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miércoles, 28 de octubre de 2015
domingo, 18 de octubre de 2015
Sesión 29: Llamado a confiar en el Señor - Isaías 50
Iglesia Bíblica
Unidos en Cristo
“…para que el mundo
crea.” Juan 17:20-23
El mensaje del profeta Isaías – Sesión 29: Capítulo
50
José Luis García Antonio
Exhortación a confiar
en el Señor
Introducción.
Veremos las verdades del evangelio en el capítulo
50 de Isaías, mostrando las causas de su cautiverio, a la vez que observamos
una vindicación de Dios. Y consideraremos el mensaje del Señor sobre lo que le
espera ahora a la nación de Israel [y a todas las naciones] y cómo los salvará
por medio de Su Siervo.
Nos sorprenderá el ver que el Siervo llevará a cabo
su obra por medio del sufrimiento y con ello logrará una gran salvación.
Finalmente el profeta Isaías hará el llamado a
confiar en el Señor y ser salvos, dejando su advertencia a quienes no lo hagan.
I.
La
causa del cautiverio (50:1-3)
Cuando
el pueblo de Israel se encuentre en la cautividad, ellos tendrán que de alguna
manera explicar qué es lo que pasó, cómo es que la ciudad de Jerusalén fue
derrotada y destruida, cómo es que salieron de la Tierra Prometida y qué es lo
que harán ahora, qué hay para ellos en el futuro.
A. Ilustración del divorcio
La primera conclusión será que Dios ha fallado,
puesto que no pudo cumplir sus promesas. No hay tierra -> no hay pacto ->
no hay Dios.
Y al elaborar su respuesta, ellos mencionaban dos
analogías:
50 Así dice el Señor:
¿Dónde está esa carta de divorcio
con la que repudié a vuestra madre?
con la que repudié a vuestra madre?
La
primera es decir que Dios ha repudiado a su pueblo, que le dio carta de
divorcio y por eso los mandó lejos.
B. Ilustración de los acreedores
¿O a cuál de mis acreedores os vendí?
La segunda ilustración es la de que
fueron vendidos como esclavos porque Dios tenía deudas pendientes que pagar.
Ambas ilustraciones son formas de
expresar el pensamiento de que el que falló fue Dios, que no pudo salvarles o
que no quiso salvarles. Que no permaneció fiel al pacto.
C.
Razón
de su cautiverio
He aquí, por vuestras iniquidades fuisteis vendidos,
y por vuestras transgresiones fue repudiada vuestra madre.
2 ¿Por qué cuando vine no había nadie,
y cuando llamé no había quien respondiera?
La verdadera razón es que ellos fueron
llevados a cautiverio por causas de sus iniquidades. Ellos son los que no
permanecieron fieles al Señor. Se alejaron de él y sufrieron las consecuencias.
D. La razón no está en Dios
¿Acaso es tan corta mi mano que no puede
rescatar,
o no tengo poder para librar?
He aquí, con mi reprensión seco el mar,
convierto los ríos en desierto;
sus peces hieden por falta de agua,
mueren de sed.
3 Yo visto de negrura los cielos,
y hago de cilicio su cobertura.
o no tengo poder para librar?
He aquí, con mi reprensión seco el mar,
convierto los ríos en desierto;
sus peces hieden por falta de agua,
mueren de sed.
3 Yo visto de negrura los cielos,
y hago de cilicio su cobertura.
Tenemos, pues, una vindicación de Dios. Él es fiel,
poderoso y amoroso. Y podía y quería salvarles. Él está de luto al ver a Su
pueblo llevado cautivo. Su corazón llora y se viste de luto.
Y para salvarles, el Señor envía a Su SIERVO.
II.
El
Siervo del Señor les salvará (50:4-9)
Este
siervo es, en algún sentido Isaías consolando al pueblo, o también Ciro como
rey que ordena el retorno o los gobernantes y profetas de la restauración
[Zorobabel, Esdras, Nehemías, Hageo, Zacarías, Josué]
Pero
en un sentido mayor y amplio, está refiriéndose al Señor Jesucristo.
A. El Siervo sabe hablar al agotado
4 El
Señor Dios[a] me ha dado lengua de discípulo[b],
para que yo sepa sostener con una palabra al fatigado.
para que yo sepa sostener con una palabra al fatigado.
El Señor Jesucristo viene con “buenas nuevas”, con
palabras de consuelo llamándoles con ternura, pues la situación no es para
menos.
Las personas son descritas como fatigadas, exhaustas.
Pero el Señor habla “como nunca nadie habló antes”
y sus palabras son “palabras de vida”.
B. El Siervo es obediente al Señor
Mañana tras mañana me despierta,
despierta mi oído para escuchar como los discípulos.
5 El Señor Dios me ha abierto el oído;
y no fui desobediente,
ni me volví atrás.
despierta mi oído para escuchar como los discípulos.
5 El Señor Dios me ha abierto el oído;
y no fui desobediente,
ni me volví atrás.
El Siervo es obediente y en su obediencia nosotros
somos obedientes. Él es nuestra justicia. No solo es “como si nunca hubiéramos
pecado”, sino más que eso, es como si nosotros hubiéramos sido obedientes.
Cristo es nuestra justicia.
ÉL fue obediente en todo, hasta la muerte y muerte
de cruz.
Y Ahora, que ya somos hijos de Dios, debemos ser
obedientes a la justicia, ya no ir por el mismo camino desenfrenado y ser
discípulos, “mañana tras mañana” escuchar Su Palabra y obedecerla.
C. El Siervo es sufriente
6 Di mis
espaldas a los que me herían,
y mis mejillas a los que me arrancaban la barba;
no escondí mi rostro de injurias y esputos.
y mis mejillas a los que me arrancaban la barba;
no escondí mi rostro de injurias y esputos.
Uno de los puntos controversiales y hasta
escandalosos, era que el mesías sufriría. Esto no tenía sentido, ya que se
suponía que el mesías derrotaría el mal y la injusticia. ¿Cómo iba a derrotar
el mal? ¿Sufriendo y muriendo?
Él sufrió por nosotros porque nos ama. No nos
necesita, por ello su amor es perfecto y está dispuesto a hacerse vulnerable.
Para nosotros el reino de Dios comienza con
debilidad, renuncia, cediendo los derechos de nuestra vida, comienza cuando
admitimos que necesitamos un salvador.
D. El Siervo es sostenido por Dios al
realizar Su Voluntad
7 El Señor Dios me
ayuda,
por eso no soy humillado,
por eso como pedernal he puesto mi rostro,
y sé que no seré avergonzado.
8 Cercano está el que me justifica;
¿quién contenderá conmigo?
Comparezcamos juntos;
¿quién es el enemigo de mi causa?
Que se acerque a mí.
9 He aquí, el Señor Dios me ayuda;
¿quién es el que me condena?
He aquí, todos ellos como un vestido se gastarán,
la polilla se los comerá.
por eso no soy humillado,
por eso como pedernal he puesto mi rostro,
y sé que no seré avergonzado.
8 Cercano está el que me justifica;
¿quién contenderá conmigo?
Comparezcamos juntos;
¿quién es el enemigo de mi causa?
Que se acerque a mí.
9 He aquí, el Señor Dios me ayuda;
¿quién es el que me condena?
He aquí, todos ellos como un vestido se gastarán,
la polilla se los comerá.
El Señor perfila su rostro como un pedernal para ir
hacia la cruz, Dios le fortalece. Recordemos que antes de ir a la Cruz, Dios le
fortalece en el monte de la transfiguración, y la noche de su agonía, aunque
sus discípulos duermen, Dios le fortalece y manda ángeles para atenderle.
En realidad, Él es justo, pero va a ser entregado
por nosotros, los pecadores.
Y al final, saldrá triunfante. Y sus enemigos como
vestidos se gastarán, se los comerá la polilla.
III.
El
llamado a confiar en el Señor (50:10-11)
A. La salvación viene solo por medio del
Siervo del Señor (Solo Cristo)
10 ¿Quién hay
entre vosotros que tema al Señor,
que oiga la voz de su siervo,
que ande en tinieblas y no tenga luz?
que oiga la voz de su siervo,
que ande en tinieblas y no tenga luz?
Ahora, viene el llamado a confiar en el Señor. La
salvación viene solo por Cristo, sólo en él hay perdón de pecados y
justificación. En él hay vida y comunión.
Él es la luz y el que le siga no andará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
B. La salvación viene solo por medio de la
fe (Sola Fe)
Confíe en el nombre del Señor y apóyese en su Dios.
La
salvación es solo por la fe.
Una
fe que está basada en el conocimiento (notitia). Tiene un fundamento y este es la obra de Cristo
en la cruz. Que él es el cordero de Dios provisto desde antes de la fundación
del mundo y que él murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras, que
resucitó al tercer día y ascendió a los cielos.
Pero
es también una fe que requiere de un asentimiento a ese conocimiento (asentia),
es decir que estemos de acuerdo con Dios, en que somos pecadores y necesitamos
de un salvador.
Y,
además, de que depositemos nuestra confianza plena en él (fiducia), que
abandonemos nuestra vida en sus manos, confiados en esta verdad.
Como
el ejemplo de la semana pasada cuando Carlos hablaba de Rahab la ramera, ella
tenía un conocimiento, asintió a ello y confió su vida al Señor.
Solo
así podemos ser salvos.
C. Los que no confían en el Señor, están
perdidos
11 He aquí,
todos vosotros que encendéis fuego,
que os rodeáis[c] de teas,
andad a la lumbre de vuestro fuego
y entre las teas que habéis encendido.
Esto os vendrá de mi mano:
en tormento yaceréis.
que os rodeáis[c] de teas,
andad a la lumbre de vuestro fuego
y entre las teas que habéis encendido.
Esto os vendrá de mi mano:
en tormento yaceréis.
Los que no confían en el Señor, están perdidos. Están poniendo sus
esperanzas en “antorchas” y se refugian en frágiles luces, no en La Luz.
Ellos tendrán su fin en “las tinieblas de afuera, donde será el llanto y
el crujir de dientes”.
Diferentes antorchas:
El amor, el éxito en la vida, los estudios, los placeres, etc. Pero creo
que el más recurrente es el DINERO.
Hay una trampa con la cual el dinero nos hace alejarnos de Dios y
hacernos sentir autosuficientes, pensar que tenemos la vida hecha.
Nos gusta poder comprarnos todo lo que queramos, sentirnos que encajamos
en círculos sociales exclusivos, que podemos “vivir” sin preocupaciones. Pero
es una trampa.
Nos adaptamos fácilmente a un incremento en los ingresos y a ese estilo
de vida y nos resulta tan difícil luego “bajar” el estilo de vida.
Como dice la canción mexicana, “yo no nací para pobre, me gusta todo lo
bueno”, claro estaba enamorada de una muchacha rica y ella no sabía mirar para
abajo y él tan pobre!
Pero debemos de pensar en el hombre rico que fue Jesús y sin embargo, por
amor a nosotros se hizo pobre!!!
Te imaginas eso!
Para que nosotros fuéramos enriquecidos.
Así que, qué son nuestras “pequeñas riquezas” comparadas con todo lo que
el Señor dejó por nosotros que no podamos entregarlo todo por él.
Él debe ser todo para ti y para mí.
viernes, 16 de octubre de 2015
domingo, 4 de octubre de 2015
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