto en contacto, de alguna forma,
con el evangelio. Es preciso estudiarlo, sea para demostrar que es falso, sea
para utilizarlo para promover el Reino de Dios. El Reino debe ser promovido no
sólo en extensión, sino también en intensidad. La iglesia debe procurar no sólo
ganar a todo hombre para Cristo, sino en ganar al hombre entero.” Gresham Machen, Cristianismo y cultura, 1912
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