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martes, 6 de mayo de 2014

La Centralidad del Evangelio - 1 Corintios 15:1-11



Iglesia Bíblica Unidos en Cristo
“…para que el mundo crea.” Juan 17:20-23
4 Mayo 2014
La centralidad del Evangelio
Propósito General: Mostrar la importancia y el contenido del Evangelio, de tal manera que cada creyente pueda conocer, apreciar y proclamar el evangelio.
Pasaje: 1 Corintios 15:1- 11
Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. Porque o sea yo o sean ellos, así predicamos, y así habéis creído.
Introducción.
            Uno de los deberes más importantes de todo ministro es predicar el evangelio. Si hay algo que la iglesia cristiana guarda con gran celo, es el evangelio. Repetidamente las Escrituras nos advierten del peligro del engaño, nos dicen que vendrán engañadores tratando de desvirtuar el evangelio de Dios. Como iglesia, nos encontramos en medio de una batalla espiritual y nuestro enemigo es un hábil maestro del engaño y del disfraz. Por ello, es necesario que estemos calzados los pies con el apresto del Evangelio de la paz, para estar firmes en medio de la batalla.
            El evangelio es muy importante y es central en la vida de la iglesia. Cuando el apóstol Pablo habla a los creyentes sobre las ofrendas para los hermanos necesitados, relaciona sus exhortaciones con el evangelio. Cuando nos habla sobre cómo deben ser las relaciones matrimoniales, cita el evangelio; cuando nos dice cómo deben ser nuestra vida laboral, cita el evangelio; cuando habla de las relaciones personales dentro de la iglesia, cita el evangelio; cuando habla de la labor de un ministro, cita el evangelio; cuando habla de la vida familiar, cita el evangelio. El evangelio es importante, central y base para toda otra dimensión en la vida de un creyente.
Es por ello muy importante que sepamos qué es el evangelio, qué implica y que entonces vivamos como es digno del evangelio y hagamos nuestra la causa del evangelio.
En 1 Corintios 15, el apóstol Pablo les dice a los corintios:
“…os declaro el Evangelio
que os he predicado
el cual también recibisteis,
en el cual también perseveráis,
por el cual… sois salvos”

En este pasaje, Pablo dice que va a declarar el evangelio. Que es el evangelio que él les predicó y que ellos mismos recibieron, en el cual además perseveran y por el cual son salvos.

Así que consideraremos un poco este pasaje, para observar lo que el apóstol dice acerca de este evangelio.

I.                   El Evangelio es Cristológico
“…que Cristo
murió…
que fue sepultado…
que resucitó al tercer día…
que apareció…”

En primer lugar, podemos observar que el evangelio se trata de la obra de Cristo, en particular, su muerte, sepultura y resurrección. No existe proclamación del evangelio si no se ha mencionado a Cristo. Nuestras historias personales tanto de conversión como de bendiciones recibidas en nuestro andar con el Señor no son el evangelio; pueden servirnos para ejemplificar o introducir el evangelio, pero no constituyen la sustancia del evangelio. El apóstol tenía también su propio testimonio de conversión, y en otras ocasiones lo mencionó, pero siempre para dirigir la atención hacia el evangelio, o sea, hacia la obra de Cristo.

Como iglesia evangélica, somos trinitarios con un énfasis en Cristo.
No solo se menciona el nacimiento de Cristo o su vida de virtud y milagros, sino su muerte, sepultura y resurrección como los asuntos centrales del evangelio.

“La Escritura contempla la obra de Cristo como una obra de obediencia… incluso en sus sufrimientos y muerte nuestro Señor no fue el receptor pasivo de aquello a lo que fue sujetado. En sus sufrimientos él fue supremamente activo, la muerte misma no le sobrevino como le sobreviene a todos los hombres. Sus propias palabras fueron: «Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo.» Fue obediente hasta la muerte, como nos dice Pablo.” (Murray)

Gracias al sacrifico de Cristo nuestros pecados son perdonados y podemos acercarnos al trono de la gracia de Dios.

Como cuando Ester se acercó al trono del rey sin ser llamada. Ella podía morir al hacer esto, solo se salvaría si el rey extendía su cetro hacia ella, lo cual hizo Asuero.
Pero nosotros no hallamos gracia delante de Dios, al contrario, su ira.
Gracias al sacrificio de Cristo en nuestro lugar, su cetro de gracia está siempre extendido hacia nosotros y nos permite acercarnos confiadamente a él.

El evangelio, se trata de Cristo.

II.                El Evangelio es Teocéntrico
“…por nuestros pecados…”
El apóstol nos dice que el evangelio se trata de que Cristo murió por nuestros pecados, y esto nos relaciona directamente con Dios mismo, pues al referirse a pecados hemos de saber que estos son cometidos contra Dios mismo.
Algunas personas tratan de despersonalizar el asunto de los pecados, hacerlos ver como faltas, fallas, errores, debilidades, etc. Como un algo que tienen que cambiar, pero no como un contra alguien que tienen que enfrentar. Al pecar, tratan de pensar que no es un asunto personal. Pero el pecado siempre es un asunto personal, el pecado siempre es contra alguien, específicamente, contra Dios.
“… no se ha podido conceptualizar correctamente… el pecado … puesto que lo único que puede marcar la diferencia en cualquier concepción posible… es lo que puede significar y significa la frase “delante de Dios”, ésta frase condiciona de manera tal al hombre que forzosamente le implica una relación con Dios, es una relación que comprende un aspecto particular y ontológico; aspecto que por consecuencia establece una correspondencia entre el pecado y Dios, consecuencia que es obvia puesto que el pecado solo tiene significación delante de Dios como tal. No hay pecado que esté fuera de esta relación entre el individuo existente y Dios, o más claramente no tiene significado hablar del pecado cuando no se tiene la idea de aquel que lo comete y contra quien lo comete.” (M. Flores)
            El evangelio nos enfrenta con el hecho de que hemos ofendido a Dios. Y nuestro pecado es una ofensa al carácter santo de Dios. Al pecar, menospreciamos su gloria y acarreamos su ira. No solo nos comportamos como enemigos de Dios, sino que también Dios mismo se vuelve en nuestro enemigo.
            La obra de Cristo fue por nuestros pecados, con ello satisfizo la ira de Dios, de tal manera que un Dios Santo y glorioso nos amara a nosotros, que somos pecadores.
“El pecado suscita el santo desagrado, la ira de Dios… el propósito de la propiciación es quitar este desagrado… la propiciación no es una conversión de la ira de Dios en amor… Una cosa es decir que el Dios lleno de ira es transformado en amante. Esto sería absolutamente falso. Otra cosa es decir que el Dios lleno de ira es amante. Esto es profundamente verdadero… Esta propiciación es el fruto del amor divino que la proveyó. «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.» (1 juan 4:10)… la propiciación muestra el precio que implica el amor redentor… Dios aplaca su ira santa en la cruz de Cristo con el fin de que el propósito de su amor para con los perdidos pueda ser cumplido en conformidad con (y para vindicación de) todas las perfecciones que constituyen su gloria.” (Murray)

III.             El Evangelio es Bíblico
“…conforme a las Escrituras…”
            Hay muchas falsas enseñanzas que aunque citan las Escrituras, no son conforme a las Escrituras.
El evangelio es conforme al mensaje total de las Escrituras.
Como mencionaba en el estudio “hacia un entendimiento de los nuevos movimientos religiosos”:
Las herejías no son nuevas y en cada caso hay que examinar cada caso en particular, si lleva a una reforma de la iglesia o si son movimientos que amenazan los elementos centrales de la fe cristiana. La distinción es tan difícil, que cada paso debemos de darlo con temor y temblor, pues siempre existe el peligro de que lo que pensamos que es herejía, sea obra de Dios, y que lo que pensamos que es obra de Dios, sea herejía.
Por el estudio de la historia de la iglesia, nos podemos dar cuenta de algunos casos que nos pueden servir de advertencia:
1.       Al parecer todos los grandes herejes fueron personas sinceras, que creían tener razón.
2.       A pesar de sus errores, los herejes han tenido una función positiva en los designios de Dios.
3.       El surgimiento de las falsas doctrinas no es índice de falta de fe o de vitalidad en la iglesia, sino todo lo contrario.
4.       El poder de tales herejías no está en la mentira o el error que puedan conllevar, sino en la verdad que contienen.
Debemos ver que el evangelio es conforme a la totalidad del mensaje bíblico, está de acuerdo al mensaje de redención proclamado por La Ley, Los Profetas y Los Escritos. Es el mensaje de Jesús y los apóstoles.


IV.             El Evangelio es Histórico
“…muriófue sepultadoresucitóapareció…”
El evangelio señala hechos históricos, hechos que han ocurrido en el tiempo y en el espacio. No se trata solo de ideas, filosofías o leyendas, sino de hechos históricos.
“En la expiación se cumplió algo una vez por todas, sin participación ni contribución de nuestra parte… la expiación fue llevada a cabo en la naturaleza humana y en un tiempo determinado del pasado y acabado calendario de acontecimientos.” (Murray)
Cristo padeció bajo el gobierno de Poncio Pilato en un determinado tiempo, esta es una realidad histórica.

V.                El Evangelio es Apostólico
“…apareció a Cefas
Y después a los doce
Después a todos los apóstoles
Y al último… me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de todos los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol…”
Hay un énfasis especial en la referencia a los apóstoles quienes recibieron las enseñanzas del Señor mismo y luego las pasaron a hombres fieles idóneos para enseñar también a otros.
No hay novedad en el evangelio. Es el evangelio que fue recibido y transmitido.

VI.             El Evangelio es Universal
“Porque o sea yo, o sean ellos, así predicamos, y así habéis creído.”
No es que haya diferentes evangelios. Solo hay un evangelio y sea que lo prediquen unos o que lo prediquen otros, es el mismo.
Siempre podemos asegurarnos del evangelio en la pluralidad de testimonios, tanto en la historia como con la comunión con iglesias contemporáneas.

Tengamos cuidado de grupos o movimientos religiosos que creen haber descubierto alguna verdad hasta entonces desconocida por el resto de los cristianos, y que hacen de ella la piedra de toque para distinguir entre los verdaderos creyentes y quienes no lo son.

VII.          El Evangelio es Personal
“…el cual también recibisteisperseveráissois salvos… así habéis creído.”
Es un evangelio que nos lleva no solo a conocer los hechos, sino también a una declaración o confesión de fe.
Nos lleva a considerar nuestra propia vida delante de Dios, nos lleva a la fe, al arrepentimiento, a la perseverancia, a la transformación, a la adoración.

VIII.       El Evangelio es Proclamado
“el evangelio que os he predicado… os he enseñado… así predicamos…”

El evangelio avanza por medio de la proclamación porque así le ha placido a Dios. Él podría mandar ángeles a anunciar el evangelio, o ponerlo en las mentes de las personas mientras duermen, o hacer sonar su voz desde el cielo; pero le ha pacido encomendarnos a nosotros el ministerio de la reconciliación.
Nuestro papel en el evangelismo consistir en comunicar a otros el evangelio esperando que el Espíritu de Dios los convenza de su verdad, nosotros solo somos mensajeros del gran Rey, sus heraldos, solo nos debemos limitar a transmitir lo que así mismo recibimos, con fidelidad, trabajar según la gracia de Dios en la proclamación del evangelio.
“No actuamos con engaño ni torcemos la Palabra de Dios.” (2 Co. 4:1-6)
“No nos predicamos a nosotros mismos.”

IX.             El Evangelio es transformador
“…sois salvos…
…por la gracia de Dios soy lo que soy y su gracia no ha sido en vano para conmigo…”

            La principal transformación efectuada por el evangelio de Dios, es la salvación.

            Pero la vida en el evangelio transforma la vida entera, no es en vano y nos lleva a un crecimiento en la comunión con Dios y con los hermanos, y a una vida de santidad, amor, gozo, paz, confianza y generosidad.

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